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De la misma manada
OAXACA, Oax., 9 de abril de 2017.- El estudio de las propias condiciones reales de existencia de los oaxaqueños, plantear las posibilidades de superación de las desigualdades que pueden existir entre su población, es condición mínima para obtener éxito en cualquier proyecto de futuro.
Salta a la vista que la primera condición real en el territorio oaxaqueño es la existencia y situación de sus pueblos indígenas, plantear un proyecto de futuro sin tomar en cuenta esta existencia y esta situación, seguramente puede conducir al fracaso tal como ha sucedido durante más de quinientos años de la definición del territorio y por ende de su población.
Los diversos proyectos de futuro que han existido durante largos años de la historia que no han tomado en cuenta la particularidad de sus pueblos, ha conducido a dos fenómenos que limitan cualquier proyecto de futuro del conjunto del Estado y en cada uno de los pueblos en lo particular, nos referimos a situación de colonización y de colonialidad en que han vivido los pueblos y comunidades indígenas oaxaqueñas.
La dependencia personal basada en la explotación de los indígenas y avalada por el aparato público del imperio es la primera expresión de la colonización, régimen brutal que puso en peligro la propia existencia de los pueblos, el peligro de extinción de estos pueblos se le conoce como etnicidio. La colonización es una de las peores expresiones del proceso de extinción de una parte de la raza humana.
Si la colonización se basa en una relación personal en condiciones de explotación, la colonialidad es la relación de dominio de un sujeto colectivo hacia otro sujeto colectivo que usa todos sus aparatos para mantener esa situación de dominio.
El sujeto colectivo dominado es el pueblo indígena y el sujeto dominador es el Estado, con sus leyes, instituciones de represión, sus aparatos ideológicos, como sus leyes e instituciones como la escuela, la iglesia y la cultura nacional.
Los pueblos indígenas han logrado, para erradicar cualquier vestigio de colonización y combatir los efectos negativos de la colonialidad, el reconocimiento de su derecho a la autodeterminación.
En la legislación se reconoce que los pueblos indígenas tienen derecho a decidir sus formas internas de convivencia y organización social, económica, política y cultural y a elegir de acuerdo con sus normas, procedimientos y prácticas tradicionales, a las autoridades o representantes para el ejercicio de sus formas de gobierno interno, garantizando la participación de las mujeres en condiciones de equidad frente a los varones, en un marco que respete el pacto federal y la soberanía de los estados.
En este sentido, es obligación del Estado oaxaqueño garantizar el derecho de autodeterminación de los pueblos indígenas de Oaxaca y no sólo a garantizar este derecho sino de impulsarlo, de expandirlo, instituirlo y ser el medio para alcanzar el Buen Vivir o la Comunalidad.
La superación de los vestigios de la colonización y de detener las funestas consecuencias de la colonialidad es una tarea de los pueblos indígenas y del Estado oaxaqueño. Sin embargo, al paso del tiempo y al paso de los años, el Estado de Oaxaca no ha cumplido con esta responsabilidad tan básica como elemental por estar envuelta en una ideología distinta: el liberalismo.
Partir de un proyecto de futuro para Oaxaca, pasa entonces en el reconocimiento de la situación de sus pueblos y comunidades indígenas en un marco de rompimiento epistemológico con el pensamiento liberal, guardando de ella la defensa del valor humano y de las libertades esenciales de la persona.
Si esto es congruente, el proyecto de futuro debe de construirse de abajo hacia arriba y no al revés. Así, se deberá partir de la comunidad como unidad básica, luego del municipio como unidad política-administrativa, luego por lo regional, pero entendiendo la región como unidad básica que engloba a un pueblo indígena o a varios pueblos con relaciones simétricas.
Si la política para el futuro de los pueblos indígenas es a partir de ellos mismos, la lógica indica que habría que partir en su reconstitución como pueblos.
El ataque brutal de la peor parte de la ideología liberal y del régimen imperial por más de quinientos años, ha hecho mella en la estructura social, económica, política y cultural de los pueblos indígenas en lo general y en los pueblos indígenas oaxaqueños en lo particular, a pesar de su lucha de resistencia, por ende, es necesario establecer una política de reconstitución y de institucionalización de sus valores esenciales.
De esta manera, habría que empezar por establecimiento de un proceso de recuperación de identidad en las diversas expresiones de los pueblos indígenas, así, la identidad del pueblo zapoteco, por poner un ejemplo, debe hacer converger a las diversas expresiones de este pueblo, como lo son los zapotecos del Valle, de la Sierra Norte, de la Sierra Sur y del Istmo.
La unidad del pueblo zapoteco es una potencia para su desarrollo a través de un solo programa para todos ellos en lo económico, social, político y cultural. Determinar su territorio, el establecimiento de una sola forma de comunicación oficial en zapoteco, permitiendo la expresión de sus variantes, su organización para la planeación y el logro de su reconstitución para un proyecto de futuro sería mucho más exitoso.
De esta manera sería la búsqueda de la reconstitución en las diversas regiones del Estado.
A partir de la lucha por la reconstitución de los pueblos indígenas oaxaqueños, se puede construir y determinar la relación intercultural entre los mismos. Pueblos no reconstituidos serán presa fácil de los pueblos avanzados en la materia.
Por ejemplo, la gran cohesión del pueblo zapoteco del istmo ha permitido una relación de dominación hacia los pueblos huaves, zoques y mixes. Sin una relación intercultural, sin el diálogo entre ellos, sin una relación en términos de igualdad, será imposible alcanzar condiciones mínimas de justicia entre los pueblos ubicados en esa región.
Mientras que la cultura, el régimen de gobierno, su modo de ser, su visión, esté en proceso de extinción, no será posible lograr un buen proyecto de futuro para ellos. El capital étnico así logrado, es decir, entendido como, la colectividad que construye un conjunto de atributos culturales compartidos, defendidos, proyectados al futuro, como historia, como conciencia y como fuerza colectiva, será el medio para lograr el Buen Vivir.
La existencia de los diversos capitales étnicos es un dique para la construcción de la monoétnicidad del Estado, este sería la ruptura de la posibilidad de una relación democrática y eficiente de la relación entre el Estado y la sociedad. La lógica de la relación mercantil es un poderoso instrumento para seguir manteniendo a los pueblos indígenas en condiciones de pobreza, servidumbre y sin un proyecto posible de futuro.
No se debe de ignorar que los pueblos indígenas representan un régimen civilizatorio que implica un conjunto sistemático de estructuras de orden material, político y simbólico que organizan a un pueblo de manera diferenciada. Querer acabar con las civilizaciones indígenas en lugar de crear un sistema de intercambio basado en valores superiores a los del intercambio mercantil, es un crimen que no se debe permitir.
Es necesario reconocerlo, en Oaxaca persisten dos tipos de civilizaciones, la mercantil y la comunitaria, entre ambas no existe una relación intercultural, es decir, un modelo de convivencia que potencie lo mejor de ambas civilizaciones es decir, el logro de la calidad del vínculo social.
La adecuada concepción de la interrelación entre culturas, que sostienen un modo determinado de ser y de existir en la pluriculturalidad. El intercambio entre culturas no es nada nuevo en la historia humana ni tampoco la existencia de los modelos de convivencia.
Si bien vale considerar el diálogo entre las culturas (interculturalidad), no vale cualquier tipo de diálogo cultural ni tampoco vale cualquier modo de relación entre ellas. Tipo y modo del intercambio
Toda acción entre culturas se da en un espacio público, éste visualiza, da paso a la reivindicación política del encuentro entre culturas, no es un espacio de superación de una cultura por otra, tampoco es el nacimiento de una nueva cultura. Es un camino de ida y vuelta. Camino que significa una manera de entender la interculturalidad y una determinada manera de llevarla a cabo.