Llora, el país amado…
MÉXICO, DF. 25 de agosto de 2014 (Quadratín).-La prensa escrita (impresa) ha dejado de ser el Cuarto Poder, que subvertía el orden establecido, incluso tirando poderosos presidentes (recordar Water Gate), y se ha convertido en un instrumento de ineficaz propaganda política, o en un propagador de pornografía con una influencia muy relativa, porque cada vez los periódicos sólo sirven para armar los abultados cliping que supuestamente le sirven a los políticos para presuntamente normar criterios y tomar decisiones.
La radio perdió su sentido comunicador con el auditorio; se convirtió en un medio más de propaganda y en un trasmisor de complacencias y programas estúpidos para gente fodonga.
En lugar de la prensa impresa y la radio, se afianzó la televisión, y se «empoderó» la Internet, en la que destacan las llamadas redes sociales: Entre telenovela y telenovela, realities shows televisivos, y ese juego de soledades incómodas (Facebook) y de compulsión por obtener y mantener un presunto reconocimiento, disparando a lo loco emociones íntimas o informaciones baladíes (Twitter), se arma el juego de la manipulación social.
Si la televisión, un medio frío, adormece el cerebro de los televidentes y les inyecta como verdad cualquier basura, con la infalibilidad de la que hace muchos años presumían los Papas vaticanos – si no lo dice la TV no existe -, las redes sociales son los medios que inconscientemente intuyó Nicolás Maquiavelo para dominar, adormecer y controlar a la sociedad humana.
Si no se «postean» en la Internet, los resentimientos sociales envenenan, aunque nadie desde la cumbre del poder vea ni oiga. Y de ribete, los aparatitos – dispositivos móviles -, que enajenan a las mayorías y las excluyen de la realidad, que es dolorosa, que hace sufrir a la mayoría de las personas. Es brutal encontrarse entre un mar de humanidades que, en medio del tumulto mascullan la soledad y la solitariedad con las orejas tapadas por un audífono.
Así, los medios masivos de «comunicación» van destruyendo vertiginosamente la armonía individual y colectiva. Y ello ayuda a que los agentes del poder actúen a sus anchas, mediante una «democratización» para apuntalar dictaduras ideológicas; con mecanismos de poder que ni Goebels, el comunicador de Adolfo Hitler, soñó, ni menos Maquiavelo. Y en medio de todo, el Big Brother como un dios.
Los detentadores del poder – de derecha y de izquierda – están construyendo una sociedad muy fácil de dominar, de manipular, de controlar, de adormecer, mientras la democracia se parece más a una tienda de abarrotes, en la que lo que se imponen son las ofertas de dos por uno, cuando lo que el consumidor necesita realmente es uno.
La educación, como decían los viejitos de principios del Siglo 20, se ha convertido en una educación de pie de banco, cuyo objetivo es crear una enorme masa de servidumbre asalariada, sin opciones de ninguna clase; sólo sobrevivir en condiciones lo suficientemente humanas para sólo servir al patrón.
La ciencia, sumergida en los cubículos de las universidades, sin apoyos suficientes para desarrollarse. Sólo coto de las economías industrializadas que la emplean no para beneficio de la humanidad, sino para satisfacer los intereses de las clases dominantes y para explotar a la Naturaleza a más no poder, alimentando la resurrección del caos.
En la medicina, por ejemplo, es dramática la anécdota en la que un africano lee el periódico que informa que el misionero español contagiado de Ébola se recupera rápidamente y en dos semanas estará curado, Y un niño le pregunta: y cómo se llama la medicina. Y el hombre responde: Dinero.
Las actividades culturales, literarias, musicales, de entretenimiento y ocio etc., sólo son probaditas para las masas. Son para quienes pueden pagarlos.
Y la economía. Ah, es lo más fácil de controlar para los hombres del poder. El objetivo es que la macroeconomía marche bien; que las grandes cuentas nacionales sean manejables, pero no importa el bienestar de los trabajadores, su salario, sus prestaciones, su diario vivir. Gracias a la propaganda de los medios, a los trabajadores, a las grandes masas humanas, lo único que les preocupa y ocupa es tener que comer hoy, que mañana será otro día. Les tiene sin cuidado quién sea su gobernante, quien sea el diputado de su distrito, el senador por su estado natal, su gobernador, su presidente municipal, o si el cacique rural o urbano los explota con salarios de hambre.
¿Verdad que duele el panorama de este mundo en el que nos tocó vivir? Y al parecer no hay un árbol donde cobijarse. No hay para donde hacerse. Esta sociedad, y es un fenómeno mundial, está controlada por la dictadura de los medios masivos de propaganda, y enajenada por la salida falsa de las redes sociales. Todo en exclusivo beneficio de las clases dominantes. Aunque hay honrosas excepciones. Y aunque unas cuantas golondrinas no hacen verano, no queda más que vivir con la firme esperanza de que todo dé un vuelco en el sentido de las manecillas del reloj.
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