Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
OAXACA, Oax. 25 de agosto de 2014 (Quadratín).-El crecimiento del PIB es quizás el mejor testimonio del éxito o fracaso de la política económica, lo mismo que el crecimiento en términos reales de las variables básicas como el empleo, la distribución del ingreso y el salario real.
Asimismo de la recaudación tributaria, la inversión y el desarrollo regional. Yo agregaría, los avances en la descentralización. El éxito o fracaso de la política social, igualmente determina la suerte de los gobiernos, en virtud de la deuda eterna que se tiene con los millones de mexicanos que se encuentran no sólo en pobreza, sino en indigencia.
Las expectativas del Gobierno generan expectativas en la sociedad, de ahí que se entienda que las estimaciones oficiales generalmente son optimistas, excepto cuando se negocia el paquete fiscal, por razones también claras.
De ahí la importancia del trabajo de los analistas privados y de los independientes, gremiales y universitarios. Un instrumento útil es la encuesta mensual de los analistas del sector privado que difunde el Banco de México desde hace algunos años y que ha sido muy atinada.
En 2009 la caída del PIB fue cercana al siete por ciento, pero en 2010, más por un “efecto de rebote”, la tasa de crecimiento rebasó el cuatro por ciento, lo cual se festinó como el inicio de la recuperación económica, que en promedio los seis años de la administración anterior, fue insuficiente.
En 2011 el crecimiento de la inversión extranjera directa fue muy baja, y como respuesta las autoridades de la Secretaría de Economía, matizaron la cifra del año anterior, restando los ingresos derivados de la cervecera a Heineken; en 2010 se festinó el crecimiento de la IED, sin netear esa operación.
Por supuesto que es mejor crecer, pero siempre hay que verlo con mesura y de manera integral, lo mismo va para las cifras del crecimiento, que para el empleo.
Un ejemplo de información parcial, es el de España donde a nivel del Gobierno, se habla de recuperación: cuando variables como las del empleo, se recuperan respecto al trimestre anterior, o repunta un poco el PIB, se festina como triunfo, pero omiten el deterioro de su crecimiento económico y la fuerte destrucción de puestos de trabajo acumulados, durante la gestión del actual Gobierno, cuyo saldo es negativo. Lo correcto sería decir que se paró la caída y se empiezan a recuperar estas variables. Se juega mucho con el “si no se hubiera hecho, sería peor”.
SALARIO MÍNIMO
Con relación al debate que se da en torno al salario mínimo, habría que tener presente que desde los ochentas se decidió como política dejar que creciera menos que la inflación, de tal forma que se redujera su utilidad como referencia.
Hoy por supuesto está muy lejos de darle suficiencia a la canasta básica para una vida digna de las familias de los trabajadores.
Lo que se ha llamado salario remunerador no existe. Por ello, quienes están en el debate, deberían revisar el Informe Mundial sobre Salarios 2012/2013 de la Organización Internacional del Trabajo, donde se señala que se deberían tomar en consideración las necesidades de consumo básico de los trabajadores, para su determinación.
Recomienda la OIT tomar en consideración, además de factores de protección social, “factores económicos, incluyendo niveles de productividad, requerimientos en términos del desarrollo económico y la necesidad de mantener un alto nivel de empleo”.
En suma que los estados miembros de la OIT, “deberían establecer salarios decentes y sostenibles… y que la puesta en marcha de salarios mínimos a niveles apropiados, puede ayudar a impedir la pobreza creciente de aquellos que tienen un empleo”.