Cortinas de humo
CIUDAD DE MÉXICO, 11 de mayo de 2018.- En septiembre del 2017, el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer, hizo una presentación en el Center for International and Strategic Studies (CSIS) en Washington, explicando con franqueza la filosofía de la nueva política comercial de EU y la justificación para renegociar los “horribles” tratados de libre comercio con Corea del Sur —en vigor desde hace sólo seis años— y con México y Canadá, en vigor hace 24.
Aquella presentación resulta muy ilustrativa para el futuro inmediato de las negociaciones del TLCAN. Lighthizer es un nacionalista económico con ideas provenientes de su experiencia en un mundo más polarizado de los ochenta, nombrado por el presidente Reagan representante adjunto de Comercio, y de sus múltiples litigios en casos de dumping representando a acereras norteamericanas.
En el CSIS, Lighthizer explicó los cuatro principios de su filosofía comercial. Primero, que su país usaría todos los instrumentos —incluso los no comerciales— a su alcance para conseguir mejores condiciones. Segundo, que los déficits comerciales sí importan y su resultado se determina a priori en la mesa de negociación. Tercero, China es el mayor desafío y distorsión mundial al comercio internacional. Cuarto, todos los acuerdos comerciales entre EU y otros países se evaluarían por su resultado en déficit o superávit, si han sido justos o no para los trabajadores estadounidenses, su renegociación sería preferentemente bilateral y podría incluir medidas respecto al tipo de cambio con ese país.
De septiembre del 2017 a la fecha, los aranceles al acero y aluminio, las medidas proteccionistas de ida y vuelta con China, la renegociación del tratado con Corea del Sur y la renegociación en curso del TLCAN testifican ese accionar, en el que el balance comercial per se y la narrativa nacionalista importan más a Trump y a Lighthizer que el bienestar de los consumidores estadounidenses.
Estados Unidos y Corea del Sur cerraron la renegociación del tratado a finales de marzo del 2018 cuando Corea se plegó a la gran mayoría de las pretensiones de EU, al aceptar que se pospusiera del 2021 al 2041 la eliminación progresiva de un arancel de 25% a camiones y camionetas provenientes de Corea del Sur, al establecer cajones cuantitativos a la importación de automóviles coreanos que cumplieran los estándares estadounidenses, al garantizar EU a Corea la exención en el arancel de acero y aluminio establecido apenas en marzo del 2018 y al comprometerse Corea a no usar el tipo de cambio como medida para establecer una ventaja injusta al comercio. No obstante que Corea del Sur accedió a la mayor parte de las modificaciones impulsadas por el equipo de Lighthizer, ya cerrada la negociación, el 29 de marzo Trump no tuvo impedimento en patear la mesa, al detener el acuerdo con Corea del Sur, mientras ese país establecía una posición satisfactoria para EU respecto a la desnuclearización de Corea del Norte (Business Insider, 29/03/2018).
En cuanto al TLCAN, aún persisten diferencias significativas en varios temas, reiteradamente se ha dicho que sólo quedan 15 días para cerrar y lograr que el congreso actual de EU apruebe el tratado este año. Mientras tanto, para mantener la amenaza, Trump anunció el 30 de abril una demora de 30 días para que las tarifas al acero y aluminio entren en vigor para México, Canadá, la Unión Europea y otros países y de no lograr acuerdos satisfactorios quedarían firmes los aranceles o medidas como cuotas y otras restricciones. Tanto nuestro país como Canadá y la Unión Europea dejaron claro que esperan que EU mantenga la exención en tarifas o cuotas de exportación, sin condicionamientos.
De los temas relevantes donde hay desacuerdos, tres son de corte nacionalista: la cláusula de revisión quinquenal o sunset, la restricción a la exportación de productos agrícolas en temporada de cosecha —medida que no cuenta con el respaldo de los agricultores en EU— y la solución de controversias. En cuanto al sector automotriz, se espera que a partir de la contrapropuesta mexicana desde el 7 de mayo los equipos técnicos alcancen acuerdos intermedios, particularmente en la igualación de salarios y reglas de origen en determinados procesos e insumos automotrices.
El discurso nacionalista de la administración Trump y nuevas presiones políticas continuarán delineando el contexto de la negociación del TLCAN, en el que probablemente se solicitarán a nuestro país compromisos concretos respecto del tratamiento de la migración centroamericana y sudamericana, el tráfico de drogas y la administración Trump insista paralelamente en el financiamiento del muro.
La política comercial con México en la administración Trump más que en cualquier otra es política interna en EU y envía señales para preservar su base político-electoral. Con lo anterior y nuestras elecciones en vía de polarización, conforme transcurran las campañas presidenciales, observaremos nuevas expresiones de nacionalismo económico en ambos lados de la frontera.
El autor es economista del ITAM, experto en temas presupuestales y financieros.