A 5 años, no dejemos solo a nadie
OAXACA, Oax. 4 de septiembre de 2016.- Existe la percepción en los ciudadanos oaxaqueños, que el gobierno de la Alianza, encabezada por Gabino Cué Monteagudo, que al discurrir de los años de su sexenio, se ha ido extinguiendo, lentamente, pero de manera constante, de tal manera que en los últimos días de su mandato, se puede afirmar categóricamente, que en el Estado de Oaxaca, no hay gobierno.
Debemos decir que es obligación de cualquier gobernante, en esto se manifiesta su eficacia y éxito, conservar, incrementar, expandir y aplicar la fuerza del Estado y de su expresión material, es decir, el gobierno.
Si por el contrario, al término de su mandato, entrega un Estado y gobierno, débil, manipulado, sujetado, desordenado, cuestionado, corrompido e ineficaz, simplemente, ese gobernante no cumplió con su deber más elemental.
En este sentido, no se cuestiona si tal gobernante utilizó o no los recursos de poder a su alcance, si lo hizo de manera democrática o autocrática, si distribuyó bien o mal los recursos disponibles a la población o si sólo benefició a unos cuantos, sólo importa si entrega un Estado poderoso y soberano.
Esto es así porque el primer bien básico, incluso puede ser el único si no somos tan exigentes con el Estado, es la seguridad de la vida y de los bienes del ciudadano.
Para lograr este propósito es deber del gobernante conocer a plenitud las debilidades y fortalezas humanas para explotarlas con el propósito de aumentar el poder del Estado.
Existen dos elementos de estas debilidades y fortalezas humanas: el miedo y la esperanza. Un gobernante que es capaz de infundir miedo y temor en la población, que en estos casos son el miedo en la aplicación irrestricta de la ley y de la violencia legítima del Estado, que se hace obedecer sin restricciones, que su voz es mando, sencillamente está aumentando e incrementando la fuerza del Estado y de la eficacia de su gobierno.
Si por el contrario, no le teme nadie, no es obedecido, respetado, amado, porque el amor nace del sentido de protección, elemental sentimiento humano, por el contrario, el odio nace por el abandono, por la ausencia de la protección, está debilitando al Estado.
Los gobernantes odiados lo son por el privilegio que se otorgan a su propia protección y por dejar a los ciudadanos a su suerte, sujetos a la violencia social.
Si el objetivo del Estado es asegurar el destino de los ciudadanos y no solamente sus bienes naturales, estará cumpliendo con la regla básica de un sentimiento humano muy primario: la esperanza.
Si el gobernante es capaz de mantener el sentimiento de esperanza en el pueblo, simplemente estará incrementando la fuerza del Estado y estará cumpliendo con su deber.
Por el contrario, el sentimiento de la desesperanza es motor de revoluciones, desestabilizaciones y de angustias gubernamentales.
El temor y la esperanza son por tanto, recursos de poder de los gobernantes para cumplir con su misión básica: La seguridad de las personas y de sus propiedades.
Si nos preguntamos si el gobierno de la Alianza, con Gabino Cué Monteagudo a la cabeza, ha cumplido con esta elemental obligación, la respuesta categórica, al final de su mandato, es no.
La opinión general es que el gobierno de la Alianza no infunde ningún respeto (expresión clásica de la falta de temor), los funcionarios hacen y deshacen lo que se les va en gana, usan y abusan de los recursos públicos.
Las organizaciones sociales lo encaran, lo chantajean, lo obligan a cumplir compromisos fuera de los marcos legales y civilizados, en suman, no temen a la ley ni a la fuerza del Estado.
Es una burocracia irresponsable, corrupta, ineficiente y sin sentido de servicio sujeto a la contingencia de estas organizaciones sociales.
Por el lado de los ciudadanos, no hay temor, por el contrario, hay rabia, enojo, odio hacia un gobierno que ha languidecido a través de los años sexenales, dejando a los ciudadanos a su suerte, inertes a la lógica de la violencia social, incluso, los propios ciudadanos han tomado iniciativas, que corresponden al gobierno tomar.
Es ejemplo clásico, observar a padres de familia abriendo escuelas públicas y demandando los servicios educativos para sus hijos.
El desamparo que los ciudadanos oaxaqueños sienten ante la ausencia del Estado y de su gobierno es simplemente inconcebible, el refugio en mecanismos propios de seguridad, salir de territorios sujetos a la violencia cotidiana, apelar a la gracia divina, son los únicos recursos que goza la ciudadanía oaxaqueña.
Si sólo estamos infiriendo esta situación por nuestra vivencia particular, nos podemos hacer valer de una reciente encuesta, levantada por la compañía experta en ella, Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), levantada en julio del año 2016, para confirmar nuestra apreciación sobre el tema.
Así, se reporta que sólo el 6.8% de los ciudadanos oaxaqueños está satisfecho con las acciones de seguridad que se ofrece en el Estado, es decir, sólo 7 de cada 100 se sienten seguros en el territorio oaxaqueño.
Se podría argumentar que es un mal general de la República, sin embargo, si comparamos este dato con los demás Estados en esta materia, el gobierno oaxaqueño se ubica en el lugar 29 de 32 Estados sólo superado por Veracruz, Tabasco y Morelos.
Si ubicamos la problemática en el ámbito de la esperanza, debemos de reconocer que esta expectativa en Oaxaca es casi nula.
El oaxaqueño que vive y trabaja en el territorio, su expectativa de mejora a través de la acción del gobierno, es de sólo el 4.9 %, es decir, sólo 5 de cada 100 ciudadanos tiene esperanza de mejorar su vida en el gobierno de la Alianza.
Estos datos son elocuentes en materia de seguridad de las personas y de sus bienes que ofrece el gobierno oaxaqueño.
Si el gobierno de la Alianza y de Gabino Cué no cumplió con lo básico de todo Estado y gobierno, es lógico esperar que en otros rubros tampoco su evaluación es aprobatoria.
En sentimiento en materia de rezago ocupa el lugar 31 de 32 Estados; el 90.1% siente y piensa que Gabino Cué Monteagudo no es gobernante, que el gobierno se le ha salido del control; el 74.3% reprueba al gobierno en materia de gestión pública; para el 74.3% tampoco el gobierno no ha cumplido con sus deberes; el 84.3% ha perdido la confianza en el gobierno. En fin, en su conjunto, el gobierno de la Alianza se ubica entre los cuatro peores gobiernos de la República, sólo arriba de Veracruz, Chiapas y Morelos.
Los datos son preocupantes para un gobierno que se propuso cambiar la situación económica, social y política de los oaxaqueños a partir de sacar al PRI del palacio de gobierno, su mayor derrota, es precisamente el regreso de este partido a palacio de gobierno.
El regreso del PRI al gobierno de Oaxaca ha creado una expectativa reservada de la población. La desconfianza está sembrada en la conciencia colectiva de los oaxaqueños, no será fácil que el nuevo gobierno sea aceptado en razón de que el nuevo gobierno llega con el menor respaldo popular de su historia, cerca del 70% de los oaxaqueños no lo apoyaron en las urnas.
Sin embargo, por el bien de Oaxaca, no será posible tener un gobierno más malo que el de la Alianza, ojalá no me equivoque, que los dioses sean benévolos con nosotros.