Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
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+ 1970 a 2013: itinerario de una derrota
OAXACA, Oax. 13 de diciembre de 2013 (Quadratín).- Si a lo largo de las maratónicas sesiones en las dos cámaras los perredistas usaron el argumento de que Lázaro Cárdenas fue el “mejor presidente de México”, bien poco o nada han hecho para desarrollar una estrategia política de revalidación del cardenismo.
El PRD nació de las cenizas del Partido Comunista Mexicano que no apoyó la candidatura presidencial del general Cárdenas en 1934 y sí la de Plutarco Elías Calles en 1924 y se construyó sobre la idea de rediseñar el proyecto cardenista de nación, pero en los hechos el partido se agotó en un caudillismo sin masas, sin clases, sin trabajadores y con una agenda asistencialista.
El cardenismo como ideología ha tenido dos fases. La primera va de la derrota del proyecto cardenista en 1939 con la designación del conservador Manuel Ávila Camacho como el sucesor a la muerte del general Cárdenas en octubre de 1970, con etapas de radicalización personal por la Revolución Cubana, el Movimiento de Liberación Nacional y la protección de profesores universitarios en 1968.
La segunda corre del testamento censurado del general leído por Cuauhtémoc Cárdenas el 19 de octubre de 1971 a la reforma energética; en esta fase hubo dos periodos: el de la actividad de Cuauhtémoc dentro del PRI conservador, la senaduría en 1976, la Subsecretaría Forestal en 1977 y el gobierno de Michoacán en 1980, y el de la rebeldía y ruptura con el PRI a partir de 1985, la candidatura independiente, la fundación del PRD y la lucha en 2013 contra la iniciativa de reforma energética.
En el fondo, el cardenismo como ideología nunca tuvo cabida en las diferentes izquierdas mexicanas; la comunista lo vio con suspicacia, la socialista lo asumió como resabio del priísmo y la perredista quedó atrapada por el caudillismo de López Obrador. De todos modos, la intención de revalidación del proyecto cardenista comenzó en 1985 con el discurso “La Revolución a futuro” leído por Cuauhtémoc Cárdenas en la CVIII Jornadas de Historia del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana “Lázaro Cárdenas”.
El punto de partida del texto de Cuauhtémoc fue político: “intentaré en este trabajo presentar hacia dónde debiera evolucionar el país en el futuro inmediato para dar cumplimiento y satisfacción a los objetivos de la Revolución Mexicana”. En 1987 Cuauhtémoc fundó la Corriente Democrática del PRI para oponerse a la candidatura de Carlos Salinas y se salió del PRI para la candidatura del Frente Democrático Nacional.
El PRD nació del registro del PCM pero lo hizo como partido neocardenista, aunque en los hechos nunca pudo definir coherentemente un proyecto político, ideológico y de gobierno. Y los perredistas en realidad casi nunca citaron a Lázaro Cárdenas. En el camino, la reforma modernizadora de Salinas modificó dos de los supuestos centrales del cardenismo: el ejido y el Estado, privatizando el primero y sacando del juego económico al segundo.
El cardenismo como gobierno duró poco: de la ley de expropiación de 1936 a la fundación del Partido de la Revolución Mexicana a finales de marzo de 1938 para apoyar la expropiación petrolera. Su proceso de sucesión representó la primera derrota del cardenismo. Cuauhtémoc no pudo lidiar con la herencia: jugó en los espacios de la izquierda con el Movimiento de Liberación Nacional procubano y con la candidatura disidente de Henríquez Guzmán, pero regresó al redil priísta paradójicamente con López Portillo, autorreconocido como “el último presidente de la Revolución Mexicana”.
Hoy los perredistas andan con los restos políticos de Lázaro Cárdenas a cuestas para ofrendarlo en altares legislativos, pero con la carga de culpa de haberlo olvidado en el PRD. Por tanto, la derrota ideológica del cardenismo es responsabilidad del PRD.
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@carlosramirezh