Mantiene SSPO activo el Plan de Apoyo a la Población en el Istmo
OAXACA, Oax., 10 de octubre de 2017.- El Obispado de Tehuantepec difunció una carta de agradecimiento por el apoyo recibido luego del sismo del 7 de septiembre que afectó principalmente a la región del Istmo.
A continuación reproducimos en su totalidad de la carta:
Obispado de Tehuantepec
La tierra nos movió y nos sigue moviendo.
El 7 de septiembre un sismo de 8.2 grados nos hizo caer en la cuenta de nuestra fragilidad humana, pero también en la cuenta de que somos un proyecto de Dios, de relaciones abiertas, necesitábamos reconciliarnos con la familia, en la escuela, en el trabajo, en la Iglesia, con Dios y con la tierra.
La primera reacción aquella noche fue en qué debo hacer, nos movió a todos. El Obispo nos convocó, nos organizamos. Nadie se quedó esperando, ni los abuelitos de Cerro Viejo cuando salió el mar después del sismo ¡No queremos limitarnos a recibir el pescado, queremos ayudar, cocinarlo! Necesitamos nuestros hornos nos decían las señoras de Juchitán y de Unión Hidalgo. No queremos la demolición de nuestra casa, queremos que se restaure ¡Queremos trabajar unidos, no queremos excluir a nadie!
Aquella anoche nos experimentamos hermanos, parte de la misma humanidad, ricos y pobres sufríamos el mismo destino. La participación de todos ha fomentado la igualdad de un derecho. Hoy vivimos la oportunidad de que haya igualdad de todos ante las leyes sociales, el reconocimiento de la dignidad de cada persona y en el respeto a sus derechos. Junto con la igualdad viene la equidad, que nos lanza a relaciones nuevas, es nuestra oportunidad ahora en la reconstrucción del tejido social.
Vino la reacción de los hermanos ante la demolición de las casas, porque la propuesta de gobierno fue si no hay demolición no hay aportación de los 120 mil pesos. Las casas queremos que sean restauradas. Nosotros no podemos demoler la casa, porque la casa es nuestra vida. Nos decía don Tito de Ixhuatán, “es la herencia que recibí de mis abuelos, ahora es herencia para mis hijos”. La casa, la familia es el símbolo de nuestro pueblo, es en la casa en donde aprendimos a ser pueblo Ixhuateco, Mixe, Chontal, Ikoots… con sus características propias, pero con la misma dignidad humana de hijos de un mismo Padre.
En el dolor pudimos vivir la fiesta de la solidaridad, la compasión, la defensa de los más necesitados. Le agradecíamos a Dios por su bondad. Renacimos de nuevo. Volvimos a Dios como el hijo de la parábola del Padre Misericordioso. Dios nos recibió, hizo fiesta, todo México de pie, sentíamos la ternura de cada uno de los mexicanos que nos enviaban todo lo que podían para que no sufriéramos, nos acogieron. Toda muestra por pequeña que fuera, la sentíamos como un gran cariño que llegaba a fortalecernos. Experimentamos a un Dios misericordioso, a su Hijo muy cercano con nosotros. Vivimos una Iglesia mexicana volcada a la entrega de los hermanos.
Agradecemos la presencia del Episcopado Mexicano, en la persona del secretario general de la CEM, don Alfonso Miranda Guardiola, que ha estado animándonos y respetándonos en el servicio desde el inicio. Igualmente a las diferentes Caritas diocesanas, así como a las Diócesis y Parroquias, organizaciones de distinto signo y personas de la sociedad civil que se organizaron para hacernos llegar su solidaridad y su afecto que nos ha sostenido.
Seguimos orando, por ustedes y por nosotros, ante la Santísima Virgen de Guadalupe, Madre de nuestros pueblos para que vivamos, desde ahora, como hijos de un mismo Padre, poniéndonos en sus manos y reconociendo, en el amor de quienes nos han apoyado, la presencia de Cristo su Hijo y la fortaleza compartida del mismo Espíritu de Dios. Él va con nosotros para que trabajemos con esmero y esfuerzo, en esta siguiente etapa de reconstrucción.
Santo Domingo Tehuantepec, Oaxaca, 7 de octubre de 2017
Óscar A. Campos Contreras
Administrador Diocesano de Tehuantepec
Presbíteero J. Leonides Oliva Martínez
Pastoral Social-Caritas, Tehuantepec