
¿Lealtad a quién?
OAXACA, Oax. 18 de diciembre de 2014.- Los días de gloria de maquinistas, fogoneros y todo el personal que trabajaba para Ferrocarriles Nacionales de México sólo permanecen en el recuerdo en la región del Istmo.
El tren, a más de un siglo de haber sido introducido en la zona, se encuentra en decadencia, pero aun sueña como soñó en sus innumerables batallas, a lado de sus trabajadores, quienes hoy están de fiesta.
Al sentir por primera vez el vaivén de la locomotora, los ferrocarrileros entendieron su indomable ansia por saber y llegar más allá de sus límites. Desde ese arrebatador momento, el tren los llevó a lugares nunca imaginados, les brindó conocimientos incontables y los puso en contacto con oficios, personas y posibilidades insospechadas.
Fue el expresidente Manuel Ávila Camacho, el que instituyó en 1944, el 7 de noviembre como Día del Ferrocarrilero, en honor a la memorable hazaña de Jesús García Corona, “el héroe de Nacozari”, quien en esa fecha pero de 1907 salvó de una tragedia, a costa de su vida a miles de habitantes del municipio de Nacozari, Sonora.
Jesús García, antes de alcanzar la categoría de héroe, era un empleado modelo; cumplido en el desempeño de sus obligaciones, de una pericia extraordinaria en su especialidad, paradigma en suma, digno de emulación y recuerdo, dicen los libros.
Fuentes bibliográficas aseguran de manera breve que Jesús García trabajaba como maquinista para una compañía minera y el día antes citado salvó al pueblo de Nacozari, desviando la trayectoria de un convoy cargado de dinamita que estaba a punto de estallar, ofreciendo su vida en ese acto heroico.
Después de 65 años del referido distintivo hecho por Ávila Camacho, se mantiene el entusiasmo por este festejo, aunque en algunos jubilados queda el sabor amargo de la privatización, pues mucha gente se quedó sin trabajo y se perdió el servicio de transporte de personas, principalmente a las comunidades de difícil acceso.
Para Samuel Estudillo, líder de los ferrocarrileros jubilados de Matías Romero, el tren fue elemento que transformó la vida de México.
“El tren le ha dado grandes esperanzas a la gente de este país, el tren vino a significar progreso y trabajo. Mucha gente encontró en el tren una esperanza de vida, pero sobre todo, los que trabajamos allí, hemos actuado con firmeza y hemos sabido estar a la altura de las circunstancias en momentos determinados”, nos comentó durante nuestra última visita a la región del Istmo.
Además del “héroe de Nacozari”, han existido destacados líderes, que lucharon por la dignidad sindical y la defensa de los derechos de sus compañeros, como lo hizo mi paisano espinaleño Demetrio Vallejo Martínez.
Estudillo, compartió con el “chaparrito de oro” grandes experiencias, pero también mucho dolor. Aun lo recuerda con entrañable cariño y cada vez que habla de él, su voz se entrecorta, con una rabia ante el sistema actual que según él, “quiere mancillar la dignidad de los mexicanos”.
“Pocos hombres como él, imposibles de doblegar. 11 años de cárcel y una larga huelga de hambre no lo cambiaron. Murió en 1985, él, el incorruptible. Esa fue su característica principal, fue una persona incorruptible, ha sido de los pocos que han logrado poner en jaque al régimen corrupto”, sostuvo el líder sindical.
Vallejo Martínez, en 1958 fue electo Secretario General del Sindicato Nacional Ferrocarrilero, fue encarcelado por el gobierno del Presidente Adolfo López Mateos, después de romper la huelga que paralizó al país en 1959.
Desde esta óptica, Estudillo indicó que en 1985, México perdió a un gran hombre, y que lamentablemente, desde su muerte, aun no se ha visto a algún líder de la talla de su entrañable amigo y compañero de lucha.
“Aunque su base fue la cultura zapoteca, él pensaba que siempre hay una razón social y política tras los mitos y las leyendas. Nunca perdió esa cultura esencial, la de la tierra, la de su pasado prehispánico. Se supo y se declaró indígena. Pero tampoco fue eso lo que más le importó. Quería ante todo cambiar la suerte de los trabajadores, depurar el sindicalismo, acabar con los líderes vendidos”, puntualizó.
Ante el reto de seguir una lucha que iniciaron hace más de 50 años, Samuel Estudillo, con su temple recto y sereno, recuerda aun una de las frases que su amigo mencionó en vida, “no les digo adiós ni hasta luego, porque sé que tenemos una cita con el destino” y con ella deja abierta la puerta del ferrocarril que tripuló por muchos años.
Twitter: @JoseCarlosFO