Respuesta a la violencia e inseguridad
Signos y señales
La desigualdad tiene implicaciones sobre la eficiencia y la normatividad. Vale el caso de los más de mil municipios marginados del país
MÉXICO, DF. 17 de agosto de 2015.- La desigualdad no es un tema meramente académico o ideológico, es una realidad que lacera la vida cotidiana de la sociedad mexicana.
Ella explica muchos de los problemas que hoy existen, no sólo la pobreza, también el crecimiento de la informalidad y el ingreso de millones de jóvenes a la delincuencia, muchos de los cuales figuran en las estadísticas reconocidas de personas muertas por acciones de la delincuencia organizada en los últimos años, cuyo recuento diario aumenta cada día.
Nuestro País, desafortunadamente, es líder en términos de desigualdad, cada vez son más los ricos mexicanos, y los pobres no sólo no se reducen, al contrario sube su número a pesar de que la tasa de natalidad se ha reducido y que los recursos canalizados a la política social en los últimos gobiernos, particularmente desde el de Salinas de Gortari, son crecientes. Mucho ayudó la existencia de Solidaridad, un programa que incluía una figura de vigilancia ciudadana efectiva, el de “contralores sociales”. Después con Zedillo cambia de nombre, pero sus recursos seguían en el Ramo 26 del PEF, en ese Gobierno se empiezan a distribuir con fórmula los recursos a las entidades federativas y a los municipios.
Cuando en 1998 se crea el Ramo 33, se concentran los recursos del Ramo 26, en el Fondo III, esto es en el Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS), con dos vertientes una estatal y la mayoritaria, la vertiente municipal. Se crea además el Fortamun, con el equivalente del 2.25 por ciento de la recaudación federal participable, con diversas etiquetas, pero destinados a los municipios en función de su población domiciliada, criterio regresivo que favorece a los municipios urbanos, pero al fin y al cabo son recursos útiles para esta vapuleado orden de Gobierno, vapuleado por el centralismo en materia fiscal en que estamos viviendo.
El centralismo es antidemocrático, favorece la ineficiencia y profundiza la desigualdad. Un apolítica económica centralizada, como la que había en los países socialistas profundiza las diferencias sociales, beneficia a las clases poderosas y empobrece más a los ya pobres. Gerardo Esquivel, acaba de demostrar cómo ha crecido la desigualdad en México y algunas de sus consecuencias.
Para hacer un buen Gobierno se requieren muchas cosas, pero la desigualdad inhibe muchas de ellas. Por ejemplo, México es un País con retraso en materia de acceso a Internet, al interior hay estados donde una gran parte de la población no lo tiene, particularmente en algunos como Oaxaca, Chiapas y Guerrero. En una sola zona fiscal, están casi la mitad de municipios del País, particularmente Oaxaca con 570. La mayoría de ellos sin acceso a esos medios de comunicación y muchas localidades incluso sin energía eléctrica.
Obviamente en ellos tiene que haber retrazo en programas como la Armonización de la contabilidad gubernamental, programas como Liconsa Y Diconsa llegan de manera limitada por la ruralidad de la entidad, cuesta muchísimo más tener un maestro rural que tenerlo en las ciudades. No es fácil, ahí están los grandes problemas normativos para la ejecución de recursos en los municipios más apartados y pobres del país.
No es extraño entonces que existan problemas graves, a veces de ingobernabilidad transitoria en estos estados. Un problema patético es el de los servicios de salud. Es terrible el panorama observado por esa falta de recursos, por la corrupción que ha existido y muchas veces por la actividad sindical. Es otro espacio donde habría que meter mano, como el que se está haciendo en el caso de educación.