El episcopado ante el segundo piso de la 4T
OAXACA, Oax. 08 de septiembre de 2013 (Quadratín).- El expresidente de Checoslovaquia, Václav Havel dijo con certeza que “yo he notado que un político, y este es un fenómeno generalizado, siempre tiene un halo especial a su alrededor debido al simple hecho de detentar un puesto en particular. No tiene nada que ver con ser un político bueno o un completo idiota; el puesto mismo le da un aura especial al individuo”. (Till, Brian Michael. Conversaciones con el poder. Edit. Patria. México, 2012, p. 60).
Por ello, para tener éxito, los gobernantes tienen que tener un alto sentido, conocimiento y experiencia en su relación con los gobernados y con su equipo de trabajo. La falta de entendimiento sobre la naturaleza humana puede ocasionar el fracaso del gobernante y de su proyecto personal.
Muchos gobernantes en la historia han sido rehenes de los gobernados y de sus colaboradores y han carecido de autonomía y voluntad para la toma de decisiones de gobierno. La gran aportación de Maquiavelo ha consistido en desnudar la naturaleza humana para el logro del éxito gubernamental.
Cuántos gobernantes no se han arrepentido por no haber tenido la firme voluntad de haberse deshecho de alguno de sus colaboradores a tiempo. La traición es la norma más frecuente en las relaciones políticas o para ser más exacto, en las relaciones de poder.
Por estas razones las recomendaciones de Maquiavelo es implacable: “Porque no se debe perder de vista que a los hombres hay que atraérselos o que deshacerse de ellos”.
Atraerse a los hombres o deshacerse de ellos es una lógica de gobierno que no puede quedar en el olvido. Implica primero, que aquella norma que obliga a todos los buscadores de poder, es decir, los políticos, de atraerse a todos los hombres sin más, incluso soportar la presencia de personas indeseables simplemente por ser político, no puede ser una norma universal.
Si es necesario atraerse a los hombres pero también es necesario deshacerse de los mismos. La acción de desprenderse de aquellos hombres que implican un problema para el gobernante es también un arte de gobierno. Saber deshacerse de algunos, es un proceso que habría que cuidar los detalles. Es común que del que habría que deshacerse es del amigo o de la conyugue, en su caso.
Los grandes gobernantes han sido capaces de atraerse a los mejores hombres y deshacerse de los peores, de aquí radicó su éxito.
En relación a la idea de atraerse a los hombres, Winston Churchill, opinaba que: “Un buen líder no debe nunca cerrar una puerta, aunque ésta le produzca sentimientos encontrados” (Escobar, Mario. Winston Churchill: Su Liderazgo. Edit. Grupo Nelson., U.S.A. 2012, p. 91).
En la relación de atraerse y la de deshacerse de los hombres, en este último caso, es un proceso al que habría que tener mucho cuidado, pues los hombres: “Pueden vengarse de las ofensas ligeras; pero no de las graves: así que la ofensa hecha a un hombre a ser tal, que el Príncipe no pueda temer la venganza”.
Así, si algún gobernante quiere deshacerse de alguien no puede cometer el error de no nulificar totalmente a la persona para no temer la venganza, pues de lo contrario, puede costarle muy cara la venganza. La historia está llena de casos de esta índole.
Deshacerse de alguien que había sido un leal compañero y gran colaborador, evidentemente, no es nada fácil, pero si hay que hacerlo, tiene que ser de la manera más efectiva.
Esta idea de atraerse y deshacerse de los hombres es producto, según Lefort del papel desempeñado por Maquiavelo en la escena política desde 1498, “pues le ha incitado a meditar sobre la naturaleza del Poder y el comportamiento de quienes lo detentan, sobre la debilidad de los regímenes sin apoyo popular y su similitud, y sobre las relaciones de fuerza entre los Estados. Es en la práctica de los asuntos públicos en los que constantemente estuvo metido, donde se formaron poco a poco los principios que debían gobernar su obra teórica” (Lefort, Claude. Maquiavelo: lecturas de lo político. Edit. Trota. Madrid, 2010, p.153).
Atraerse a los hombres implica tener virtudes de liderazgo, de conocimiento, de habilidad, tener un don especial, así, se recuerda el formidable liderazgo de Juárez para rodearse de los extraordinarios hombres de la Reforma. Cómo no recordar el don de mando de Porfirio Díaz que atraía a todos bajo su sombra y protección, esto, por mencionar tan sólo a dos ilustres oaxaqueños.
Por otro lado, para deshacerse de los hombres en el sentido de excluir algunas personas de los círculos de poder, se requiere de una buena dosis de crueldad, si este sentimiento no se ejerce, el gobernante está condenado al fracaso. Ser débil ante un despido se puede obtener en el futuro una segura traición y entonces el gobernante sufre las consecuencias de su debilidad. Así, toda relación política es una relación entre amigo o enemigo.
En sus memorias, Adriano reafirma esta idea de la siguiente manera: “Cuenta con este examen de hechos para definirme, quizá para juzgarme, o por lo menos para conocerme mejor antes de morir.
“Como todo el mundo, sólo tengo a mi servicio tres medios para evaluar la existencia humana: el estudio de mí mismo que es el más difícil y peligroso, pero también el más fecundo de los métodos; la observación de los hombres, que logran siempre ocultarnos sus secretos o hacernos creer que los tienen; y los libros con los errores particulares de perspectivas que nacen entre sus líneas” (Yourcemar, Marguerite. Memoria de Adriano. Edit. Hermes, México, 1981. P. 30).
Así, de los tres medios que nos señala Adriano, dos se refieren a la naturaleza humana, el estudio de uno mismo y de los demás.
De igual manera, de las enseñanzas de Marco Aurelio nos dice que de: “Apolonio (recibí) la libertad de criterio y la decisión firme sin vacilaciones ni recursos fortuitos; no dirigir la mirada a ninguna otra cosa más que la razón, ni siquiera por poco tiempo; el ser siempre inalterable, en los agudos dolores, en la perdida de un hijo, en las enfermedades prolongadas; el haber visto claramente en un modelo vivo que la misma persona puede ser muy rigurosa y al mismo tiempo desenfadada; el no mostrar su carácter irascible en las explicaciones; El haber visto a un hombre que claramente consideraba como la más ínfima de sus cualidades la experiencia y la diligencia en trasmitir las explicaciones teóricas; el haber aprendido cómo hay que aceptar los aparentes favores de los amigos, sin dejarse sobornar por ellos ni rechazarlos sin tacto” (Marco Aurelio, Meditaciones. Edit. Gredos, Barcelona, 2008, p. 58).
No hay que aceptar los aparentes favores de los amigos, sin dejarse sobornar por ellos ni rechazarlos sin tacto, nos habla del arte de atraerse y de deshacerse de los hombres.
Se puede sostener, sin temor a equívocos que el análisis que hace Maquiavelo en El Príncipe, es en realidad un análisis de la conducta de los hombres.
Lo que mueve a los hombres es la pasión por el poder, por ello, “las pasiones son una cierta esclavitud que el alma se da a sí misma. Una esclavitud por la Nada, ya que toda pasión es vanidad y desdicha” (Marina, José Antonio. El misterio de la voluntad perdida. Edit. Anagrama. Barcelona, 1998, p.30).
No hay vuelta, por tanto, las relaciones humanas vienen caracterizadas por la pasión si el gobernante entiende esto, seguramente emplearía bien el arte de atraer y deshacerse de los hombres.
En política, en el arte de conservar, mantener, adquirir y aumentar el poder, no se puede ser bueno o malo, solo es posible ser objetivo. No tiene atributos morales sólo refleja las condiciones del momento.