
Carta pastoral para un continente con miedo
OAXACA, Oax. 22 de septiembre de 2013 (Quadratín).- En el mundo moderno, mayoritariamente, se accede al gobierno de los cuerpos políticos por medio de las elecciones, elecciones que son, por regular muy competidas. La gran mayoría de los teóricos de la Política le llaman a este hecho democracia, cuando en realidad son regímenes que cuentan con sistemas electorales competidos y de cierta racionalidad en sus valores. Sin embargo, así se constituyen la gran mayoría de los gobiernos modernos.
El cambio de los gobiernos, a través de los partidos, es cosa sana en las competencias electorales. Incluso, esta rotación de los partidos se considera como buena salud de la democracia, sin preguntar jamás si ha sido benéfica para los ciudadanos, habría que recordar que la eficacia de los gobiernos es la medición más exacta que se puede hacer y no por su calidad en el cambio de los partidos en la titularidad del poder público.
A todo gobierno se le mide por su eficacia en la conducción de la cosa pública y no por la forma de acceder al poder en el marco de la competencia electoral. Hitler llegó al poder en Alemania por competencia electoral y fue un gobierno desastroso para el mundo y para el pueblo alemán.
Lo que demuestra la rotación de los partidos en los poderes públicos es una gran ineficiencia en sus gobiernos, si no hay un franco deterioro, por lo menos existe un estancamiento en la eficacia y eficiencia gubernamental.
La rotación no significa alternativa para los ciudadanos y sí un deterioro de la eficiencia de los gobiernos para alcanzar el bienestar común y la conservación de los ciudadanos, en términos de vida digna, libertad, igualdad y seguridad.
En realidad no hay alternancia, no hay alternativa, mucho menos transición hacia la democracia, como se pretende hacer creer. En realidad hay un gobierno por turno, cuya expresión exacta es: “quítate tú para que me ponga yo”. Parece que existe un acuerdo tácito para que la clase política se turne en el poder sin un ápice de cambio en la conducción del gobierno.
También observamos una gran fragilidad de los partidos para conservar el poder por largo tiempo, que necesariamente es en perjuicio de los planes de gobierno.
El gobierno por turno no tiene componente moral alguno, simplemente es un reparto del poder entre las clases políticas, como son buscadores del poder, al llegar a él, lo utilizan como un bien personal y de partido pero no a favor de la población. El gobierno por turno es el peor de los gobiernos en términos de eficiencia, democracia y calidad moral.
El gobierno por turno es la gran estrategia de la clase política para gozar siempre del poder, engañando al pueblo con una supuesta competencia electoral, que es la manera más grosera y vil de dominio al pueblo. Aún más, los partidos que por sí solos no pueden gozar de esta prerrogativa partidista, se unen para alcanzar este fin, no importando ideología y moral alguna.
De aquí la importancia de la reflexión de Maquiavelo ante la avidez de la clase política por conservar el poder: “Nada hay tan común y tan natural como el deseo de adquirir, y más bien se alaba que se censura a los hombres que pueden satisfacerlo; pero cuando no pueden conseguirlo, a pesar de intentarlo por cualquier medio, incurren en error y son dignos de censura” (Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. Edit. Colofón. México, 2007, p-21).
Las alianzas electorales de partidos distintos signos ideológicos y programáticos son la adquisición del poder por cualquier medio, según los términos de Maquiavelo, son errores y por ende, dignos de censura.
La ambición desmedida de la clase política por potenciar su poder para beneficio propio, es el principio de su propia destrucción, porque el pueblo tiene límites de tolerancia ante tales abusos de poder. El orden institucional se puede romper cuando permanentemente se engaña y se oprime al pueblo.
Mediante los sistemas electorales vigentes en el mundo, invariablemente, producen sólo dos tipos gobierno: El primero, son los gobiernos personalizados que casi rayan en el despotismo, como los gobiernos orientales y algunos occidentales. Los segundos, son los gobiernos de los barones del dinero, que se hacen legitimar por estrategias de manipulación de la opinión pública.
Si en una sociedad política hay cierta madurez para regirse por las leyes y de cierta manera se considera de que gozan de las libertades más indispensables, el gobierno por turno tiene tres medios para su conservación. Siguiendo a Maquiavelo, lo primero que se puede hacer es destruir los cimientos de ese gobierno, lo segundo, es integrarse a ese gobierno y tercero, gobernar con claro respeto a esas leyes. Estas tres acciones, que son distintas entre sí, pueden garantizar cierta estabilidad en el gobierno por turno.
Sobre el tema Maquiavelo afirmó: “Todo el que se enseñorea de una ciudad acostumbrada a disfrutar su libertad y no la destruye, se expone a ser destruido por ella, pues siempre escuda la rebelión en el grito de libertad y en sus antiguas instituciones, que el tiempo ni los beneficios logran hacerle olvidar; y por más que se haga, por muchas precauciones que se tomen, si no se desune o se dispersa a los habitantes, nunca se aparta de su corazón ni de su memoria el nombre de libertad, como tampoco las antiguas instituciones, antes bien a uno y otras acuden inmediatamente a la primera ocasión, como hizo Piza después de permanecer tantos años bajo el yugo de los Florentinos” (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 25).
Dejar intactas las instituciones y los valores del gobierno que se sustituye es el camino más seguro para no conservar por largo tiempo ese poder político. Pongamos como ejemplo el gobierno panista, jamás intentó destruir el régimen priista, lo pagó siendo destituido por este propio régimen.
Es pertinente recordar que cuando se accede al poder público por vez primera, se debe recorrer el mismo camino que otros han recorrido por seguridad propia. Imitar es propio de gobernantes inteligentes y prudentes, pero sobre todo, imitar a los gobernantes más destacados, aunque no se les iguale, por lo menos se estará en la ruta correcta. Esta acción es posible en un gobierno de la alternancia y no en un gobierno por turno.
Sale sobrando decir que un gobernante que asume el poder político debe tener buenas cualidades personales, no deberá dejar todo a la buena fortuna, pues de esas cualidades personales dependerá el éxito de su empresa. Cómo no recordar a excelentes gobernantes, de grandes atributos personales, así nos recuerda Maquiavelo a: Moisés, Ciro, Rómulo, Teseo, etc.
A pesar de todo, a estos grandes gobernantes les ayudó la ocasión y la fortuna, así, a Moisés le ayudó que los israelitas fuesen esclavos y oprimidos en Egipto; fue necesario que Rómulo no se haya creado en Roma y fuera abandonado, para llegar a ser rey de Roma; asimismo, fue necesario que Ciro viese a los Persas descontentos del imperio de los Medos y a éstos relajados y flojos por la larga duración de la paz. Por lo mismo, no hubiese aflorado el valor de Teseo si no hubiera hallado dispersos a los atenienses. “Estas circunstancias hicieron felices a tales hombres, cuyo talento supo aprovechar la ocasión de hacer célebre a su patria y de asegurarle la prosperidad” (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 27).
En primera instancia, la fortuna y la ocasión ayudan al logro de los fines de los gobernantes. Habría que saber y conocer la ocasión, la fortuna vendrá por sí sola.
Es de reconocer, que el gobernante que confía en sus habilidades, aprovecha la ocasión y cuenta con cierta fortuna, le es difícil asumir y adquirir el poder político, sin embargo, le es mucho más sencillo conservarlo, de acuerdo al propio florentino.
El nuevo gobernante, de la alternancia, no el de por turno, le es complicado introducir nuevas leyes, pues para asegurar la calidad, de su gobierno deberá de asumir la necesidad de instrumentar un nuevo régimen.
Nos dice Maquiavelo que: “El que lo intenta la innovación, se gana la enemistad de aquellos a quienes satisfacen las leyes antiguas, y sólo halla débiles defensores en aquellos hay quienes las leyes nuevas benefician; esta tibieza débese en parte al temor de sus adversarios, a quienes convienen las viejas instituciones, y en parte también a la incredulidad de los hombres, que desconfían de toda innovación hasta que una larga experiencia les demuestra su utilidad” (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 27)
Esta situación deberá enfrentarla el gobernante, con decisión, fuerza voluntad y velar siempre el futuro de la comunidad que se está gobernando. No siempre el pueblo sabe lo que quiere y someterse, a veces, a la fuerza de la opinión pública no es siempre una buena conseja. Bill Clinton lo expresó muy bien al afirmar, ”la gente nos contrata para dar resultados, no podemos paralizarnos por la opinión pública”( Till Brian, Michael. Conversaciones con el poder. Edit. Patria. México, 2012, pp,157, 158).
En este contexto, los enemigos atacarán con vehemente ardor, mientras que el pueblo, que se quiere beneficiar en lo futuro, no defiende al nuevo régimen con pasión, porque al pueblo es variable, pero los enemigos son muy consistentes. Maquiavelo afirmó que: “Por tanto es preciso disposiciones tales, que en el momento que no crea el pueblo, se le pueda forzar a creer.” (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 28)
Es evidente que los innovadores deberán de vencer a muchos obstáculos a cada paso que dan, por ello, necesitan de talento para vencer estos obstáculos, pero una vez vencidas las dificultades, incluyendo a los enemigos, lo más seguro, es que a los innovadores serán considerados verdaderos líderes de los Estados modernos, en el futuro, serán venerados queridos y poderosos.
Maquiavelo pone el ejemplo de Hierón de Siracusa, que de simple particular llegó a rey de ese principado, que aprovechó la ocasión, sin requerir mucho de la fortuna, “En su conducta privada fue tal, que cuantos acerca de él han escrito, dicen que, para reinar, sólo le faltaba un reino. Disolvió la antigua milicia, organizó totalmente otro, deshizo las antiguas alianzas y se creó otras, y como sus amigos y sus soldados le eran del todo adictos, le fue fácil edificar sobre tales cimientos; de manera que le costó mucho trabajo adquirir, pero muy poco conservar” (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 28)
De modo que, en un gobierno de la alternancia, la innovación es una necesidad, en un gobierno por turno, nadie arriesga nada, más que el disfrute del poder. Adquirir un gobierno por turno es fácil, conservarlo es difícil, al revés, adquirir un gobierno de la alternancia es difícil, conservarlo es fácil.