Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Raúl Ávila Ortiz | Oaxaqueñología
Hacia el 1-J
OAXACA, Oax., 20 de mayo de 2018.- En la víspera del segundo debate presidencial, que abordaré este lunes, dos visiones o interpretaciones prevalecen sobre el fondo del proceso político histórico del país.
De un lado, se sostiene que el eje central de la disputa es de carácter político: “viejo régimen corporativo” contra “nuevo régimen democrático popular”.
Del otro, se cree que el litigio es más bien de orden económico: “neoliberalismo elitista” contra “populismo asistencialista”.
En las dos hipótesis, hay quien cree en una tercera posición: “democracia constitucional” y “socioliberalismo” en lo político, o bien “liberalismo igualitario progresivo” en lo económico. Veamos breve:
En la vertiente política, hay quienes piensan que el viejo régimen corporativo casi centenario priista continúa vigente y es el principal causante de la degradación del país
El régimen presidencialista y de privilegios habría sobrevivido incluso al panismo de Fox y Calderón y estaría hoy en su fase agónica en condiciones de transición incompleta.
La consecuencia es lógica: el paso a una nueva etapa supondría dos opciones.
Una sería el triunfo del populismo de corte caudillesco o personalista que repondría el hiper-presidencialismo con orden y progreso pero con menos libertades y pluralismo.
Otra, la opción intermedia, equivaldría a continuar la transición mediante el cambio de régimen de presidencial a semi-presidencial y parlamentario para sincronizarlo con la pluralidad electoral y partidaria.
En la vertiente económica, el neoliberalismo sería sustituido por una estrategia económica neo-populista asistencialista y neo-proteccionista frente al cambio de la economía mundial en este sentido y a las amplias demandas sociales internas.
La opción intermedia significaría introducir cambios selectivos y decisivos en el modelo económico liberal para reducir sus costos sociales e igualar de manera progresiva y efectiva las oportunidades y beneficios entre clases y grupos.
El punto fuerte de la primera opción radica en el giro a su favor de las condiciones socio políticas nacionales y las circunstancias internacionales, contrarias al liberalismo capitalista productor de injusticia social sin equilibrios eficaces.
Su punto débil es la percepción de amenaza o riesgo de que en lugar de hacer historia sostenible se moderen populistamente los problemas solo que terminemos haciendo prehistoria o una suerte de involución.
El punto fuerte de la segunda opción, la vía intermedia, es su posible capacidad de mediación político-social pluralista y un manejo menos riesgoso de las variables macroeconómicas –y las relaciones exteriores– en busca de mejorar la condición social.
El problema para esta segunda opción es que el tiempo parece agotado y que las alertas del “llamado de la tribu” de Vargas Llosa, “del pueblo” de Krauze o del 70% de los mexicanos con al menos una insuficiencia social, luce hasta ahora dispuesto a hacerse escuchar el 1o de julio sin que le importe, incluso, la democracia pluralista que considera inútil y, por tanto, inexistente.
Al parecer, ese es el fondo de la cuestión previa al 2o debate, que esperamos aumente certezas para tomar la mejor decisión.