Llora, el país amado…
OAXACA, Oax., 17 de diciembre de 2017.- Tenemos ya tres candidatos a la presidencia de la República, el debate público se circunscribe sobre las virtudes o defectos de los postulados, sus propuestas principales, los partidos que los arropan, de cómo fueron postulados, este tipo de información a veces nos abruman o le damos un seguimiento puntual.
Sin embargo, a mi parecer lo fundamental es saber qué tipo de gobierno, de perfil del titular del Poder Ejecutivo y de los equilibrios en la integración del Congreso nacional requiere el país. Qué requiere nuestra nación en este momento es lo que nos debe importar.
Para mi gusto, México debe entrar en la construcción de una nueva era, en el siglo 19 nos debatimos entre el liberalismo y el conservadurismo, en gran parte del siglo 20 nos preocupamos por los alcances de la Revolución, a finales de este mismo siglo acogimos abrirnos al mundo mercantil, en este mundo del mercado es justo reconocerlo no nos ha ido muy bien.
Si nos entrapamos en el camino del dominio del mercado, entonces modifiquemos sus expresiones más negativas o planteemos otro camino. A mi parecer los tres candidatos y posiblemente los independientes, plantean la primera opción, es decir, cambiar las expresiones más negativas del sistema, ninguno plantea el inicio de una nueva era para el país.
Sino veamos: todos concuerdan que el mercado no puede funcionar con un gobierno corrupto y corruptor, la acumulación de capital, la distribución de las mercancías y el consumo no funciona bien en un sistema corrupto. Por la salud del sistema capitalista es necesario, para estos candidatos, que funcione y bien.
Por lo mismo, no puede funcionar bien con la existencia de más de 50 millones de pobres sin la capacidad de compra, de aquí la propuesta de uno de ellos de otorgar a cada mexicano una renta universal que seguramente fue el regocijo de los industriales y comerciantes, o la oferta de otro consistente en otorgar una renta a los jóvenes sin trabajo.
Todo esto es para hacer felices a los capitalistas y de paso al pueblo o a una parte de él. Desde luego, estas ofertas no nacen del corazón de los candidatos sino de cálculos para mejorar este modo de producción.
Tal vez difieran en el método, uno quiera ampliar más el mercado en detrimento del Estado, u otro manifiesta más presencia del Estado para hacer más efectivo el mercado. Para el caso es lo mismo: hacer funcionar este mundo de vida capitalista. La opción que tiene usted amable lector es escoger a su verdugo.
Otro problema de desvío del mundo de vida capitalista es la inseguridad. Desde luego, la seguridad es monopolio del Estado y de sus brazos el ejército y la policía.
Los partidos que apoyan a dos de los candidatos han llegado al extremo, por servir a sus amos capitalistas, de proponer la posibilidad de que el poder civil se subordine al poder militar a través de una ley expresa para ello, increíble pero cierto.
Nomás esto nos faltaba, el ejército al servicio de la nación también lo sea al servicio de los capitalistas. Lo que es cierto que los tres plantean como objetivo fundamental combatir a la inseguridad vigente en nuestro país.
En el modelo de desarrollo también están de acuerdo, el crecimiento de la economía, los equilibrios macroeconómicos, algunos le ponen el acento en la apertura, otro en el papel más activo del Estado, es decir, a la riqueza de los capitalistas no se debe tocar ni con el pétalo de una rosa. Nada de plantear otro modelo, otra alternativa, en donde la soberanía de la economía recaiga en el pueblo.
En lo político tienen la misma intención, que el régimen funcione bien para la estabilidad del país pues un régimen inestable y caótico no sirve para los fines de los señores del dinero. Necesitamos dicen que la democracia funcione bien pues este tipo de régimen le hace bien al mundo de vida capitalista.
Para el mundo cultural también concuerdan con la idea del fomento de una cultura hegemónica, monocultural, basada en el individuo y no en lo colectivo.
Por ejemplo, la cultura colectiva, la solidaria, la que cuida la naturaleza, los que rechazan los transgénicos, no les sirve a los señores poderosos del capital, por tanto, para los pueblos indígenas no hay nada, se les acepta pero sólo como folklor.
Nada de interculturalidad, nada de aceptar las diversas expresiones de identidad, nada de una educación diferenciada de acuerdo a la identidad, bueno, nada de nada.
Como se puede concluir, si los tres candidatos quieren lo mismo bajo diversos métodos, estrategias, a usted y a mí sólo nos queda votar por el más honesto, de acuerdo a lo que usted y yo entendemos por honestidad, por el que garantice eficacia para lograr los objetivos planteados, por el de mayor experiencia, pues esto cuenta mucho. Lo estoy invitando al voto razonado, desgraciadamente esto es muy raro en nuestras elecciones, siempre se impone el voto de intercambio: tú me das y yo te doy.