Mantiene Oaxaca éxito rotundo en el Festival Internacional Cervantino
JUCHITÁN, Oax. 31 de diciembre de 2013 (Quadratín).-El sacerdote recibe a los fieles en la iglesia de San José, en la Riviera. Es mediodía.
La pareja decide casarse por la iglesia. El cura inicia el sacramento mientras un hombre moreno detiene su mirada tras el visor de su cámara fotográfica.
Es Juan Cortázar, joven fotógrafo que obtuvo este año el tercer lugar en el concurso “El Paisaje del migrante”, y cuyo trabajo se encuentra expuesto en el Museo del Ferrocarril, a propósito del Día del Migrante que se celebró el pasado 18 de diciembre.
Diseñador gráfico de profesión y fotógrafo por vocación, Juan Cortázar es requerido en el Istmo de Tehuantepec como fotógrafo de sociales, actividad que le permite ganarse la vida para hacer realidad otros proyectos artísticos.
-¿Cómo sobrevive en el Istmo el fotógrafo que busca capturar imágenes más allá de la realidad que le rodea?
-En casa, con los sobrinos, me dio el gusto por capturar imágenes en las fiestas familiares. Estudié la carera de diseño gráfico en una universidad regional.
En la escuela el maestro Hugo Lara me enseñó la generosidad de las fotografías de sociales.
Las mujeres desde temprana edad, niñas en brazos, portan el traje regional y miran con descaro a la cámara de fotografías.
Juan Cortázar viaja en la batea de una camioneta, sigue el auto principal donde viajan los recién casados.
– ¿Desde qué edad viene tu gusto por la fotografía?
– Desde niño, aunque no conocía la cámara fotográfica juntaba los dedos de índice y pulgar y tomaba fotos en mi cabeza.
El tema eran las nubes, el río, la gente que pasaba en la calle.
– ¿Como fotógrafo de sociales qué es lo que principalmente te pide la gente, tus clientes?
– La gente es práctica. No te pide encuadres ni perspectiva, no sabe ni quiere saber de la velocidad de la luz.
Te pide que los rostros salgan iluminados. Que salga toda la gente que fue invitada y los novios y la quinceañera, la abuelita y las tías.
La gente de la familia. La gente te pide retratos.
– ¿En lo personal cómo te sientes al ganarte la vida alejado de tu quehacer artístico como fotógrafo?
– Desde niño me gusta la fotografía, el cine. En Tehuantepec, de donde soy originario, como en todos los lugares uno tiene que ganarse la vida.
Cubrir las actividades sociales, bodas, bautizos, quince años me da para pagarme la vida. Mientras trabajo en mis asuntos.
– ¿A qué edad tuviste la primera cámara de fotografía?
– Cursaba la preparatoria, entonces decidí ser fotógrafo. Y adquirí la primera cámara.
– ¿Cuáles fueron tus inicios?
– En ese tiempo, la cámara análoga y el conocimiento de fotografía básica.
Mientras conversa dirige al amigo que toma las fotos. Su rostro permanece sereno montado en la batea.
– ¿Cuáles son tus influencias?
– Gabriel Figueroa, Manuel Álvarez Bravo, lo que se conoce como decanos de la fotografía en este país.
– ¿Y para el desarrollo de tu mirada tras el visor de la cámara, reconoces alguna presencia?
– Annie Leibovitz, la fotógrafa que tomó la imagen de John Lennon con Yoko.
La camioneta llega al salón de fiestas Bugambilias.
Juan desciende y su mirada reconoce el terreno.
Algún familiar de los desposados pregunta por el espacio donde va hacer las fotos de la pareja.
Juan Cortázar atiende con diligencia a sus clientes.
Interrumpe Juan su trabajo con la pareja sólo para comer.