Cortinas de humo
OAXACA, Oax., 5 de mayo de 2019.- Si bien es cierto que el régimen político de Morena encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador vislumbra apenas sus contornos, ya es posible definir su camino y explicar su naturaleza.
En primer lugar, es evidente que López Obrador y su equipo no buscan sólo mantener o sostener un gobierno, estar en la idea de alternancia, sino tienen la idea de forjar una hegemonía, es decir, un proyecto político, económico, social y cultural de largo alcance, por lo menos en veinte años se tiene que consolidar el nuevo régimen ha dicho el Presidente.
Piensan en una alternativa y no en una alternancia.
El proyecto hegemónico, llamado Cuarta Transformación, busca imponer un sistema de valores, creencias, un sentido de la historia y del porvenir, una manera específica de las relaciones de poder entre la clase políticamente dominante y las demás clases y organizaciones sociales. En síntesis, un proyecto hegemónico que está sustentado en una ideología específica, es decir, en una verdad, y en el conjunto de principios, creencias y conocimientos que hacen creíble esa verdad.
La hegemonía que se pretende construir e institucionalizar pretende obligar, a través de la nueva clase políticamente dominante, a las clases sociales ser subordinadas al proyecto hegemónico, a satisfacer los intereses de la nueva clase políticamente dominante, que estas clases y demás organizaciones que las representan pierdan sus identidades, desde luego, también a sus culturas políticas y sustituirlas por otra nueva cultura.. En el proyecto hegemónico también se puede encontrar el deseo de controlar el conjunto de las relaciones de producción y del conjunto de las relaciones sociales.
La experiencia histórica nos enseña que todo proyecto hegemónico es muy sutil, busca la persuasión más que la imposición. Son valores, principios, creencias, en suma, una ideología que envuelve como un sueño de droga, de opio, a la sociedad.
Regularmente se usan los aparatos ideológicos del Estado para su implantación, tales como la escuela, los medios de comunicación (benditas redes sociales), las normas jurídicas, una manera específica de identificar al pueblo, a la justicia, la ley, la democracia, las libertades, al Estado, al ejercicio del poder, a la acción de la administración pública, en síntesis, una manera específica de entender y accionar a la Política con mayúscula y con minúscula.
Las clases subordinadas primero se resisten, pelean, pero al final aceptan, adoptan y se adaptan a la nueva ideología de la clase políticamente dominante, incluso, se convierten en los más fieles defensores del nuevo proyecto hegemónico.
Surge una etapa de enorme conflicto entre ideologías, si triunfa el nuevo proyecto hegemónico se instala una nueva cultura política que influye en los comportamientos de la población y de los ciudadanos, así como, en los ámbitos cognitivos y emocionales.
De alguna manera hegemonía implica el uso del poder para imponer, mediante diversos recursos, un proyecto de sociedad, Estado, economía y cultura.
Lo importante también a considerar, que el proyecto hegemónico implica siempre realizarse en el contexto capitalista, en caso contrario, sería un proyecto revolucionario, por ejemplo la lucha por el socialismo. La hegemonía es la dirección suprema de la sociedad.
La hegemonía, además de política e ideológica, su connotación jurídica no es muy precisa, por eso se piensa que la lucha por una hegemonía se puede caer en el terreno pantanoso de varias interpretaciones del tipo de régimen político, de la centralización del poder, de su uso variado, de actuar en los márgenes que la ley permita.
El líder del proyecto hegemónico por lo regular, oscila entre el ejercicio constitucional y democrático del poder y su ejercicio revolucionario o despótico del poder, revolucionario cuando va acompañado de una prevalencia de la justicia, despótico cuando responde a una pura voluntad o a un solo interés personal, constitucional y democrático cuando se apoya en la voluntad general y en el espíritu de las leyes.
Es importante destacar que en el proyecto hegemónico implica también una dirección intelectual y moral por parte de la clase política que aspira al dominio, esta dirección intelectual y moral tiene que acreditarse ante las demás clases como guía legítimo, sea mediante un proceso de consenso o la pasividad de estas clases que se convierten en subordinadas y acompañantes del proyecto hegemónico.
Es muy fácil que el proyecto hegemónico caiga en los brazos, siempre agradables para el buscador de poder per se, de la gloria del poder.
Lo que nos enseña la historia, los proyectos hegemónicos que hemos conocido los mexicanos, tales como el de Porfirio Díaz, Lázaro Cárdenas y Carlos Salinas de Gortari, fueron proyectos de largo alcance que son valorados en enfoques diversos.
En este contexto de la teoría de la hegemonía nos proponemos analizar el nuevo régimen político llamado: La Cuarta Transformación. Se ha producido suficiente material para catalogar su su característica principal y el nacimiento de una naturaleza que puede prevalecer e institucionalizarse en veinte años.