Economía en sentido contrario: Banamex
MÉXICO, DF, 29 de junio de 2015.- Durante los gobiernos de López Portillo y Miguel de la Madrid, el problema de la deuda externa se convirtió en importante, no sólo en México, sino en América Latina. Con Carlos Salinas se sigue una nueva política que tiende a reducir su uso, con lo que se superan slogans como el “de la deuda externa a la eterna”, la preocupación por el impacto que el servicio de la misma tenía sobre el presupuesto, siendo más pesados los intereses que la amortización del capital, etcétera. La política de reducción de la deuda se mantuvo hasta el gobierno de Vicente Fox, cuando su Secretario de Hacienda fue Paco Gil.
Organismos internacionales dan cuenta de cómo a partir de los años 1990-1997 y 2004-2008, se dan reducciones considerables, recordemos la gravedad de las crisis argentina y brasileña. Después de la crisis de 2009 hasta 2014, viene un periodo de estabilización. Además de la extensión de plazos y la tasa fija, se observa un crecimiento de la proporción de la deuda interna, en moneda nacional.
En México a partir de 2008, la tendencia ha sido la contraria, tomar más deuda, utilizando siempre el argumento de que es manejable y menos pesada en relación al PIB, que la de otros países, lo cual es cierto, pero es un tema que no se puede descuidar.
Salinas recibe una deuda, entre interna y externa de 39.4 por ciento del PIB, y la deja en 35 por ciento; Zedillo la entrega en 22.6 por ciento. Fox en 21.4 por ciento y sube un cincuenta por ciento con el presidente Calderón, a 33.9 por ciento.
En 2014, la deuda mexicana total asciende -es uno de lo cinco países de la región que lo hace en los últimos 14 años- y se acerca al 40 por ciento del PIB, nivel parecido al de 1988. De la misma la deuda interna es el 28.6 por ciento y la externa 11 por ciento del PIB, de la cual cuatro quintas partes se encuentran a largo plazo y tasa fija y la amortización se estima en 5 puntos del PIB. El promedio de la deuda latinoamericana es de 16 por ciento, lejos de los niveles que derivaron en las crisis, argentina, brasileña y boliviana.
A pesar de lo anterior es importante darle atención y mantener una política prudente, porque siempre encontraremos el dilema ético de gastar presupuestos futuros, para que los paguen las siguientes generaciones, claro se puede argumentar que muchas obras de infraestructura, como el nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México -que estará en el Edomex- es inaplazable para disfrute de esas nuevas generaciones, que lo pagarán, pero no está demás hacer un profunda reflexión al respecto. Como ha señalado Manuel Aguilera Gómez, ex presidente del Colegio Nacional de Economistas. Por otra parte el Centro de Investigación Económica Presupuestaria (CIEP) que dirige el talentoso Héctor Villarreal, podría llegar en 2018 a 51.1 por ciento, muy superior al tope de 42.9, establecida en los Criterios de Política Económica.
Es claro que la sustentabilidad de las finanzas públicas, está ligado al nivel de la deuda pública, a su perfil de vencimiento, a su costo, así como al peso presupuestal de su servicio, esto es el pago de intereses y la amortización de la misma, que se clasifican como gasto no programable, el cual sólo se puede ajustar, tomando menos deuda y pagando los vencimientos, pero también con una nueva política fiscal.
La de las entidades federativas representa apenas el tres por ciento del PIB, está contratada en moneda nacional, se han ampliado los plazas y reducido las tasas de interés, pero en algunas entidades ya está en riesgo la sustentabilidad de sus finanzas públicas, dada la precariedad de sus ingresos disponible. En Nuevo León, Nayarit, Coahuila, Quintana Roo, Chihuahua y Sonora presenta niveles mayores, por ello también es oportuno que los nuevos gobiernos y los que se van atiendan y entiendan la pulcritud que debe haber en esta materia.