El asesinato del Padre Marcelo es absolutamente inaceptable: ONU-DH
Un día como hoy…
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de octubre de 2016.-En una destacable demostración de estupidez, brutalidad, o ambas juntas, el ejército y la policía pasaron fuego de ametralladores por miles de manifestantes pacíficos y gentes que iban de paso por el lugar…» dijo el periodista Julian Petiffer, corresponsal de la BBC en México, sobre los acontecimientos ocurridos el 2 de octubre de 1968 en el país.
En tales acontecimientos, un grupo de estudiantes de la UNAM y el IPN, acompañados de profesores, intelectuales, obreros, profesionistas y algunas amas de casa que integraban el Movimiento de 1968 fueron duramente reprimidos por el Estado mexicano.
El Estado ya había estado presente siguiendo muy de cerca al movimiento, incluso había llegado a ordenar que miembros del ejército tomaran sitios de la UNAM y el IPN, como ocurrió el 18 y 24 de septiembre, respectivamente. Para el 1 de octubre las fuerzas ya se habían retirado.
En la tarde del dos de octubre el movimiento realizó una reunión en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Miles de personas se dieron cita en el lugar que estaba vigilado por el Ejército, debido al que se dice era el temor del Estado mexicano de que los manifestantes tomaran la Torre de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
El grupo de vigilancia que destaca entre los hechos es el llamado Batallón Olimpia, cuyos miembros vestidos de civiles y reconocidos por portar un guante blanco o un pañuelo se fueron infiltrando en la manifestación.
Eran casi las seis de la tarde y el evento estaba por finalizar cuando un helicóptero sobrevoló el área, desde la plaza se dispararon bengalas que, según la versión de algunos historiadores, tenían como objetivo que los francotiradores del Batallón Olimpia que se encontraban en el Edificio Chihuahua dispararan contra manifestantes y militares para hacer creer a éstos últimos que habían sido agredidos por los estudiantes con el objetivo de que reaccionaran respondiendo a la agresión, lo cual ocurrió.
Los militares dispararon no contra los agresores, sino contra los manifestantes que buscaron con desespero la forma de resguardarse del ataque.
Algunos manifestantes incluso buscaron asilo en los edificios habitacionales, pero los militares, aunque no tenían autorización legal para hacerlo, entraron a los complejos buscando capturarles.
Así ocurrió la tragedia que, según cifras del Gobierno, dejó un saldo de veinte personas fallecidas, no obstante, historiadores, autores y periodistas calculan que fueron cientos.
Elena Poniatowska, por ejemplo, en su libro La noche de Tlatelolco narra la historia de una madre entrevistada que mientras buscaba a su hijo encontró en un sólo lugar cerca de 65 cadáveres.
Jorge Castañeda dice que los asesinados fueron 68 civiles y un soldado.
No obstante, la BBC de Londres relata que las víctimas mortales fueron entre 200 y 300, a tal grado que los cadáveres eran retirados en camiones que transportaban basura.
No existe un registro exacto del número de fallecidos debido a la opacidad con que el Gobierno manejó el asunto.
Como principal responsable de la tragedia se mencionó al entonces mandatario Gustavo Díaz Ordaz, pero también implican al después presidente Luis Echeverría.
No fue sino hasta el año 2005 cuando una comisión de investigación ordenó la aprehensión de 55 personas involucradas en la matanza, en noviembre de 2006 se acusó formalmente a Echeverría y se ordenó su arresto domicilario, pero este se amparó y finalmente fue exonerado.
Cada año, al grito de «dos de octubre no se olvida», miles de estudiantes y población civil en general recuerdan el acontecimiento como un reclamo de justicia, de la que pasó a formar parte de la historia oscura de la nación mexicana.