Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
OAXACA, Oax., 26 de febrero de 2017.- Los dueños del capital le reclamaron al gobierno oaxaqueño no dar más dinero a las llamadas organizaciones sociales pues limitan las inversiones en el Estado, que por demás son indispensables.
Esta demanda parece justa y lógica puesto que otorgar recursos públicos a un grupo de personas que se organizan para encabezar la demanda de una comunidad o de varias, por más justas y necesarias, no es el camino más racional o institucional que se diga. Sin embargo, la cosa no es tan sencilla y simple como se le quiere ver.
De acuerdo a Ulises Ruiz, la cantidad de recursos públicos que se asignaban a los ciudadanos así organizados oscilaba entre los 400 y 500 millones al año, seguramente con Gabino Cué esta cantidad se duplicó puesto que a estas organizaciones les debió en parte su triunfo electoral. El gobernador Ruiz Ortiz se propuso no asignar estos recursos y aplicarlos en las urgentes necesidades de los oaxaqueños, esta acción por poco le cuesta la gubernatura en el año 2006. La Asamblea de los Pueblos de Oaxaca fue la respuesta de las organizaciones que sustentados por la Sección 22 del magisterio, quisieron quitar a Ruiz Ortiz.
En justicia habría que reconocer que en estas organizaciones existen diferencias sustanciales, para Ulises Ruiz, el MULT que lideraba Heriberto Pazos Ortiz fue de las organizaciones más honestas para la aplicación de los recursos, además que fue puntal para la gobernabilidad de una zona muy violenta como la Triqui, o la importancia de la COCEI para la democratización de los municipios oaxaqueños o de la democratización del régimen político, o existen otras organizaciones que no buscan la utilización de los recursos públicos sino que tratan de crear conciencia sobre la necesidad de la participación política de los ciudadanos indígenas, o de la conservación de las tradiciones de los pueblos y comunidades. No se puede medir, por tanto, con el mismo racero a todas las organizaciones que existen en el Estado, que de acuerdo a un último reporte son más o menos 400, siendo 80 de ellas las más demandantes.
Sin embargo, la gran mayoría de estas organizaciones son medios para el mantenimiento de uno o de varias personas, puesto que los recursos asignados regularmente no llegan a sus destinatarios, o son asignados en proporciones menores, si fuesen utilizados en su totalidad, el líder será el encargado de hacer la obra con el respectivo aumento de los costos.
Si somos objetivos, en realidad estas organizaciones son una extensión de la administración federal y estatal, son agentes del Estado que sirven de mediación entre los pueblos y comunidades con los gobiernos, claro está no con las formalidades del caso. Son, para decirlo en concreto, la burocracia de la sociedad sin ninguna responsabilidad en la utilización de los recursos públicos. Además no está profesionalizada, ni tampoco rinde cuentas. Además son fuente de inestabilidad constante para cualquier gobierno, asimismo, tienen el negocio de vender a candidatos y partidos su clientela electoral.
La pregunta es ¿cuáles son las causas de su surgimiento y existencia en el Estado? Es evidente que la primera causa del surgimiento de estas organizaciones es la debilidad del Estado oaxaqueño. Desde siempre el Estado de Oaxaca ha sido un Estado dependiente de la Federación, los gobernadores han sido sujetos a los designios del poder central, incapaces de poner orden jurídico, político, económico y social en el territorio. Impuestos desde el centro, regresan a Oaxaca como “enviados del señor o de los partidos dominantes en la República”, terminando sus periodos regresan al confort de la capital de la República. En razón de ello, los gobernadores, para salir del paso, entregan a estas organizaciones los recursos para mantener la estabilidad de sus gobiernos.
Mientras no se tenga un Estado fuerte con fuerte institucionalización de su estructura de poder y de normatividad jurídica, se tendrá la presencia de estas organizaciones, que por demás están aumentando sus exigencias por métodos cada vez más violentos. La debilidad de los gobernadores corre concomitante a la furia y demanda de las organizaciones, este fenómeno fue muy claro con Gabino Cué Monteagudo y si Alejandro Murat no toma la batuta del ejercicio del poder político, económico y social, el aumento de estas organizaciones, su violencia, la diversificación y el aumento de la demanda no se harán esperar.
El poder del Estado en manos del gobernador, la utilización de todos los resortes del poder es indispensable, el bonapartismo debe volver por sus fueros, los que abogan por supuestos juegos democráticos no sirve para los momentos de Oaxaca. Desde luego, bonapartismo significa control del Estado y no abusos de poder, imponer el respeto a la ley y no servirse de la ley para intereses particulares. Mandar y hacerse obedecer es la norma, pero siempre a favor de los intereses del pueblo.
Pensamos que una vez teniendo el monopolio del poder, iniciar un proceso de descentralización política y administrativa para hacer desaparecer el sustento político de las organizaciones, es decir, la debilidad de nuestros gobiernos comunitarios y municipales, asimismo, de la inexistencia de los gobiernos regionales.
La desgracia y la causa del estado de subdesarrollo de la población oaxaqueña, ha sido, sin lugar a dudas, la centralización en manos de la Federación y del gobierno del Estado mediante la sustracción de las atribuciones de las comunidades, municipios y regiones durante la colonia, el siglo 19 y parte del siglo 20. Debilitar a los gobiernos comunitarios, municipales y regionales fue un error brutal que estamos pagando hoy en día. Las comunidades, los municipios y regiones eran autosuficientes en sus necesidades básicas, por el proceso de centralización las volvimos incapaces, pobres, dependientes e inútiles, fuente de constante demanda a los gobiernos centrales.
Además de que la presencia de las administraciones federal y estatal es desordenada, caótica, improductiva, fuente de disputa y desde luego, tierra fértil para la proliferación de organizaciones sociales y de la práctica de la jugosa industria del reclamo.
Mientras no se establezcan bien organizados gobiernos regionales, con programas específicos de desarrollo, en manos de un solo individuo que aglutine toda la presencia de los gobiernos federal y estatal, será inútil todo esfuerzo para superar nuestro subdesarrollo.
Mientras no se fortalezcan los gobiernos comunitarios y municipales y estén en la sobrevivencia política y administrativa, olvidemos del cambio en Oaxaca. De verdad, se tienen a la mano más siete mil ciudadanos en lo largo y ancho del territorio oaxaqueño, dispuestos a trabajar para alcanzar el buen vivir.
Desde la Comunalidad tenemos la potencia para ser y estar en lugar privilegiado de la historia nacional y no ser el niño pobre de la Federación, porque además de pobre, somos muy demandantes y nutrimos por ello, a la industria del reclamo para el bien de unos cuantos abusados.