Tregua verbal
CIUDAD DE MÉXICO, 10 de agosto de 2019.- En algún momento que no he encontrado la evidencia, dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se acuñó como una filosofía la “institucionalidad” del priista, que a su vez también es su más añeja narrativa que los identifica desde finales de la década de los 70´s. Ahogado en una seria crisis existencial –que no es la peor que ha vivido-, ningún cambio en las dirigencias nacional o locales podrán hacer frente sin uno muy sustancial para sus afiliados: le urge al PRI una narrativa potente.
Está en el ADN priista ser gobierno y ser institucional; mientras en su psique es pensar “¡Gánale al PRI!”. La combinación de ambos resulta una fuerte mezcla que los lleva a la pasividad política. Es por ello que cuando les toca ser oposición, no solo del gobierno en turno, sino incluso hasta quedarse del lado del grupo opositor dentro del mismo partido, sus voces son acalladas por el mismo código genético partidista del gen de la institucionalidad; sí de pronto algunas neuronas pretendieran manifestarse en contra, surge esa vocecita al interior que le recuerda que nunca se le podrá ganar al PRI o a sus líderes.
Hay que recordar que por definición son totalmente opuestos revolución e institucional. No se puede ser o pensar como revolucionario con institucionalidad. Quién sea el ideólogo creador del nombre del partido, no supo que estaría marcando la suerte del priismo en una época que ya no son hegemónicos todopoderosos.
Hay dirigencias que confunden la comunicación política con la política, partiendo de ahí, menos comprenderán que urge generar una narrativa de partido que dé respuesta al electorado contemporáneo y que sea la esencia anímica del priista. Para explicarles a esos confundidos, México ha preservado una narrativa imagológica de indígena, sumiso o incluso hasta mediocre ¿Qué idea es lo primero que viene a la mente la imagen de un indígena con zarape, más un sombrerón de paja, sentado a un lado de un cactus? Exacto, esa es la única narrativa que el país tiene posicionada, un concepto que aturde a mi maestra Gaby de la Riva, la más experta en antropología social de latinoamérica.
Mientras los priistas son “institucionales” ¿Qué idea es lo primero que viene a la mente del electorado sobre la imagen del PRI? Exacto, corrupción. Cuando he entrenado candidatos priistas deberían verse cómo les cambia la cara cuando les fustigo ¡Eres un corrupto! Claro, su institucionalidad que los lleva a la pasividad política, sumado al poco entrenamiento de imagen, no saben rebatirlo.
Por ello es vital que con los cambios en las dirigencias priistas se genere un grupo multidisciplinario independiente de fobias y filias internas para que hagan –por primera vez- una narrativa potente que motive a corregir su código genético partidista, la psique colectivo, de cara al electorado contemporáneo. Este es el momento ideal para aplicar el círculo de oro de la comunicación política –política + gobernanza + difusión-, como bien dijera otra de mis maestras, Gisela Rubach, la más experta estratega de latinoamérica. ¿Y tú, qué opinas? www.daviddorantes.com