El pleito eterno: política vs brevedad
OAXACA, Oax., 22 de agosto de 2017.- La reciente presentación del Programa Estatal de Desarrollo (PED) 2016-2002, por parte del gobernador oaxaqueño, Alejandro Murat, provoca reflexiones inmediatas.
Según se lee en el documento y lo ha subrayado en su discurso, aquel contiene 5 ejes: Oaxaca incluyente y con desarrollo social, Transparente y moderno, Seguro, Productivo y Sustentable. Lo cruzan tres políticas transversales: indígenas; niños, niñas y adolescentes; y mujeres, desde luego.
Muy claro y preciso. Esas son las prioridades.
Si del texto y sus palabras se infiere la intención genuina por hacer avanzar al estado, llama la atención la insistencia del gobernador, de nueva cuenta, en el reto de la eficacia, al grado de invocar, como buen abogado que es, al jurista insignia del siglo 22, Hans Kelsen.
Ello trasluce, de un lado, su conciencia con respecto a las difíciles condiciones sociales prevalecientes en el contexto histórico oaxaqueño y su decisión auto confesada para encararlo (léase a los poderes fácticos) y propiciar su superación, así sea de manera gradual.
Del otro, es notorio que cada vez conoce mejor los problemas estatales, regionales y municipales, y que intentará con todo el vigor de su juventud y creciente experiencia, pero de ningún modo solo -según reconoció- al menos reducirlos.
Por ello, sabe que es indispensable que el polígono de ejes temáticos y el trípode transversal del Plan deben ser desglosados en programas sectoriales y especiales, que cada cabeza de sector de su administración deberá diseñar y debería presentar al público y a sus interlocutores significativos. Los municipios deberán tomar nota y hacer o rehacer lo propio.
Sabe que la dignidad oaxaqueña, maltratada por decenios de rezago comparativo con muchas otras entidades federativas, requiere financiamiento externo, público y privado, pero también micro y meso productividad interna, si es que los grandes planes logísticos y la competitividad serán sostenibles.
Exige inclusión con programas sociales pero a la vez cooperación entre sectores, en particular del sector empresarial y la protección y cumplimiento progresivo de derechos, entre otros, la consulta y el diálogo con pueblos y comunidades. Agregaría: la apelación a la comunalidad productiva.
Demanda gobierno moderno que practique la transparencia y no la opacidad y la simulación pues no se nace corrupto sino que se aprende a serlo y, por tanto, puede desaprenderse hasta transformar corrupción e impunidad de remolino vicioso en espiral virtuosa –femenina, por cierto.
Ocupa un entorno de seguridad mínima para desplegar su potencialidad plural y diversa pues en ello radica, con respeto máximo a los derechos de todos, la justificación básica de la asociación política a la que llamamos gobierno.
Más aún, en todo ello, la dignidad oaxaqueña requiere poner a los más vulnerables al frente. A la mayoría, por cierto, que forman las personas indígenas, menores y mujeres, los más desaventajados y en riesgo.
Destaca, en mi opinión, el énfasis innovador en tres mecanismos de seguimiento y evaluación conforme con la metodología del marco lógico que usan organismos internacionales.
Un sistema público de seguimiento y evaluación sobre indicadores coherentes; reuniones semestrales Ejecutivo-Legislativo para valorar avances y rezagos; y, lo que luce esperanzador, al fin la integración y operación de comités regionales de planeación y participación ciudadana en esas políticas públicas. En el futuro, debería considerarse, convertirlos en sistemas regionales permanentes de gobierno y desarrollo.
Tengo para mí que un Plan de esa magnitud torna indispensable la urgente confección y difusión de una hoja de ruta para hacerlo eficaz. Se requiere un Plan sobre el Plan.
Primero, sería pertinente aplicar una pedagogía intra-gubernamental y en la sociedad para hacer del PED el Evangelio o la Liturgia de su base constitucional y legal, y estimular la participación ciudadana.
Segundo, construir el esquema de indicadores que considere el principio constitucional de progresividad y eficacia en el cumplimiento de los derechos humanos individuales y colectivos. Nótese que, en la Constitución de la Ciudad de México, su artículo 5o prevé el sistema de evaluación en tal sentido a través de un Instituto autónomo. Aqui en Oaxaca, sin más burocracia, aquel Sistema debe cumplir con esa función crucial.
Tercero, alinear instrumentos presupuestales para hacer realidad todo aquello.
Cuarto, a no dudarlo, imprimir transparencia y máxima publicidad al Plan del Plan contribuirá a su legitimidad y concreción.
Y, quinto, armar y desplegar un discurso basado en acciones y evaluaciones auténticas del PED deberá servir para predicar con el ejemplo republicano.
Es imperativo mostrar que la palabra empeñada, el trabajo, el orden, la buena administración y la rendición de cuentas –no lo contrario– son parte esencial del ser oaxaqueño.