Análisis a Fondo

MÉXICO, DF, 2 de junio de 2015.- El Distrito Federal fue la gloria del perredismo, hace 21 años, con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a la cabeza. Pronto, la capital del país será la tumba de la formación política que renunció a sus principios democráticos, revolucionarios y que Los Chuchos convirtieron en aliado incondicional del gobierno priísta y en chatarra política.

Los mismos Chuchos, integrantes de la malhadada, conservadora, pragmática y oportunista Nueva Izquierda, que más se acerca a un cártel de facinerosos, con Carlos Navarrete al frente, serán sus enterradores.

Poco más de 2 décadas como amos y señores de una de las ciudades más populosas, contrastantes y contradictorias del mundo, la ciudad de México, la clase política perredista se quedó sin clase.

Muchos miembros de la clase política perredista llegaron destripados del PRI y llevaron al partido fundado por Cárdenas los más abyectos y vergonzantes usos y costumbres: corrupción, corrupción, corrupción…

A estas alturas de la historia del partido que fundaron demócratas y revolucionarios sólo quedan unas siglas, que no le dicen nada a millones de perredistas, atrapados en la ignorancia en la que los mantienen sus líderes, y en las promesas que éstos les hacen para embaucarlos y ganarse su voto.

Infinidad de amas de casa, madres solteras, esposas de obreros mal pagados, se han quedado esperando toda la vida el terrenito que los líderes les prometieron a cambio de su voto en las zonas más deprimidas y marginadas de la capital del país.

El propio Carlos Navarrete, integrante de la tribu Nueva Izquierda, la de Los Chuchos, lo reconoce.

El diario capitalino El Universal divulgó ese lunes la trascripción de una grabación en la que se oye la voz de Navarrete, en conversación con un grupo de perredistas decepcionados del partido, en la que hace un diagnóstico más dramático del que pudiera hacer cualquier crítico. Aunque Navarrete revira que su conversación fue editada y sacada de contexto. Sea lo que fuere, la sustancia de las palabras del dirigente del PRD es la que publica el reportero. Le creo al colega reportero Misael Zavala.

Lo dije en su momento. Lo reconoce Navarrete: el Partido de la Revolución Democrática capitalino está sumergido en un deterioro por la nula capacidad de renovación, “sumado a decisiones políticas de la actual jefatura de gobierno. Comandada por Miguel Ángel Mancera”, que podrían darle el triunfo al PRI o a Morena, en el 2018. Lo bueno es que Mancera no es miembro del PRD. El está haciendo su chamba como gobernante postulado por un partido que tiene su simpatía pero al que no está afiliado.

De acuerdo con la grabación en poder de El Universal, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRD asegura que ve cercano el momento de la alternancia en la capital del país.

Pues aunque Navarrete se desdiga, la grabación no miente. Yo no sé si haya hablado por boquiflojo, porque pretendía que sus interlocutores, ahora ex correligionarios, no se fueran del partido, o por qué. Pero por primera vez a un Chucho le asiste toda la razón. Lo que no reconoció es que los principales autores de la debacle perredista son los de Izquierda Unida. Con toda la razón, el ingeniero Heberto Catillo no los aceptó en las filas del Partido Mexicano de los Trabajadores. Ya desde entonces traían intenciones pragmáticas, colaboracionistas. Y mucha, pero una gran ambición por el poder y sobre todo por el dinero fácil.

Más que el PRI, que no tiene estructura territorial en el DF y menos luego de que el líder Cuauhtémoc Gutiérrez, El Basuritas, fue involucrado en una red de corrupción y prostitución desde las oficinas del comité directivo, el Caballo de Troya del perredismo en el DF será Morena de Andrés Manuel, partido que les arrebatará, en las elecciones del domingo venidero (7 de junio) las delegaciones políticas más importantes, como Iztapalapa, por su población y porque ahí corre el dinero a manos llenas por ser el asiento de la Central de Abasto, y Cuauhtémoc, en donde se asientan los centros del poder político, económico, financiero y comercial de la capital del país.

En verdad, la suerte -por desgaste y deterioro- del PRD está echada.

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