Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Las instituciones crean fenómenos que como bolas de nieve después no pueden controlar. Uno de ellos son las candidaturas independientes cuya explosión sorprende desde hace unas semanas y que amenaza con expandirse en cada elección ya sea local o federal. Tan solo en la Ciudad de México ahora se registraron 13 independientes para aspirar a la jefatura de gobierno. En 2015 se registraron 145, de los cuales 51 buscaban delegaciones y 94 ganar la asamblea.
El fenómeno se dará en cada estado que lo contemple en todo tipo de elección.
Como están incluidos los municipios imagínense en estados como Oaxaca que tiene 570 municipios. Un caos. Hay que considerar no obstante, que hay estados que cambiaron la ley y formularon las llamadas leyes antindependientes que tienen vigencia. Atrás de esas voluntades tan profusas por conseguir un puesto, se esconden las más diversas intenciones y no siempre benéficas. Es cierto que en parte está el deseo de participación y el rechazo legítimo a los partidos, aunque muchos de los aspirantes provienen de ellos o son enviados que persiguen la división del voto; otros han sido expulsados de las filas partidarias y se da la contradicción de que algunos han sido detractores permanentes de las contiendas electorales y ahora están insertos en ellas.
¿De quien son independientes los independientes? Si lo son de los partidos -cosa asaz dificultosa, como diría Rostand-, pero van a tener apoyo técnico y económico del estado – de nuestro dinero, pues-, no hay ninguna independencia.
Son simple y llanamente dependientes de nosotros que estamos tolerando el avorazamiento de decenas de ambiciosos, con excepción de unos cuantos, por apoderarse de un presupuesto ya sea a través del puesto a que aspiran o sirviendo de carnada al sistema. Nada hay puro en el sistema político mexicano. La Comisión de Prerrogativas y de Partidos Políticos del Instituto Nacional Electoral (INE) le dio cauce a esa ambición, al fijar fechas, cantidades y oferta de apoyo técnico a candidatos a la presidencia de la república, a las senadurías y a la diputaciones federales.
En cada estado se librará la misma batalla por reducir a bolsillos personales, el dinero que debería corresponder a las necesidades del pueblo. Muy atingente, el INE, que se soñó ciudadano, les quita a las señoras y señores, la dificultad de juntar firmas, poniendo a su disposición la tecnología más avanzada a partir de una aplicación móvil especial, una APP.
Y ahí están los llamados independientes sorprendiendo a ciudadanos, en la búsqueda de un cúmulo de firmas que si realmente se lograran equivaldría a casi de la mitad del padrón. Algunos analistas separan a dos o tres de la larga lista de 86 que se inscribieron a nivel federal, como los verdaderos punteros en esa intención de hacer mucho ruido -con el dinero gastado de por medio-, y utilizar un juego de ilusión.
Juego que tiene como destinatario frenar a un candidato. Márgara Zavala, Jaime Rodríguez Calderón, llamado el Bronco y María Jesús Patricio Martínez, la Chuy del EZLN, se suman a ese juego con distintas perspectivas y el mazacote comicial se complica más para finalmente sacar al verdadero conejo del sombrero.
¿Nos merecemos eso los mexicanos? Yo creo que sí, si lo estamos permitiendo. Los monstruos creados por la mente del hombre como King Kong por ejemplo, saltaron de la idea y se convirtieron en mitos que fueron rebasando su origen y ahora forman parte de la historia de la humanidad. Cuando Edgar Wallace hizo el guión original de King Kong, para la primera película de 1933, nunca imaginó que su monstruo sería revivido periódicamente no solo en la literatura o en el cine, sino en los análisis y estudios sicológicos.
Estos buscan el parangón entre esa bestia que puede subyacer en el cerebro o el corazón del hombre y el mito creado por un ser tan extraordinario como Wallace, que él mismo era un monstruo de creación y de vivencias personales, que muy bien podría haber sido llamado King Kong.
El otro símil que atañe al gran simio, es la dualidad que tenía al ser considerado un dios en la isla de donde era originario, La Calavera y un monstruo en la sociedad organizada. Su destrucción por cañones, balas, proyectiles aéreos, es el mecanismo de defensa que usan los modernos para librarse de la barbarie, de lo salvaje, aunque como una venganza ese monstruo salvaje quede inserto en su propia conciencia.
De origen inglés, Wallace fue muchas cosas en la vida, desde joven y de estrato marginal fue albañil, repartidor de leche, trabajador en una imprenta, cocinero de buque, reportero, corresponsal en varios países, creador de varios periódicos, guionista, poeta, escritor, político, dueño de empresas de cine, etcétera.
El monstruo de su creación lo llevó a escribir decenas y decenas de obras de suspenso y es considerado el padre del moderno triller. Una de esas obras se llama La serpiente emplumada, ¿a quien les recuerda? El más famoso de sus guiones fue King Kong que como una exhalación, al terminar de escribirlo en 1932, lo llevó a la tumba. Estaba en Beverly Hills y tenía 56 años.