Con EU, soberanía limitada en migración, narco y TCL
CIUDAD DE MÉXICO, 31 de julio de 2019.- En todos los tonos –y durante años–, el nuevo presidente mexicano juró y perjuró que lo suyo no es la venganza.
Sin embargo, todos los días se suman evidencias de que, en éste caso, también miente.
Y sólo basta con ver la venganza y persecución –con todos los recursos del Estado–, contra Emilio Lozoya, Alonso Ancira, Juan Collado y, en las últimas horas, Rosario Robles.
Claro, sin contar con los ataques vengativos contra medios y periodistas críticos de su gobierno, a los que el presidente difama y acusa sin pruebas, casi todos los días.
Y la mayor evidencia de que todos los casos de persecución política se construyen desde el poder presidencial, –a través de un Fiscal a modo–, es la ilegal e interesada filtración que promueven las oficinas de comunicación del propio gobierno federal, para contribuir al descrédito de los perseguidos y al linchamiento en redes, con la consecuente violación de sus derechos básicos.
Y el caso más escandaloso del uso faccioso y vengativo de la justicia en México es el de Rosario Robles, a quien Obrador persigue desde hace años.
Resulta que la ex dirigente nacional del PRD fue citada por la Fiscalía General de la República (FGR) pero en el citatorio nunca se aclara la razón para tal pedimento y menos que es investigada por diversos delitos.
Y mientras que a Robles no le informan nada de las presuntas causas penales en su contra, una mano perversa –de la FGR o del gobierno federal–, filtra datos e información del caso a los medios, con la intención de crear la “tormenta perfecta”; la percepción de que la ex secretaria de Estado es algo así como el más horroroso “perro del mal”.
Una estrategia casi idéntica fue utilizada en las detenciones de Alonso Ancira y Juan Collado; empresarios a los que el gobierno de López Obrador considera enemigos acérrimos por cometer “el pecado capital” de disentir de Obrador, de pensar distinto y hasta de opinar que eran un peligro para México.
Pero sin duda la persecución más perversa y la venganza más añeja es la desata por el gobierno de Obrador contra Rosario Robles.
¿Por qué la persecución más perversa y mas añeja?
Primero, porque López Obrador le debe a Rosario Robles la victoria electoral a la jefatura de gobierno, en julio del año 2000. En efecto, vale recordar que Robles era jefa de Gobierno del DF en aquella elección de 1999 cuando, de manera personal, se encargó de la campaña de AMLO a jefe de gobierno de la capital del país.
Sin el trabajo de Rosario Robles habría sido imposible la victoria de Obrador en el DF, en donde el candidato a vencer era el panista Santiago Creel. Ya como jefe de gobierno del DF, Obrador cometió la primera gran traición; el “parricidio político” contra Cuauhtémoc Cárdenas, a quien le arrebató la jefatura real del PRD.
Y, segundo, porque años después, cuando Obrador buscaba la primera candidatura presidencial, topó de manera frontal con Rosario Robles, entonces presidenta del “partido amarillo”. Y es que la ex jefe de gobierno también pretendía la candidatura presidencial y era, en los hechos, el mayor obstáculo para las ambiciones de AMLO.
Entonces se produjo la segunda gran traición de Obrador. Con la ayuda del jefe real del diario La Jornada, Carlos Payan, desde el PRD se montó el espantajo de que Robles había incurrido en un gasto excesivo en los procesos electorales –a pesar de que por primera y única ocasión el PRD consiguió más de cien diputados federales–, y en medio del escándalo mediático fue echada de la dirigencia del PRD y del partido.
De esa manera Obrador se apoderó por completo de la estructura del PRD, la que utilizó a su antojo para la candidatura presidencial de 2006.
Poco después, Rosario Robles y Juan Collado –hoy los dos son perseguidos por AMLO–, reaparecieron detrás de los llamados “video-escándalos” que exhibieron la corrupción del gobierno de Obrador en el DF.
Años más tarde, Robles se confirmó como aliada del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto. Es decir, contrario al trabajo que hizo Robles para la victoria de AMLO en la elección de julio del año 2000 –en donde fue clave para la victoria de Obrador–, en la presidencial de 2012, Robles trabajó contra Obrador, quien también fue derrotado.
Hoy, el “fiscal carnal” del presidente se encarga de cobrar las venganzas de López Obrador, una de ellas contra Rosario Robles, quien en todas las instancias probó su inocencia en la llamada “Estafa Maestra”.
Lo cuestionable, sin embargo, es que Obrador manda un mensaje más –de corte dictatorial–, de la persecución contra aquellos que disientan de su locuaz gobierno.
La venganza como política de Estado.
Al tiempo.