Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
CIUDAD DE MÉXICO, 15 de diciembre de 2016.- El Senado aprobó el martes el uso medicinal de la mariguana, en lo que es un primer paso hacia su legalización, pero lo hizo con los votos en contra de los senadores cercanos a López Obrador, como Layda Sansores, Manuel Bartlett y el ex candidato de Morena a gobernador de Zacatecas, David Monreal.
Ahora que algunos piensan que AMLO ya no es un peligro para México, deberían observar sus posturas conservadoras con más frialdad y menos complacencia.
Si nos pasamos negando la realidad nos va a suceder lo que a muchos les pasó con Trump: “no va a cumplir sus promesas de campaña…como Presidente va a ser mucho más tranquilo”. Y miren nada más su gabinete.
Lo mismo ocurre con López Obrador. Él lo ha dicho y escrito: hay que regresar a las políticas de antes de 1982.
Y eso quiere decir control de precios y control de cambios.
También quiere decir el regreso a una economía cerrada al mundo lo más posible.
Se olvida que López Obrador fue un oponente del Tratado de Libre Comercio, igual que Donald Trump.
Hasta ahora no ha dicho que estaba equivocado. Así es que si nos libramos de que Trump descarrille el TLC, lo va a hacer López Obrador. En eso piensan lo mismo.
¿Qué ha sucedido que nos indique que López Obrador cambió de opinión? Nada. Su discurso es el mismo. Piensa igual que hace tres meses o tres años.
López Obrador está en contra de la reforma educativa, porque es un político profundamente conservador.
Para él los sindicatos deben seguir dirigiendo la educación en el país. Lo ha dicho hasta el cansancio en Oaxaca, Michoacan y Chiapas, donde les ofreció regresarles el poder sobre las secretarías de educación locales.
Estamos viendo los resultados impresentables de la prueba PISA, producto de un modelo educativo obsoleto y de la rectoría sindical sobre la educación, y AMLO promete echar abajo la reforma que sacude ese estatus quo.
Se trata de un conservador e toda la línea. Quiere volver atrás. Y México está urgido de cambios hacia adelante.
Quiere echar abajo la reforma energética, cuando ya hay comprometidas inversiones internacionales superiores a los 40 mil millones de dólares para los próximos años en aguas profundas del Golfo de México, donde el Estado no tiene recursos para ir.
AMLO nos quiere regresar a las épocas de La Quina, quien fuera su aliado político.
Los jóvenes tal vez no se acuerden, pero Pemex era manejado por el sindicato que tenía en el poder a mafias depredadoras y auténticamente criminales. Lo de ahora es juego de niños comparado con La Quina Galicia, Barragán Camacho y compañía.
AMLO es tan conservador que se opone a la reforma en telecomunicaciones, para volver a las épocas de un solo proveedor de telefonía.
Ése es López Obrador. No ha dicho una sola palabra que invite a creer que ya piensa al revés.
El supuesto “cambio” en la personalidad de AMLO sólo está en la mente complaciente de los que se auto engañan.
Es más conservador que El Yunque.
Rechaza el Tratado de Libre Comercio de América de Norte.
Fidel Castro es uno de sus héroes políticos (lo comparó con Mandela).
Quiere devolverle el poder a los sindicatos magisteriales…
Todo eso lo ha dicho, y sólo no lo oyen los que quieren ver en él a alguien que no es.