Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 25 de abril de 2018.- La violencia verbal que se escuchó y vio en el debate del 22 de abril -antes en el del jueves 19 en la Ciudad de México-, es una responsabilidad que debe atribuirse al Instituto Nacional Electoral (INE) .Y desde luego, a quien posibilita esas agresiones, el propio sistema político.
Desde días antes se mencionaba que el debate iría directamente y con cargada en contra de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y se sabía de las artimañas que preparaban el derechista Ricardo Anaya y el oficialista José Antonio Meade para enfrentar a un rival que los sobrepasa.
Los dos independientes, en un pacto de abuso legal y utilitarismo violentos fueron registrados al parecer, con el fin determinado de sumarlos a esa agresión.
En un país marcado por la violencia, que cuesta a diario no pocas vidas y envilece y enfrenta a grandes sectores, ésta no puede ser atizada y exacerbada con exhibiciones públicas que tienen todo el sello oficial.
Las autoridades electorales y desde luego las que se ocupan de la justicia en México y en la capital, saben la situación de un ambiente muy caldeado que puede llevar a cosas mayores.
Hubo partidos como los que integran el llamado frente, que aprovecharon la situación para insultar y mostrar posturas extremas, frente a un candidato que simplemente los avasalla con mayor puntaje.
Estamos al borde del estallido y se dio una muestra a nivel nacional de lo poco que importa la cordura. Las reacciones de muchos usuarios de las redes ante el encuentro del domingo, expresó el contexto más amplio y quizá el más decepcionante de los que estuvieron inmersos en ese absurdo debatir.
Soberbia, prepotencia, poco análisis profundo exhibieron los comentarios desde cierta superioridad anómina -aunque se sepa quiénes son- de intelectuales, periodistas, gente pagada, miembros de partidos, etcétera, para enviar a la lona a la totalidad de los debatientes.
Ahí sí, no quedó títere con cabeza, pero se exacerbó más la violencia lineal contra AMLO.
Las grandes mayorías que lo apoyan quizá no vieron el debate y están ausentes de todo este repicar y replicar.
Debe investigarse como se fraguó la violencia contra AMLO
El complot organizado -uno más de los que ha denunciado el tabasqueño-, para enjuiciar con acusaciones incluso delictivas al candidato del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), fue armado paso a paso, en un proceso de muchos meses en los que las declaraciones nada ocultas demuestran como la intención es borrar del mapa al morenista.
Los intentos han sido muchos y el del 22 de abril rebasó los límites con un arrinconamiento que vio todo el país, en el que moderadores a modo y un órgano confabulador pusieron todas las condiciones para la agresión.
Ello debe quedar como constancia y advertencia de lo que se avecina en este complejo episodio que puede llegar a mayores.
Con resultados trágicos y el surgimiento de una gran novela La sombra del caudillo (Editorial Porrúa 1998, muchas ediciones) ha puesto las evidencias de como los caudillismos y la lucha por el poder, pueden rebasar límites y llegar a los peores extremos.
Martín Luis Guzmán partió de un cruento hecho real y escribió su novela en 1927 cuando estaba exiliado en España y la publicó en 1929. Aborda el complot urdido por el caudillo revolucionario – en el caso Álvaro Obregón- ante la sucesión presidencial para la que su candidato era Plutarco Elías Calles.
Libro clásico que es considerado una de las grandes obras posrevolucionarias del siglo 20, relata como el general Francisco R. Serrano (Ignacio Aguirre en la novela), fue asesinado junto con sus seguidores en el pueblo de Huitzilac por órdenes del caudillo que quería la vía libre para mantener el poder.
La novela inspiró una película en 1960 dirigida por Julio Bracho que fue censurada durante 30 años, no obstante los premios internacionales que ganó.
El caudillo Obregón -asesinado después en 1928-, y su víctima el general Serrano quedaron en la historia y la mente de los mexicanos, como los protagonistas de un crimen y gran sacrificio por la ambición inicua de mantener el poder.
Los ejemplos históricos deben alertar con urgencia al pueblo mexicano.