¿A quién corresponde defender?
La X en la Frente
OAXACA, Oax., 9 de mayo de 2017.- Es el tema de moda. Repentinamente Puebla, Oaxaca y Veracruz, parecen uno solo, y le apuesto a que algunos de ustedes –amables lectores- hasta la semana pasada, no habían escuchado ni sabían qué era un “huachicolero”.
Sin existencia en el diccionario de la RAE, a su saber y entender, no solamente los delincuentes, sino los ciudadanos beneficiados económicamente por estas personas, a su saber y entender acomodaban palabras entendibles, según su geografía, hasta definir, conceptualizar o describir qué es un “huachicolero”, que hasta donde se sabe, intuitivamente las personas hacían derivar de un verbo: “huachicolear”, que vendría siendo en su no muy tardía definición oficial, como “la acción y efecto de sustraer sin consentimiento del Estado todo tipo de hidrocarburos” y le apuesto según lo dicho hace varios años por Giovanni Sartori en su obra cumbre de que “… las ideas erróneas sobre la democracia determinan que la democracia funcione mal”; O como escribió Tocqueville: “Es nuestra forma de utilizar las palabras democracia y gobierno democrático la que produce mayor confusión. A menos que se definan claramente estas palabras y se llegue a un acuerdo sobre las definiciones, la gente vivirá en una inextricable confusión, para beneficio de demagogos y déspotas”, en tanto nuestros legisladores se ponen de acuerdo en las palabras para que se considere un delito con todos sus elementos, para no meternos en la inextricable confusión entre cuerpo del delito y tipo penal, para beneficio de un pueblo cuyas conductas ilícitas, son todas “robo famélico”.
El respeto a la legislación penal, sea local o federal, es inversamente proporcional a cualquier grado de pobreza de nuestra gente, sea de aquí, sea de allá.
Por lo pronto surgen nuevamente los dos Méxicos “Bonfilianos”: el profundo y el imaginario, donde el rico descansa su avaricia sobre los hombros de cada vez más pobres en México, no se diga Oaxaca.
Pero volviendo al tema en palabras más llanas, el hecho es que parece que apenas nos dimos cuenta de las multimillonarias pérdidas para el Estado mexicano, en robo de hidrocarburos que llevan años, sino es que lustros.
The New York Times en español, apenas el 27 de abril publicó que “todos los días son robados más de 5.5 millones de litros de combustible de todo el sistema, desde las refinerías hasta las gasolineras, según funcionarios federales”.
Suponiendo sin conceder que esa cifra sea exacta, muy probablemente sea una actividad ilícita más rentable y menos riesgosa que el narcotráfico y hoy por hoy, simple y sencillamente porque las comunidades donde no hay cosechas, empleo, ecoturismo, autoempleo; allá donde las políticas públicas de combate a la pobreza no llegan, simple y sencillamente porque son miles, sin contar los pueblos fantasma donde unos cuantos adultos, mujeres y niños con la política fiscal de Donald Trump, se van a ver menos beneficiados de las remesas que van desapareciendo como el único ingreso de miles de familias en los municipios, comunidades, rancherías o núcleos rurales.
Si nuestros cuerpos camerales, de procuración e impartición de justicia; y desde luego de política social no declaran inmediatamente, de acuerdo a cifras que no sean de ellos, sino de prestigiados centros de investigación o nichos de demografía totalmente imparciales, en alianza con el Inegi, algo así como “zona de desastre social”, estaremos en cuestión de años enfrentando al peor de los poderes fácticos que se estarían imponiendo ante el Estado Mexicano, peor o mucho peor que el de por sí, pernicioso, narcotráfico.
Y más aún. ¿Se imagina usted si los cerebros de los capos, que son en la realidad empresarios reconocidos públicamente y hasta respetados o temidos por la autoridad, pero en la realidad, cárteles con cada vez más sofisticadas y maquiavélicas formas de esconder a plena luz del día y en nuestras narices, que aparecen de camisa y corbata en los periódicos, la televisión y en las revistas, una combinación de dos o más conductas penadas por nuestras leyes. Algo así como “la madre” o “el padre” de todos los delitos?
Pues ya lo tenemos aquí en Oaxaca y lo hemos tenido desde hace no sé; ni quiero saber cuánto tiempo.
Ya lo lindé en mi texto pasado y no soy el único que lo ha hecho ver. Juán Terán, capo de las drogas en Juchitán, encontrado por las autoridades en Puebla, bajo la protección de José Antonio Arroyo, propietario, representante legal de varias estaciones de servicio en Oaxaca y Puebla, para que no se aburriera, lo habría puesto a ordeñar ductos de Pemex, siendo a la sazón Vicepresidente de los EGEO AC (Empresarios Gasolineros del Estado de Oaxaca, Asociación Civil), afiliada a la ONEXPO (Organización Nacional de Expendedores de Hidrocarburos) que, al lunes del 16 de marzo de 2015 aglutinaba a “más de 10 mil estaciones de servicio” según aparece en la edición del Diario La Jornada de esa fecha, y hoy con 150 de las 210 existentes en nuestro estado.
Si tuviera usted acceso a la sola cabeza de la nota de Israel Rodríguez en la sección de Economía de esa misma fecha, se va de espaldas. Aquí se la dejo: “Beneplácito de Onexpo por nueva ley contra delitos en materia de hidrocarburos”.
¿Será que acaso en 2015 todavía no proliferaban o no existían los huachicoleros?
Espero que al día de hoy Onexpo, afiliada a Coparmex nacional y a su vez al poderoso Consejo Coordinador Empresarial, cuyo presidente, por dos periodos consecutivos fue nuestro paisano (y lo digo sin orgullo, aunque nada me haya hecho todavía y sin tener el gusto de conocerlo), Gerardo Gutiérrez Candiani, a quien para no quedar fuera de “la jugada” le inventaron un traje hecho a la medida como mandamás de la institución encargada de detonar el progreso, no el desarrollo, el progreso de las apresuradamente diseñadas “Zonas Económicas” del país y al parecer poder tras el trono del CCE, se haya pronunciado ya públicamente respecto de la probable responsabilidad de su asociado Vicepresidente en Oaxaca, José Antonio Arroyo, en las conductas antisociales ya públicamente conocidas, sin contar la balacera que armó en el restaurante más conocido de Juchitán y que casualmente se encuentra contiguo a una gasolinera.
No sé qué esperan para dejar de minimizar lo que puede convertirse en una bomba social, y para muestra los lamentables y fatales sucesos recientemente acaecidos donde parte de una comunidad, se amuralla frente a los guardianes del orden institucional, defendiendo a los huachicoleros.
De antemano sé que no tendrá mayores consecuencias. Será un hecho aislado con riesgo, gracias a las cada vez más amarillistas televisoras, cuya descripción y efectos, fueron adjetivados a la perfección, en la brevedad de las páginas del “Homo Videns”.
Y lo escribo con la misma seguridad con la que apenas el pasado Miércoles 20 de Enero, en las páginas del mismo diario capitalino, pero ahora en la sección La Política, “en conferencia de prensa, el presidente de la Onexpo, José Ángel García Elizondo, dijo que las principales afectaciones se están dando en la frontera norte del país, en donde los ciudadanos están pasando a Estados Unidos para comprar combustible. La cabeza de la nota de Juan Carlos Miranda a la letra dice: “Pérdidas de 34.5 millones de pesos al día por cierre de 180 gasolineras: Onexpo”.
¿Y sabe usted –querido lector, querida lectora-, cuál acusa como la principal y casi la única causa? El gasolinazo. Qué fácil, ¿no? Cuando ignoran, solapan, protegen o minimizan el que sus mismos afiliados sean, al menos autores intelectuales o cómplices de eufemismado delito que debe llamarse, con todas sus letras: huachicoleo; para cuyo éxito, contratan u ocupan a niños como “halcones”.
A esta hora de la madrugada, me entero, vía Milenio Diario en su edición de hoy pero ahora en la sección Policiaca, que Oaxaca ocupa el nada honroso octavo lugar en robo de combustible, preponderantemente en el Istmo de Tehuantepec , acentuadamente en Salina Cruz y en algunos lugares de la mixteca, donde el combustóleo provenía del estado de Puebla.
Cuando la pobreza es la artillería del delincuente, el tiempo y la displicente protección son los principales enemigos.
¿A dónde van a parar todos esos miles de litros de gasolina robada? No al consumidor individual, sino al intermediario que son las gasolineras de todo el país, que financian al huachicolero a través de delincuentes, adheridos a sus Organos, Cámaras, Asociaciones o como se etiqueten, que con una mano lapidan sin consecuencias al Gobierno y con la otra cobran las exorbitantes cantidades de dinero producto de parte de la venta ilegal de la gasolina, por una parte; y por la otra financian también a quienes cierran las estaciones de servicio enemigas o competidoras, para que no sean partícipes del festín.
Pero como en todos lados “se cuecen habas”, aprehenden sus propietarios y directivos las mismas prácticas para que el único que pierda sea Oaxaca y sea México.
Ya salió la hebra. Ya tenemos, al menos una docena de nombres que, con o sin fuero, deben ser investigados, investigadas, castigados y castigadas, se termina de jalar la hebra.
Termino con una anécdota, documentada. En su primera toma de protesta, la actual mesa directiva de EGEO, en voz de su presidente calificó a Gabino Cué, como “un gran aliado” y se puso la soga al cuello cuando embarró a “todos” sus agremiados al mandarle recado con José Zorrilla de San Martín y Diego o algo así, que ellos se declaraban correspondidamente, aliados del próximamente malogrado ex gobernador de Oaxaca.
Ahora se explica usted ¿por qué, hasta hace unos días; Gabino y compañía se paseaban como ciudadanos ejemplares por el mundo y por Oaxaca y hoy nada se sabe de ellos? ¿Por qué hasta ahora conocemos vía los medios de comunicación al Presidente Estatal de Coparmex, deshaciéndose en halagos y tersas palabras al gobernador del estado y pide que le den permiso de denunciar a los “funcionarios de la anterior administración” por haber quedado a deber a sus socios más de 2 mil quinientos millones de pesos, presuntamente listos a embolsarse entre la familia cuyos señores feudales eran Germán Tenorio, Jorge Castillo, Salvatierra, Arnaud Viñas, Vargas Varela y el Monarca se llama Gabino Cué? Porque lo ven venir.
¿No decían y reproducían Goebbelsianamente que Alejandro Murat era El Protector? ¿No decían que había pactado impunidad para Cué a cambio del gobierno? ¿No creían haber repetido mil veces la misma mentira hasta convertirla en verdad?
Contaron mal. Se quedaron en la 999, algún agudo escribiente tomado por loco con lo que llevaba aprendido, se dio cuenta, que les faltó la última. Empiezan a limpiar la imagen del gobernador que impasible aguantó sin excusas, pagando al enemigo una deuda que no era de él, soportando los peros y más peros e inconformidades dichas o vía panfletos?
La protección de los capos de la droga, financiados por los acaudalados y también protectores de usted ya sabe quién, sobre el sudor, los hombros, la reputación el prestigio y la honorabilidad de sus agremiados, que nunca lo imaginaron, al fin terminó. Y ahora sí, como los Duarte, Borge, Medina, Granier y sus homólogos, en su momento, Gabino Cué, se reporta prófugo. No todos los empresarios son malos, solo unos cuantos, que llevan el hierro de la avaricia y el frenesí del poder. Los buenos somos más.
Finalmente y en una especie de “Eppur si muove”, anuncio, que hasta lo aquí escrito y recordando a Jaime Sabines: “No lo sé de cierto, pero supongo…”; porque quiero ver crecer a mi hijo, que está a nada de cumplir su primer año”, pero no sin antes, dejar una nota al pie:
Mis respetos Señor Gobernador. Ha dado usted una lección ejemplar, siendo tan Joven para la investidura que ostenta, que ya se estaba olvidando: que “la política es el arte de tragar sapos, sin hacer gestos”.
Le deseo mucho éxito y vamos por el milagro. Es posible y Oaxaca lo merece.
Twitter: @MoisesMolina