Bloquean vecinos de la Gómez Sandoval por obra inconclusa
OAXACA, Oax., 13 de abril de 2018.- El hedor se impregna y permanece una, dos, muchas horas después de salir de ese lugar.
Urgencias del ISSSTE ya no es ni lo más parecido a un servicio médico. Es Oaxaca, el peor sistema de salud, con personal sindicalizado que reclama sus derechos pero que trata peor que animales a los pacientes.
Es jueves 12 de abril. Son las 11 de la mañana. El ingreso a urgencias del hospital Presidente Juárez está atestado.
Pacientes, vendedores ambulantes, ambulancias, familiares cargando sus teléfonos celulares.
Nada es urgente. Espere su turno. No puede pasar. ¿Quién le autorizó llegar hasta aquí? ¿Qué le pasó? Espere su turno.
Preguntas en vez de resultados. Desesperación. Impotencia. A nadie le importa que alguien haya tenido un infarto cerebral. Debe esperar.
Ni una caída. Que espere. Ni que estén echando las tripas por el vomito incontenible. Que se siente y espere.
Son las 2 de la tarde. Las horas más largas que una persona puede percibir es la espera en un hospital y si es de Oaxaca, peor.
Ya va a pasar, cuatro horas después. Interminable. Si afuera es caótico, dentro es el infierno. Pacientes hacinados, con batas raídas. En camillas, en sillas, de pie.
Cada quien se las arregla como puede. Ahí comen, ahí defecan. El olor es nauseabundo, el espacio sucio.
¿Doctor, quién atenderá mi paciente? – Soy enfermero, responde sonriente. Se agradece un gesto amable, pero sin respuesta a nada.
En una silla, ahí para volver a esperar.
¿Una cama? Ni que fuera servicio privado. Los años de servicio no dejan para un hospital privado, menos para un trato digno en el ISSSTE.
“No ve que tengo mucho trabajo”, las pasantes están hasta la madre. Responden al borde del hartazgo.
– ¿Y este paciente no es parte de su trabajo? Ya no hay respuesta.
“No ponga cosas en las sillas”, “Fidencio”, “Mariana”, “Eleazar”, “Obtuvimos un premio de calidad”, irónicos los mensajes en la pared en medio de las deplorables condiciones.
Vámonos. La desesperación crece. Son las 6 de la tarde, es una urgencia y se han ido aquí más de 7 horas. Espere su turno. ¿porqué se la lleva? ¿Se hará responsable? ¿Qué tiene el paciente? De nuevo preguntas. “Al paciente se le dio atención adecuada. Ustedes dicen que no hay atención, lo que no tenemos es cama”, explica un médico, pasante o lo que sea con bata blanca y cara de enfado.
Ocho horas esperando solo para que quede constancia que la responsabilidad es del paciente, por irse, por no esperar. De los familiares, por impacientes.
Urgencias del ISSSTE sigue su ritmo. 80 años, 79 años, 86 años, son los de mayor edad, los que están en sillas y a veces ni en eso.
El último tiempo, el que debiera ser de gloria, de recuerdos gratos, de un trato digno. Tampoco eso se puede. No hay trato digno. Que espere. No es su turno.