La Diverti Ruta regresa a la calzada Porfio Díaz en la ciudad de Oaxaca
OAXACA, Oax. 5 de mayo de 2014 (Quadratín).- “¡A 10! ¡A 10! ¡A 10 pesos el montón de mangos!”… “¡Lleve su fruta, llévela, llévela!”. Gritos cotidianos en un tianguis de frutas llegaron al zócalo de la ciudad de Oaxaca. Mangos, peras duraznos, manzanas, plátanos… de todo hay.
Es lunes, primer día de la semana. Varias horas antes de que iniciara el mitin de la Sección 22 del magisterio, el lugar está convertido en un gigantesco mercado.
Fruta por aquí, memelas por allá, comida más allá; globos en una esquina; tendederos de sombrero que ahora han llenado todos los rincones de la capital, ya no sólo las marchas de los maestros.
Huipiles por acá, ropa “típica” traída de otros estados e incluso de Centroamérica más acá. Todo es ofrecido y ofertado en el zócalo de la capital. Discos “pirata” al gusto, desde películas de acción hasta series infantiles, sin faltar los clásicos de música de protesta.
Es educativa, es cultural, se excusan vendedores, uno de ellos frente al Palacio de Gobierno, otro más en la esquina del portal de Flores Magón e Hidalgo.
Los infaltables artículos de plástico están por todos lados; lo mismo globos que pelotas o cualquier juguete a precio cómodo. Las blusas bordadas a máquina llaman la atención de algunos turistas que expresan admiración frente al ambulantaje que copa el bello espacio del también llamado Jardín de la Constitución.
El corredor exterior del Palacio es digno ejemplo de un mercado desordenado. Los alimentos se cocinan al pie del balcón del titular del Poder Ejecutivo. En el otro extremo, puestos de espumeante téjate, de dudosa calidad sanitaria.
“¡Calcetines a seis pesos! ¡Todo a seis pesos! ¡Lleve la oferta!”, son los gritos de moda y de novedad en un zócalo convertido en muladar de apoyo a los maestros.
La amenaza de lluvia no amilana a los enjundiosos vendedores. A las cinco de la tarde, con la llegada de los maestros y su dirigencia sindical, toman valor y ocupan más espacio. Para “coberturar” la lucha, dicen.
Y aun cuando el magisterio no tenga actividad pública, también están ahí, a ciencia y paciencia oficial.