Coahuila y la paz
Cipriano Flores Cruz
OAXACA, Oax., 21 de octubre de 2018.- Para los gobiernos federal y local de los últimos treinta y cinco años, la relación con los maestros que se agrupan en torno a la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación ha sido conflictiva y los diversos acuerdos a que se ha llegado en ciertos momentos ha significado solamente para salir del paso.
Parece que tampoco con el nuevo gobierno de la Cuarta Transformación se ven visos de llegar a un acuerdo definitivo. La primera cuestión que se debe formular es sobre la naturaleza del problema para poder formular una solución en la que todos salgamos ganando, es decir, sociedad, los niños, los maestros, el sindicato y el gobierno.
Uno de los puntos nodales del problema consiste en que la SNTE es un movimiento que se enfrenta, que lucha, en contra de un régimen político, en primer lugar: el régimen corporativo que surge del gobierno de Lázaro Cárdenas, que ha implicado un modo de tratar la relación con los maestros: de modo clientelar.
La lucha anticorporativa de los maestros radica en su oposición de tener una relación clientelar con el régimen. La libertad magisterial es un reclamo que subyace en la confrontación gobierno y la CNTE. En este sentido, el Presidente electo no ha entendido ni atendido este reclamo.
Los maestros no pueden ser los hijos de la Cuarta Transformación, aunque sean los predilectos, porque su posición es de oponerse a todas formas de sujeción, de aquí les nace el nombre de democráticos.
La buena relación entre la CNTE y el nuevo gobierno sólo se puede dar mediante la existencia de un Estado de Democracia Republicana y de plena libertad de vida organizativa y de decisiones de los profesores. Si esto no se da así, se seguirá con la política de otorgase concesiones contingenciales que a nadie satisface pero que fomenta la corrupción en la relación.
De la misma manera, desde la perspectiva del régimen corporativo y clientelar, a los maestros se les concibe como servidores del Estado, del régimen, por tanto, deberán de sujetarse a las disposiciones del poder, cualquiera que sea el origen de este poder, es decir, deberán de aceptar disposiciones legales en que no tienen voz, puesto que no existe una representación de los maestros en los Congresos; disposiciones administrativas que las determina una burocracia supuestamente neutra pero que tiene una actitud imperativa ante cualquier solicitud del profesorado.
Esta burocracia determina, clasifica, remunera, controla, evalúa, el poder burocrático en su máxima expresión. Este Leviatán administrativo limita la libertad de los maestros, son prisioneros, se les reduce sus iniciativas, se atenta, por tanto, al viejo reclamo magisterial: de libertad.
En términos de la libre acción de los profesores, son una potencia para el Buen Vivir o para el fomento de la comunalidad de nuestros pueblos y de las ciudades. Maestros libres son sujetos de la democratización del suelo mexicano. Al tratarlos como sujetos dependientes de reglas burocráticas, ellos se ven obligados a atrincherarse en su organización y enseñar sus colmillos cada vez que el régimen los desea controlar mucho más.
De aquí de su relación con el gobierno federal de amigo-enemigo. La cuestión se complica mucho más cuando se trata de imponer, bajo esta lógica burocrática, un modelo educativo que está muy lejos de los intereses legítimos de la Nación, que sólo sirve a los intereses de los poderosos, del gran capital.
Que este modelo se lo tienen que “tragar” los maestros que están formados en escuelas de crítica social, que además no les otorgaron la posibilidad de proponer un modelo alternativo, como en Oaxaca, es simplemente el más impolítico de las posturas del régimen. Que los maestros tengan que aplicar un modelo educativo que rechazan, es como obligar a un musulmán aplicar principios católicos.
Estos fueron los puntos que quiso imponer la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto, en la lógica del régimen corporativo-clientelar.
Parece ser que el próximo Presidente de la República y su equipo no han reflexionado sobre la naturaleza de la relación con la CNTE y en especial con la Sección 22 oaxaqueña, van en el camino de cometer los mismos errores del pasado, están enfrascados en su visión administrativa, por tanto, burocrática del asunto, por ende, tendremos movilizaciones, paros magisteriales para rato, hay ceguera.