Los jueces del futuro
Análisis a Fondo
MÉXICO, DF, 18 de diciembre de 2015.- Le agradezco al reducido y selecto grupo de lectores de esta columna haberme seguido y leído (benévolos. Nunca me reclamaron nada), durante el año de 2015.
Por lo que toca a este año de 2015, todo se terminó. Caput. Y creo justo, si no dispone otra cosa don Adolfo López, descansar y aparecer de nuevo, si es que aún saliera el sol y mis pulmones aún se inflaran y mi corazón latiera, el próximo lunes 11 de enero.
El gran poeta Amado Nervo le dice a la vida: vida nada me debes, vida estamos en paz.
No puede decir lo mismo este escribidor en relación con la vida profesional, que no está hablando de la personal.
A este escribidor sí le debe mucho la vida. Ella ha sido tacaña. Me sale debiendo. Duro batallar, duro batallar durante 12 meses, y 25 horas diarias, picar piedra dura, intentar mover conciencias petrificadas, cabezas huecas, melilotos conscientes e inconscientes, tramposos y ladrones. Y muy escaso dinero para medio vivir, que el periodismo dejó ya de ser un modus vivendi para quien lo estudió en la escuela especializada o en la universidad.
Sólo es negocio para quienes, sin escrúpulos, se dedican a la extorsión, a la asociación con el narco, aunque esos, si no son cargados por lo que queda de la justicia, son justificados por una sociedad a modo. Esa sociedad que mide el éxito por los miles de millones de pesos o dólares que se tienen en una cuenta de banco.
Aunque le voy a decir algo, aquí entre nos. Le hablo del fin del periodismo como pudiera hablarle del fin de las ideologías, o del final de la historia. O el final de mi vida.
Y este caminar cansa a cualquiera, como aquel caminar cansino del patache de bestias cargando la caña de azúcar en los caminos que salían de los cañaverales del abuelo para llevarla al trapiche. Y luego casi regalar el azúcar a los coyotes que la llevarían al mercado.
A este escribidor este 2015 lo puso al borde de la histeria. Y no es victimizarse. Simplemente es escribir lo que a muchos colegas les viene ocurriendo. Las vergüenzas del nuevo periodismo. El verdadero periodismo vale para una chingada en estos tiempos de juguetitos en la web, de me gusta y fotitos tomadas con fondo de cama y cotidiano acoso sexual de mentes criminales.
No sé cuántos periodistas muertos, asesinados, hubo realmente durante el año que termina –Reporteros sin Fronteras, una organización francamente cercana a las agencias estadounidenses, aunque con sede en París, informa sólo de 3 asesinados en México-, pero aunque sólo hubiese sido uno seria para pegar el grito y clamar venganza al cielo, porque la justicia no sirve para vengar un crimen de tal naturaleza. Bueno. En México la justicia sólo sirve para defender y cuidar los intereses de las clases dominantes, de la clase política y de los magnates de la economía.
Pero no todo es negativo en la experiencia histórica de este escribidor. Aunque él ya no pudiera estar entre los vivos, tiene la esperanza de que a todos los que queden les podrá ir muy bien en la vida y a quienes realmente lo aman, lo cuidan, lo procuran, les irá de maravilla. Un día, después de estas noches oscuras del neoliberalismo y el capitalismo salvaje, está seguro este escribidor de que en México habrá un nuevo amanecer. Por lo pronto, México no es un país de mierda como dicen muchos. México es un gran país. Que este manipulado por un grupo de mentes llenas de materia fecal es otra cosa.
Ay, pero espero volver a escribir esta columna el domingo 10 para que ustedes puedan leerla el lunes 11 de enero. Y también para que no la lean y sólo le pongan me gusta en los juguetitos de la Web.
Gracias. Gracias por leerla, amigos. ¡Me siento muy orgulloso de todos ustedes!
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