Cortinas de humo
Oaxaca, Oax. 01 de julio de 2009 (Uadratín).- Las elecciones federales del 2009 entraron de lleno a la recta final en medio de la estridencia de los candidatos y sus partidos, la desconfianza ciudadana y el amago de grupos radicales y algunos semi-clandestinos.
Históricamente las elecciones federales intermedias han registrado índices de abstencionismo cercanos al 40 por ciento y deja al descubierto la falta de credibilidad de los diputados como representantes populares en el congreso de la unión.
Debemos aceptar que el sistema de democracia partidista en México está en crisis y que las dirigencias de los partidos fingen no darse cuenta de la gravedad del problema. La soberbia, la tupida red de intereses y la estulticia de la clase política mexicana es capaz de socavar sus propios cimientos entre la sociedad mexicana que se resiste a la destrucción de este sistema político porque todavía no vislumbramos otro mejor.
El próximo 5 de julio los mexicanos decidirán el perfil de la nueva legislatura, es probable que se conforme una nueva relación de fuerzas al interior del recinto de San Lázaro y mientras los nuevos legisladores se acomodan, en México seguimos perdiendo tiempo para enfrentar los grandes retos nacionales.
México necesita urgentemente un gran acuerdo nacional para combatir en serio los abismo económicos entre los que tienen todo y los que no tienen nada, requerimos de un nuevo marco social que sacuda el burocratismo e ineficacia de las instituciones y las haga eficientes para la sociedad.
Nos urge un nuevo modelo económico para dejar de depender del petróleo, o de la tecnología y avances médicos y científicos del extranjero. Debemos encontrar fuentes de energía alternativa para atender por lo menos nuestros propios requerimientos.
Pero los nuevos diputados y sus cúpulas partidistas están más preocupados por el futurismo de la elección presidencial o en el caso de Oaxaca en el relevo gubernamental del próximo año.
Si no fuera que nos salen tan caro, ni siquiera valdría la panea hablar de ellos pero no es poca cosa, sólo la elección de los diputados federales nos costará poco más de 6 mil 300 millones de pesos y aun faltan los salarios, las compensaciones, gastos de representación, servicios médicos y viajes de los 500 legisladores que a partir del lunes deberán elegir entre ser solo peones de sus partidos o verdaderos representantes de la gente que voto por ellos.