Nos pegó la Fernandomanía
CIUDAD DE MÉXICO, 14 de junio de 2019.- En todos los equipos de trabajo, como todos saben, existe un preferido; el más capacitado, el más hábil o, simple y llanamente, el más lambiscón.
En casi todos los gobiernos mexicanos, como muchos recuerdan, el preferido casi siempre se convierte en el hombre orquesta; aquel que hace y deshace con la complacencia total del jefe.
En la política mexicana y en no pocas ocasiones el preferido sexenal se convirtió –al final de cada gobierno–, en el sucesor. Así, por ejemplo, Luis Echeverría fue el preferido de Díaz Ordaz; López Portillo el preferido de Echeverría; De la Madrid el preferido de López Portillo y Salinas el preferido de De la Madrid.
¡El ciclo se rompió con Colosio, que era el preferido de Salinas y del que todos conocen la historia. En el caso de Peña, el preferido era Luis Videgaray, quien no resultó el sucesor por la pesada carga de los muertos en el armario.
Y vale el tema porque en el gobierno de López Obrador existe un claro preferido. Se llama Marcelo, se apellida Ebrard y “en el gabinete de floreros” lo motejan como El Papayo.
¿El Papayo?
En efecto, en la intriga palaciega –en la casa presidencial–, se juguetea con la vieja historia de los hijos del cacique quienes prestos respondían “¡yo papá!, ¡yo papá”! a todo lo que proponía el patriarca.
De esa manera, el ¡yo papá! derivó en una suerte de onomatopeya que, con el tiempo, dio el nombre de Los Papayos a los hijos del cacique que a todo decían ¡yo!.
Y es que en el gabinete presidencial de Obrador, el primero en levantar la mano, proponerse para atender tal o cual tarea, para asumir ésta o aquella encomienda o para resolver el más complejo problema es, precisamente, Marcelo Ebrard, El Papayo, como lo motejaron sus compañeros de gabinete.
Sin embargo –y más allá de que pocos dudan de las habilidades, el talento y el talante de Marelo Ebrard–, lo cierto es que el hombre orquesta del gobierno de Obrador ya empezó a incomodar a no pocos del gabinete y, sobre todo, a otros tantos en el partido oficial, en Morena. ¿Por qué?
Porque el activismo de Marcelo lo mismo pisa callos, que lastima egos y desplaza funciones que no parecen de su competencia. Así, en el conflicto del recorte y escasez de recursos y medicamentos del sector salud, entró de manera emergente Marcelo Ebrard, en medio del enojo de muchos.
Pero la gota que derramó el vaso se produjo cuando el presidente Obrador debió enfrentar de manera urgente las amenazas de su homologo Trump, de Estados Unidos, ante el peligro de gravar con aranceles las exportaciones mexicanas.
Y entonces fue el verdadero momento para Marcelo Ebrard, la oportunidad que esperaba para convertirse en el hombre orquesta del gobierno de López Obrador.
Resulta que, colmilludo como pocos, el canciller movió todos sus hilos para hacer no sólo su trabajo como el responsable de la diplomacia mexicana, sino que asumió los cargos de titular de Gobernación, jefe de Economía, secretario de Hacienda y hasta de Fiscal General de la República.
Y es que en las complejas negociaciones con el gobierno de Estados Unidos no sólo se habló de la diplomacia entre los dos países –la materia del Canciller–, sino que se tocaron temas como la migración –que compete a la secretaría de Gobernación–, se exploraron los aranceles que amenazó con imponer el presidente Trump –que son temas de las secretarías de Economía y Hacienda–, y hasta se tocó lo referentes a la violencia criminal, que corresponden a la secretaría de Seguridad y a la Fiscalía General.
Sin embargo, buena parte del paquete –por no decir todo–, lo sacó sólo el canciller Marcelo Ebrard, quien todo el tiempo mantuvo línea directa con el presidente Obrador.
El desplazamiento de funciones, los egos lastimados, los “machucones” y hasta los caballazos prendieron focos rojos en el gabinete, en el partido Morena y hasta en el Congreso.
Y es que desde el amanecer del sexenio, Marcelo Ebrard empezó la fuga no sólo como el preferido de palacio sino como uno de los más avanzados presidenciables. Del hombre orquesta, Marcelo pasó al Superman del gabinete y del presidente. Y entonces empezó a pagar los costos.
El largo y retorcido colmillo del diputado Porfirio Muñoz Ledo fue el primero en aparecer.
Y es que, en tanto el Presidente de la Comisión , puso en evidencia no sólo el peligro para la Soberanía Nacional con los acuerdos firmados ante México y Estados Unidos, sino por el uso indebido de la Guardia Nacional y, sobre todo, por la invasión de funciones de Marcelo.
Y entonces arrancó la temprana guerra por la sucesión. ¿Lo dudan?
Al tiempo