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Hacia el 1/7/18
Las (en)cuestas de enero
OAXACA, Oax. 14 de enero de 2018.- La tradicional “cuesta de enero” se está convirtiendo este año en montes alpinos que escalar y las encuestas dan cuenta de ello.
Para la gente común, la de los salarios mínimos y la economía informal, de lo que dependen alrededor de 80 millones de mexicanos, la inflación anualizada por arriba del 6% deprecia sus ya magros ingresos, en declive proporcional desde hace 30 años.
Para quienes están más allá de ese mal, es decir una franja por debajo del 30% o no más de 40 millones, la alerta es cotidiana y sus opciones más reducidas.
Para la minoría del 1% o algo más de 1 millón de muy ricos, la situación podrá seguir siendo favorable en moneda extranjera e inversiones, pero las perspectivas económicas y las encuestas electorales pueden comenzar a inquietar.
Hasta para los dueños y operadores de la economía del crimen, es costosa la cuesta de enero porque el circulante escasea, las plazas cuestan y hay que invertir en una anualidad plena de mudanzas, aunque estas abren espacios y oportunidades a la operación competitiva.
Para los tres precandidatos de otras tantas coaliciones partidarias, que encabezan PRI, PAN y Morena, su carrera a primera o segunda base como candidatos confirmados a finales de marzo podrá superar la cuesta, pero las encuestas de finales de enero les podrán espantar el sueño mexicano de conservar o acceder al gobierno y manejar cuatro insuficientes billones de presupuesto federal.
Para los independientes de toda clase, remontar la cuesta de enero podrá significar el caer en el precipicio de la anulación de las presuntas firmas ilegales de apoyo.
Al menos, les podría costar algo del crédito político escaso hoy día.
Para los organismos electorales, la cuesta habrá consistido en disputarse la preeminencia de la autoridad y la legitimidad, ya debido a enfoques divergentes para proteger el principio de equidad, ya por tolerar el riesgo de reducir con dádivas la libertad del votante, ya por permitir, en fin, que sus propias garantías de independencia, autonomía e imparcialidad resultaren interferidas.
Para los gobiernos federal y locales, la cuesta costará en especie si sus titulares intentan pasar a la condición de precandidatos, sin garantía alguna de que lo paguen con la candidatura que pueden perder y el cargo que podrían arriesgar.
Hay que calcularle bien para no perder el gobierno y luego el poder.
Para los medios de comunicación, ahora ya tradicionales, la cuesta quizás termine hacia mediados de febrero y marzo, cuando se cierren los contratos de publicidad y aumente la incertidumbre sobre el resultado de la contienda electoral.
En el caso de las redes sociales, la cuesta no cuesta pero abusar de ellas podría recostar en el lecho de Procusto a sus autómatas manipuladores.
Para Trump y otros actores externos, la cuesta pasa por el vado de sus tinos y desatinos: la reforma fiscal y subida de tasas de interés, el estira y afloja del tratado de libre comercio y el muro contra los moros migrantes mexicanos, y el impacto de todo ello en el humor de los votantes en México para julio y en Estados Unidos a inicios de noviembre.
Pero, para quienes la cuesta ya es muralla, es para quienes se encargan de medir la temperatura ciudadana e influir en las estrategias políticas de sus clientes esperanzados.
La cuesta de las casas encuestadoras radica en pasar por buenas con o sin metodología y máxima publicidad sus mediciones y no caer en la tentación de las proyecciones fundadas.
Difícil empresa ante la malicia de los encuestados.
Aterra que ni siquiera Porfirio Muñoz Ledo, con sus ocho décadas a cuestas y su sabiduría legendaria le encuentre salida al laberinto de la realidad actual.
No nos confundamos. La cuesta de enero se trata de la encuesta de la primera vuelta al concluir la (pre)campaña y pasar al período previo a la real campaña constitucional cuando termine el invierno y la primavera honre liderazgo, organización y suerte.
Será entonces cuando se podrá saber si las decisiones sucesorias de ayer y los recambios en el gabinete presidencial de hoy fueron acertados. Se conocerán listas completas de candidatos y sus plataformas.
Entonces se verá si la competencia para llegar a la cima será de dos o de tres. Si los independientes jugarán realmente algún papel relevante.
Pero, sobre todo, si la intención de voto de millones de indignados, jóvenes y millennials se mantiene furioso en contra de la minoría del 1% y sus asociados y afines.
Entonces sabremos quiénes pueden continuar hasta la cima y quienes, por mejores siervos de la Nación que hayan sido o parezcan ser, no serán más que tristes ciervos útiles acorralados en la sima de la realidad.
Sin embargo, y en cualquier escenario, virtud debida a la joven democracia pluralista que nos esforzamos en culpar y destruir, ninguno podrá ganarlo ni perderlo todo. Y, en todo caso, cualquiera que lo desee podrá volver a empezar.