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OAXACA, Oax., 9 de mayo de 2016.- Si todavía nos aferramos a alguna cosa de la que no queremos desprendernos, le pediremos a Dios que nos ayude a tener buena voluntad.
Cuando ya había dado mi Quinto Paso, me di cuenta de que todos mis defectos de carácter eran el resultado de mi necesidad de sentirme seguro y amado.
Usar solamente mi voluntad para trabajar en ellos hubiera sido tratar obsesivamente de resolver el problema.
En el Sexto Paso intensifiqué la acción que puse en los tres primeros Pasos – meditar en el Paso diciéndolo una y otra vez, ir a reuniones, seguir las sugerencias de mi padrino, leer y buscar dentro de mí.
Durante los primeros tres años de sobriedad tenía miedo de entrar sola en un ascensor. Un día decidí que debía hacer frente a este temor.
Le pedí ayuda a Dios, entré al ascensor, y allí en una esquina, había una señora llorando.
Me dijo que desde el fallecimiento de su esposo ella había tenido un miedo mortal de los ascensores. Yo olvidé mi temor y la confronté.
Esta experiencia espiritual me ayudó a ver que la buena voluntad era la llave para el resto de los Doce Pasos hacia la recuperación. Dios ayuda a aquellos que se ayudan a sí mismos.