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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de mayo de 2019.- Si fuera posible volver al pasado seguramente muchos políticos mexicanos de la izquierda de antaño hoy no se reconocerían en un espejo.
¿Por qué?
Porque al verse en el espejo del futuro, a través de la rigurosa lente de la realidad, seguramente esos políticos estarían luchando contra ellos mismos.
¿Contra ellos mismos?
Sí, porque en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, esa dizque izquierda mexicana que hoy detenta el poder presidencial, luchaba no sólo contra el partido único, contra el clientelismo, la antidemocracia y el presidente rey, sino que combatía las dictaduras latinoamericanas y de todo el mundo.
Durante el cardenismo, por ejemplo, el populista gobierno Del Tata repudió al gobierno sátrapa de Franco, en España, y asiló a no pocos republicanos que huían del fascismo.
Hoy, algunos hijos de aquellos exiliados españoles –como el sátrapa Taibo 2, son los principales promotores del fascismo dictatorial de Obrador.
¿Qué fue lo que pasó? ¿En qué momento un importante sector de la izquierda mexicana se fue al otro extremo, a la ultraderecha en donde defiende las dictaduras democráticas de hoy?
En los años 60 –sobre todo en el 68 mexicano–, las izquierdas sufrieron la mayor represión en la historia, a manos de un gobierno déspota y autoritario que, comparado con el de López Obrador de hoy, parece juego de niños.
Y a pesar de esa escandalosa contradicción, hoy la izquierda que milita en Morena no sólo guarda silencio, sino que se comporta igual que el autoritario, represor y censor PRI, de Díaz Ordaz.
En los años 70 y 80 del siglo pasado –durante las sangrientas dictaduras de Argentina, Chile, Paraguay y Nicaragua, entre otras–, la izquierda repudió a los golpistas de esos países –junto con los gobiernos priístas de Echeverría y López Portillo–, y aplaudió el asilo a los perseguidos políticos.
Hoy, el gobierno de López Obrador se asume –en los hechos–, como una dictadura más y no sólo recibe apoyo económico y logístico de dictaduras como las de Venezuela, Nicaragua y Bolivia sino que abiertamente apoya a esos dictadores –ante la condena general de la comunidad internacional–, en contra de los pueblos oprimidos.
En los años 70 y 80 se volcaban a las calles de la capital mexicana miles de simpatizantes de las izquierdas quienes repudiaban dictaduras como las de Pinochet, Somoza y Videla –entre otros–, y nadie escatimaba las muestras de solidaridad con los pueblos reprimidos y sometidos.
Desde México, los militantes de los partidos de izquierda –junto con intelectuales y opinantes–, exigían a los dictadores respetar libertades básicas y reclamaban la liberación de los presos políticos, al tiempo que se daba la bienvenida a los refugiados.
Hoy, cuando ya son gobierno, las izquierdas de Morena apoyan a los dictadores y satanizan a los opositores y oprimidos…
Por increíble que parezca, el gobierno de López Obrador es aliado de todos los dictadores del mundo –sobre todo los del continente–, y hace lo necesario para aplastas al pueblo reprimido y empobrecido por las dictaduras.
Lo peor es que parece que a nadie sorprende o indigna ver a los jefes de Morena coquetear con los sátrapas dictadores de Corea del Norte, China, Venezuela y Nicaragua, mientras que en las calles mexicanas –como vimos ayer frente a la embajada de Venezuela–, militantes de Morenas apalean a los venezolanos que exigen la caída del dictador.
Y es que el de Venezuela ya es un caso patético. El gobierno de Obrador es el mayor aliado del dictador Nicolás Maduro, el sátrapa que se aproxima al final de su gobierno criminal y represor.
Y a la caída de Maduro confirmaremos que López Obrador y Morena fueron financiados por la dictadura venezolana. ¿Y qué explicará la izquierda mexicana ante esa traición a la patria?
Lo cierto es que López Obrador y Morena nada tienen de izquierda; no son más que vulgares ambiciosos del poder.
Al tiempo.