
Día mundial de la justicia social
Con profundo afecto y admiración al joven idealista y soñador. A un gran conversador apasionado de la izquierda.
Lector fulminante y debatiente salvaje.
OAXACA, Oax. 21 de febrero de 2015.-Fidel ha dejado un gran vacío para quienes le conocimos y apreciamos. La forma en la que ha sido asesinado junto con sus compañeros o camaradas, como él seguramente los llamaría nos provoca una gran indignación, misma con la que ahora escribo.
Fue brutalmente acribillado de la manera más cobarde, en la madrugada, a oscuras, por la espalda, sin posibilidad de defensa alguna o de siquiera mirar a los ojos a sus agresores.
Quizá estaba en el momento equivocado o en medio de una circunstancia que no era la suya, aún así, no es motivo suficiente para haberle arrebatado la vida como lo hicieron.
Decidí redactar éstas líneas como una forma de recordarlo, de compartir lo que Fidel representaba: un verdadero dirigente juvenil de izquierda; pero más aún, para sumarme a las voces que exigen justicia en un estado en el que los asesinatos políticos se han vuelto cotidianos, donde militar en un partido resulta enormemente peligroso y la confianza en las instituciones se ha perdido.
Es doloroso recordar sus palabras, sus conversaciones, sus proyectos, porque ya no estará aquí para materializarlos.
Su partida ha irrumpido un sueño que se vislumbraba lleno de esperanza. Eso era Fidel, la promesa de una nueva izquierda, un joven preparado, honesto, convincente, con muchas interrogantes que al lanzarlas orillaban a sus interlocutores irremediablemente a debatir; un cúmulo de ideas avasalladoras que provocaban la reflexión a todo el que lo escuchaba.
Se podía charlar muchas horas con Fidel sobre política, ciencia, cine, literatura, filosofía y el cansancio simplemente no llegaba. Le tuvo una profunda admiración a su padre, siempre platicaba de él y tenía muchas historias que compartir, quizá por eso quienes lo tratamos pudimos entender y valorar la importancia que tuvo la COCEI en Oaxaca. Aunque no estuve en ese tiempo para atestiguarlo, sus descripciones tan detalladas eran suficientes para imaginar la trascendencia del suceso.
En alguna ocasión me platicó de la participación de su madre en esa lucha. Reconocía su fortaleza y solidaridad con Daniel. Ella, me dijo, les preparaba de comer y también recibía a los compañeros y compañeras del movimiento que llegaban a casa llevados por su padre. Era quien lo motivaba a seguir en las situaciones más adversas. Estoy segura que de esas enseñanzas Fidel aprendió la generosidad y respeto que sentía hacia las mujeres.
Nunca le gustaron los reflectores. Decía que los liderazgos se construyen a pie, caminando con los compañeros, comiendo en el lugar en donde se acabaran las reuniones. Creía fielmente en la necesidad de una nueva revolución y que emanaría de la Sierra oaxaqueña.
Sentía la necesidad de continuar con una lucha social que no había terminado con su padre. Su sencillez era notoria, poseedor de una inteligencia cautivadora y un discurso cargado de argumentos capaz de transmitir fácilmente confianza y admiración.
Fide, como solía llamarlo, era un hombre que sonreía con el alma porque era transparente. Un amigo que se comportó siempre a la altura de lo que significa un camarada.
Un apasionado de la política al servicio de las causas más nobles, un joven como pocos, con ideales y convicción.
Se ha ido, nos lo han quitado. Recurriré a Murakami para recordarlo como él hubiera querido, creyendo que somos voyagers en el universo y que volveremos a coincidir. La canción bolivariana la seguiré escuchando en su memoria mientras le dedico mis últimas palabras: “Hasta la victoria siempre Fidel”.
En la región Mixteca, la noche del martes 17 de febrero, fueron asesinados Fidel López Nelio, ex vocero del PRD en Oaxaca; Carlos Martínez Villavicencio, quien encabezaba la preferencia para la precandidatura a la diputación federal por el PRD en el distrito de Tlaxiaco y Bernardo Bautista, también militante de dicho partido.