Que los libros regresen para que sean leídos por otros ojos: Rivera Garza
OAXACA, Oax., 30 de octubre de 2017.- En su libro El Laberinto de la Soledad, el escritor Octavio Paz escribió: “Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente”.
En estos días, México se prepara para uno de sus festejos más importantes del año: el Día de Muertos, que desde 2003 es Patrimonio Intangible de la Humanidad de la Unesco.
En Oaxaca, las veladoras, flores, pan, papel picado de vivos colores, calaveras de azúcar y flor de cempasúchil ya se aprecian por doquier. Los establecimientos comerciales de la ciudad lucen también con adornos alusivos y se prepara para vivir la magia y color de esta celebración con gran arraigo entre la población.
El Día de Muertos, es una tradición que se remonta a la época prehispánica y actualmente es festejada a través de diversos rituales por más de 40 grupos indígenas del país.
Desde el 25 de octubre hasta el 3 de noviembre (e incluso todo el mes de noviembre en algunas regiones), “se celebra el retorno transitorio a la tierra de los familiares y seres queridos fallecidos“, de acuerdo con el texto La festividad indígena dedicada a los muertos en México, del Conaculta.
Aunque algunas culturas han presentado cambios en su forma de celebrar esas fechas, el olor a cempasúchil y copal, y la comida tradicional se mantiene, así como la calidez de recibir con respeto y alegría las almas de aquellos que murieron.