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De la misma manada
El PRD: Así sí
Marco Polo López Santos*
Oaxaca, Oax. 3 de mayo de 2009 (Quadratín).- Desdibujado, e intentando con desespero reposicionarse ante la opinión pública, llega el PRD a la antesala de las elecciones intermedias del 2009.
Mal sabor de boca dejó aunque se diga lo contrario en los spots el penoso espectáculo ofrecido por Jesús Ortega, de la corriente Nueva Izquierda, y Alejandro Encinas de Izquierda Unida (muy unida a López Obrador), en la disputa-elección de su dirigencia nacional el año anterior.
A esto habrá que sumar el plantón de Reforma tras las elecciones del año 2006, la toma de tribuna de la cámara baja para impedir el último informe de gobierno de Vicente Fox, el intento fallido de impedir la toma de posesión de Felipe Calderón, y más recientemente, la toma del Congreso de la Unión como estrategia para frenar la Reforma Petrolera.
Más allá de la coyuntura, sería bueno preguntarle a los dirigentes perredistas, formales y no formales, si han aprendido alguna lección o si han reflexionado sobre el papel que le corresponde jugar a la izquierda en México.
Hay dos momentos históricos muy significativos para el PRD, entre otros: la elección de 1988 (Frente Democrático Nacional) y la del 2006. El fraude electoral que se presume en ambos momentos, es un argumento sostenible en el primer caso época en la que el viejo régimen priista aún controlaba buena parte del sistema y se resistía a perder el poder, pero no en el segundo.
Sin embargo, la pregunta que es importante hacerle a los perredistas es ¿Qué han aprendido tras aquellos dos momentos históricos que los llevaron a acariciar la Presidencia de la República?
No se le puede escatimar al PRD, sin embargo, sus aportes al proceso democrático que se ha venido dando en México en las últimas décadas. Ha sabido ganar espacios en algunas entidades federativas y las ha convertido en sus enclaves, el ejemplo más representativo de esto es el Distrito Federal que significó el primer triunfo electoral del partido en 1997, siendo Cuauhtémoc Cárdenas el primer Jefe de Gobierno electo democráticamente. También destacó el triunfo al año siguiente, de Ricardo Monreal como gobernador de Zacatecas, entidad en la que dicho partido prácticamente no tenía presencia.
Algo que ha caracterizado al partido del Sol Azteca es el divisionismo y la falta de capacidad para llegar a acuerdos al interior de sus filas, baste recordar que la elección para renovar a su dirigencia nacional en 1999 tuvo que anularse debido a las visibles irregularidades en el proceso electoral, teniendo que ser nombrado un presidente interino que en aquel entonces fue Pablo Gómez. Así mismo, la postulación presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas por tercera vez consecutiva en el año 2000, provocó la renuncia a ese partido, de uno de sus más conspicuos militantes y fundadores, el Sr. Porfirio Muñoz Ledo. Al respecto, la pregunta que surge de manera espontánea es inevitable, ¿está condenado el PRD a repetir su historia?
En su último proceso de elección interna para elegir a sus candidatos a cargos de elección popular, el PRD nuevamente es protagonista de insalvables irregularidades y la voces de fraude electoral vuelven a escucharse en el seno del partido. Por si esto fuera poco, este es el contexto que engalana el regreso de un personaje sumamente cuestionado a la operatividad política: René Bejarano.
Pero las disputas en la cúpula por obtener espacios de poder no es algo privativo de este partido, ¿porqué entonces ha sido el PRD el que menos capacidad ha tenido para mantenerse cohesionado?, ¿cuáles son sus convicciones, sus principios?, ¿qué los mueve?
El problema radica en que el PRD y en general la izquierda pudieron haber aportado mucho más al proceso democrático del país, y esa posibilidad sigue estando vigente. Hoy este partido padece los mismos males de fondo que el PAN y el PRI: una falta de representatividad y de confianza de la ciudadanía. Pero además llega a la elección exhibido, desprestigiado y mal posicionado en las encuestas de opinión con respecto a las elecciones intermedias de julio próximo. Dicen algunos de sus dirigentes que el partido regresará a su votación histórica de 16 a 20% del electorado votante, pero aún esas cifras podrían ser optimistas.
Aprender de la historia es algo en lo que deberían reflexionar los partidos políticos, pero también y quizás sobre todo los mexicanos votantes. El PRD podría y debería convertirse en una izquierda responsable que asuma, en el discurso y en los hechos, las causas sociales, que se reencuentre con la ciudadanía, que verdaderamente la represente, que sepa retomar el camino y aprenda de su historia, esa sería la mejor aportación que le puede hacer a nuestra inmadura democracia, con ello podría convertirse en una opción para el electorado, y en una posibilidad seria de alternancia en la presidencia. Desafortunadamente, el PRD se ha empeñado en el retroceso y no en el progreso. Así sí tienen asegurado el fracaso en el 2009 y 2012.
* Premio Nacional de Ensayo sobre Transparencia, convocado por el IEAIP