Ocho ministros cierran filas contra la reforma judicial
• Masacre aporta pólvora a la reelección en Estados Unidos
• Presidencia quita mañaneras a la vocería y las da a Segob
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de noviembre de 2019.- Anote las fechas:
4 de noviembre de 2019 para registro de hechos.
5 de noviembre para efectos políticos.
El gobierno federal lo sabe:
Temió por las consecuencias internacionales, políticas y sociales de lo sucedido en Culiacán, Sinaloa, el 17 de octubre.
Las fuerzas federales cercadas, rendidas, humilladas y la liberación de Ovidio Guzmán López, hijo del capo Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
El y su hermano Iván Archivando Guzmán Salazar, cuya pista ha sido olvidada por la narrativa mediática y el discurso oficial.
Pero el 4 de noviembre de 2019 sucedió una masacre de gente inocente: mujeres y niños LeBaron asesinados en los límites de los estados de Chihuahua y Sonora.
Un objetivo planeado con ciudadanos estadunidenses.
El resultado inmediato fue, obvio, la reacción de Estados Unidos y en especial de su presidente Donald Trump, cuyo mensaje en Twitter es claro:
Si México necesita o solicita ayuda para limpiar estos monstruos, Estados Unidos está listo, dispuesto y capaz de involucrarse y hacer el trabajo de manera rápida y efectiva.
Oferta innecesaria, porque el gobierno mexicano ofrece abrazos, no balazos al crimen organizado, hoy libre y desatado.
Reeleccion de Trump y T-MEC
La masacre pasó en el peor momento para el régimen.
La invocación del golpe de Estado no incubaba en el colectivo nacional, cuya memoria todavía se remonta a los sucesos de Culiacán.
Pero en el extranjero, y Washington prima internacionalmente para México, se observaba con escepticismo dos sucesos de trascendencia.
En primera instancia los elogios del dictador venezolano Nicolás Maduro hacia Andrés Manuel López Obrador en la perspectiva del nuevo frente “antineoliberal” de América Latina.
Y en segunda instancia la visita del presidente electo de Argentina, el peronista Alberto Fernández, para fortalecer el impulso hacia esta “nueva ola” a partir de México.
Pero si se quiere ver en perspectiva, por delante están muchas cosas.
La violencia creciente e impune en México da más pólvora a la campaña reeleccionista de Donald Trump, so pretexto de blindar la frontera al sur de su país.
Ya poco cuenta el sometimiento de México, cuyas autoridades se han convertido en policías de migrantes del Suchiate al Río Bravo.
En adición está el futuro del tratado trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá –mejor conocido como T-MEC-, hoy más incierto.
Cambio para las mañaneras
Un resultado tangencial impactará en el aparato mediático del gobierno.
Puede verse de soslayo o de fondo, según la los lentes del lector.
Vaya la nota:
Las transmisiones de las conferencias mañaneras dejarán de estar a cargo de vocería presidencial a cargo de Jesús Ramírez.
El plan es encomendarlas al Centro de Producción de Programas Informativas Especiales (Cepropie) y pasar éste a la Secretaría de Gobernación (Segob).
Y ojo: no irían a manos de Olga Sánchez Cordero, sino del subsecretario Ricardo Peralta, quien invoca el terrorismo para casos hasta hoy inocuos.
Algunos:
“Crear ambientes de duda entre colaboradores, difundir nota hirientes para dividir equipos de trabajo y hasta contar con toda una infraestructura y mediáticas para generar noticias falsas…”.
Esto se verá más adelante.
Por ahora completemos la información:
La señal estará disponible para todos los medios, nacionales e internacionales, en aras de masificar los mensajes de ya sabe quién.
Ese es el objetivo.