Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
OAXACA, Oax. 28 de abril de 2014 (Quadratín).-De la ciudad no recuerdo gran cosa, las calles iluminadas, los charcos que deja la lluvia, no mucho.
Tenía un río. O la imagen en mi recuerdo de un río. En esa ciudad conocí a Eusebio Ruvalcaba.
Una anoche antes del recuerdo del río leyó su poesía en la Sala de Cabildos del palacio municipal. Aquella noche, terminada la lectura, Eusebio me enseñó el secreto para saber la vida nocturna de un sitio al que se llega por vez primera.
Con todo el aplomo del mundo hizo detenerse a un taxi. Se acercó al conductor y preguntó cortésmente:
-¿Podría llevarnos al mejor burdel de la ciudad?
Eusebio me recordó a mi madre, el que pregunta no se equivoca. Aquella noche Eusebio me dijo de sus maestros escritores, de un gringo que atravesó en tren su país para ir a recoger un premio literario, de Rulfo, de los sonetos de Shakespeare.
No recuerdo más de aquella noche. Lo único que sé es que nos entregamos a la amistad desde aquel encuentro como lo hacen dos huérfanos de padre en esta tierra, sin más propósitos.
Sobreviven en mi cabeza un río, las calles humedecidas de lluvia, los faroles de luz mercurial.