Prosperidad Empresarial Compartida
Signos y Señales
MÉXICO, DF, 7 de septiembre de 2015.- No por recurrente el tema de la deuda pública de las entidades federativas deja de ser importante, es reconocido que ha tenido un crecimiento exponencial, particularmente desde 2008 a 2012 y los dos últimos años.
Su estructura, además del crecimiento, muestra una concentración de la misma en menos de 10 entidades federativas y en 25 de los 2,445 municipios del país.
Se ha querido atribuir su incremento a los “irresponsables gobiernos estatales”, lo cual no es exacto, ya que sí ha habido muchos con esas características, pero las causas más importantes tienen que ver con el abusivo centralismo recaudatorio que acapara las potestades tributarias mas importantes en el gobierno federal, a la renuencia de regresarles a los estados facultades con potencial recaudatorio, lo que ha limitado sus ingresos en efectivo, y a la generación de muchas opciones de endeudamiento incluso poniendo en la Ley que obligaciones financieras como los PPS o los Bonos cupón Cero, no son deuda pública, cuando todos sabemos que si lo son.
Por un lado los alentaron a endeudarse, pero por otro los vituperaron por hacerlo.
Por supuesto que hay límites razonables para el endeudamiento, pero si se nos olvida que un día se tendrá que pagar, es necesario ponerle límites. Puede ayudar la nueva Ley de Disciplina Financiera, pero si la economía no funciona y no apostamos a la descentralización fiscal y volvemos a ser federalistas, seguirá creciendo la deuda y con ello sus problemas.
Reestructurar no basta, debemos reflexionar sobre lo irresponsable que resulta dejarla a que la paguen las generaciones futuras, que así tendrán menos margen de acción que las actuales, sobre todo si no dejamos atrás el centralismo fiscal que afecta al País. El crecimiento de la deuda de estados y municipios, tiene muchas razones, particularmente el bajo nivel de crecimiento económico, el incremento del endeudamiento del gobierno federal y el centralismo tributario. Y cuidado con una política de austeridad mal entendida.
Las participaciones, su ingreso propio más importante han sido castigadas en el tiempo del endeudamiento acelerado, por ejemplo sólo hasta 2013 recuperaron su nivel real, respecto a 2008. Hoy el panorama no es diferente, ya que a agosto de 2015, las participaciones pagadas son menores en 2 por ciento real respecto a las de 2014, aunque en relación a lo programado, si son 3.4 por ciento mayores, más por un buen manejo de la administración tributaria, que por efecto del crecimiento económico.
Para 2016 se pronostican menores ingresos participables, el peso de los ingresos petroleros es menor tanto por una baja producción exportable, como por el precio que sigue en niveles verdaderamente bajos, aunque este año el mantener un precio interno de la gasolina alto -no de mercado- generó un impuesto adicional que a junio llevaba recaudado más de 150 mil millones de pesos. Pero ¿hasta cuándo se podrá mantener, se incrementará en enero, cómo afecta la importación de gasolinas la depreciación de casi 30 por ciento del tipo de cambio?, son preguntas cuya respuesta veremos en el corto plazo.
Muchos estados de los nueve que se van este año, particularmente Nuevo León, Sonora y Michoacán, tienen serios problemas fiscales y de opacidad en el manejo del gasto, como Guerrero, pero más de las 12 que tendrán elecciones en 2016.
En un contexto de crisis, la solución es crecer, claro es fácil decirlo fuera del gobierno, pero si se pueden tomar medidas para aliviar la presión, como es el caso de la descentralización de facultades tributarias, cambiar el modelo centralista para controlar gasto a uno descentralizado donde los congresos locales se fortalezcan para tener un control eficiente de la calidad y pulcritud del mismo. Apostemos a una nueva Ley de Coordinación Hacendaria y a la Participación Ciudadana.