La posverdad judicial
Uso de Razón
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de marzo de 2017.- Los árbitros mexicanos han realizado una formidable defensa del principio de autoridad, diluido desde hace muchos años en el país. Hay que agradecérselos.
Cansados de que se les insulte sin consecuencias, y ahora uno de ellos recibió un cabezazo de parte de un futbolista, se fueron a la huelga el fin de semana con la exigencia de que se les respete.
Al árbitro se le respeta. Se le puede discutir, reclamar o contradecir, pero sin insultos ni mucho menos con coacción física.
Sería muy saludable que los policías que son agredidos por manifestantes, hicieran lo mismo. O que sus jefes tomen nota, por lo menos.
No pueden siquiera defenderse de agresores que les avientan botellas con gasolina, los golpean, los escupen, y les golpean con fierros en los pies porque ahí no tienen la protección de sus escudos.
Hace muchos años (¿1996? ¿1997?), en una manifestación de maestros en el centro de la Ciudad de México, éstos agredieron a los policías con palos y piedras, y un uniformado le dio una cachetada a un manifestante.
¿Qué pasó? Pasó que fue destituido el director de la policía capitalina, David Garay Maldonado.
A partir de ahí se perdió el principio de autoridad y los manifestantes, en nombre de causas políticas, agreden, insultan y atropellan a los policías, que son los representantes de la sociedad.
Los miembros del SME atacan a trabajadores de la CFE sin que les pase nada, porque la autoridad está diluida. No se vayan a enojar más.
En las carreteras roban y queman camiones, que son propiedad privada, y no pasa nada. ¿Dónde está la autoridad?
Y cuando actúa se les viene Derechos Humanos encima, lo mismo que la prensa afín a esos movimientos violentos. ¿Resultado? Libres los vándalos y castigados los policías que intentaron hacer algo para evitar un bloqueo, un robo o una agresión.
Si no nos gusta el árbitro, hay que preparar a otros y cambiarlos.
Si no nos gustan las reglas, se discuten en el lugar indicado y se ajustan o se cambian.
Pero mientras haya árbitro y reglas, se respetan.
Extraordinario lo que han hechos los árbitros mexicanos. Exigen respeto a la autoridad. Si no va a ser así, ¿para qué les dan un silbato y tarjetas?
En las dos últimas elecciones presidenciales hemos tenido las peores ofensas, presiones e insultos a los árbitros electorales, y los agresores siguen en el campo de juego sin haber recibido jamás una amonestación.
Ni una sola, después de rodear el IFE, bloquearlo, acusar a los árbitros electorales de vendidos, corruptos y mafiosos.
Eso no puede seguir. Se necesita devolver la vigencia al principio de autoridad.
Los árbitros mexicanos no transigieron con la benevolencia hacia el futbolista de un equipo (puede ser América, Cruz Azul o Chivas, para el caso da igual), y exigieron que se le aplique el reglamento, es decir la ley.
Así tiene que ser con los que roban camiones, los incendian, y se los avientan a la policía en una carretera.
O con los que insultan y presionan físicamente (cercar una institución es amago de violencia) a los árbitros electorales.
Sí, hay que devolver autoridad a la autoridad.
¿No nos gusta esa autoridad? Se cambia. Lo mismo que la ley.
Pero mientras estén ahí se les respeta.
Ése es el gran mensaje de los árbitros que no pitaron el fin de semana. Ejemplar.