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OAXACA, Oax., 25 de marzo de 2018.- Igual que se llora, se canta, se recuerda y se convive con los seres queridos ya fallecidos en la celebración del Domingo de Ramos en Juchitán.
En esta fecha, la comunidad católica recuerda la entrada de Jesús de Nazaret a Jerusalén, pero para los zapotecas, se convierte en un encuentro entre vivos y muertos.
Como parte de esta tradición ancestral, los zapotecas visitan en el panteón municipal llamado también “Domingo de Ramos”, las tumbas de sus familiares fallecidos.
Aún dolidos por la desgracia que dejó el sismo de 8.2 grados en septiembre pasado, los juchitecos mantienen viva su fe. Recuerdan a sus fieles difuntos, conservando así un singular sincretismo religioso.
Días y horas previas a la celebración, los habitantes acuden al panteón para mantenerlo limpio y preparado para la visita.
Las tumbas son adornadas con flores, veladoras y fotografías del difunto. La familia se reúne en torno a ella para estar más cerca de los que se adelantaron en el camino.