Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
OAXACA, Oax., 15 de abril de 2018.- Si los cálculos se mantienen, la población no anglosajona en los EE.UU. será menor al 50% al terminar este siglo 21, con una mayoría de casi la mitad de esa mitad de origen hispano, y de manera sobresaliente mexicana.
La migración por pobreza se ha convertido en una catástrofe humanitaria. Al comenzar la semana pasada, como cada año, una caravana de migrantes centroamericanos –con mayoría de hondureños– cruzó la frontera sur de México para enfilarse a cruzar todo el territorio para llegar a la frontera norte y solicitar asilo humanitario a los EE.UU.
No eran muchos, poco más de mil, con más que se irían incorporando en el camino.
El espectáculo no fue difícil de prever: de un lado, guardias nacionales con traje de faena militar; de otro, familias pobres y famélicas por escasa alimentación tratando de cruzar de manera legal o ilegal –a veces hasta corriendo para eludir las casetas fronterizas– para llegar a territorio estadunidense y lograr su incorporación al sueño americano.
Los centroamericanos habían cruzado libremente la frontera sur mexicana porque no hay restricciones fronterizas sino puertas abiertas. Pero el problema es que cada día es más difícil cruzar a los EE. UU. y los migrantes extranjeros se quedan varados en las ciudades mexicanas fronterizas, con los problemas de aglomeración no controlada.
Grupos criminales de Chile se han dedicado al secuestro. Y la mayoría de migrantes de Centroamérica que no lograr cruzar a los EE.UU. hacen verdaderas colonias irregulares en las ciudades mexicanas fronterizas.
El último terremoto en Haití provocó un éxodo a los EE.UU., vía México, pero las restricciones fronterizas impidieron los asilos y cruces ilegales y ya existe una colonia haitiana en Tijuana, una de las ciudades más violentas por la aglomeración de personas y la delincuencia del narcotráfico.
No es una cifra cualquiera: 3.5% de la población total de los EE.UU. Y todos con documentos ilegales, lo que los tiene en situación de criminalidad. Más de la mitad quiere legalizarse y la otra mitad prefiere el limbo ilegal.
Pero paulatinamente la policía migratoria localiza a los ilegales, prueba la existencia de documentos falsificados y los deportan a México, independientemente de que se hayan asentado y su familia haya nacido ahí.
El jueves 5 de abril el presidente Peña Nieto mandó un duro mensaje por televisión a Trump y le dijo que su “frustración” interna lo llevaba a endurecimientos migratorios.
A pesar del nacionalismo encendido en México, en realidad a Trump no lo animan frustraciones internas –ha logrado casi todo lo que ha querido–, sino el fondo es una política migratoria racista que quiere mantener una mayoría anglosajona.
Ante la impotencia mexicana de un desarrollo mediocre, los gobiernos siempre han tenido a la mano la exaltación del nacionalismo contra sus vecinos estadunidenses. En lugar de reconocer el fracaso en desarrollo interno del Tratado, Peña Nieto se convirtió en segundos en el nacionalista defensor de la dignidad mexicana.