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CIUDAD DE MÉXICO, 11 de noviembre de 2019.- A causa de los tumbos de su gobierno, la credibilidad del presidente López Obrador se derrumba a pasos agigantados.
Pero no sólo desaparece el respaldo ciudadano, sino que crece la falta de respeto a la figura presidencial, la cual es cuestionada, burlada, ofendida e insultada en lugares públicos.
El más reciente escándalo y el más severo escarnio se produjo en un concierto de la legendaria banda de “El Tri”, en donde el mítico Alex Lora invitó a sus seguidores a mandar un saludo al presidente Obrador.
La multitud festiva repitió hasta en tres ocasiones la hoy censurada expresión homofóbica de cuatro palabras.
El “¡heeee puto!” saludó al presidente, llegó al Zócalo y se metió hasta Palacio Nacional, según lo festejo el roquero.
Horas antes, en el aeropuerto capitalino, el piloto del avión comercial que llevaría al presidente a la capital yucateca le recomendó al mandatario reconsiderar la construcción de NAIM de Texcoco.
El atrevimiento, expresado por el sonido de la aeronave, provocó un estallido de júbilo de muchos de los compañeros de viaje de López Obrador, quienes prodigaron aplausos y vivas al piloto, mientras el presidente no pudo ocultar su enojo, sobre todo porque otros viajeros lanzaron soterrados “¡fuera, fuera!”, ahogados por la escandalera.
Cuentas testigos de la escena que el presidente se veía contrariado y furioso, que no atendió algunas solicitudes de fotografías y que, al salir del avión, le espetó al piloto un tajante: “!Es Santa Lucía…!”.
Sin inmutarse, el piloto respondió también con firmeza: “¡En lo personal prefiero Texcoco!”, y volvieron el aplausos y los vivas.
Ya en Mérida, y antes de salir del aeropuerto, el presidente fue interceptado por la maestra Luisa Salgado, quien con un gesto valiente increpó al presidente y le pidió una explicación sobre el estancamiento económico.
“Nos podría responder, ¿como está eso del cero crecimiento presidente? ¡La economía no está creciendo, haga su trabajo…!”, grito la mujer.
Y de nueva cuenta se escucharon aplausos y vivas a la mujer, al tiempo que regresaron los “¡fuera, fuera!”.
Los anteriores eventos confirman no solo el enojo social contra los escasos resultados del presidente –en sus primeros 11 meses de gobierno–, sino que el descontento va de la mano con el resultado de no pocas encuestas que muestran que la preferencia ciudadana de López Obrador cayó debajo del mítico 60%.
Es decir, que casi la mitad de los encuestados hoy rechaza el desempeño presidencial y algunos incluso se dicen arrepentidos del otorgar el voto a López Obrador.
A lo anterior se debe agregar el enojo también creciente entre la comunidad cultural y artística mexicana. Todos los días se suman al
descontento actores como Joaquín Cosío, quien se dijo engañado por AMLO, luego de haber promovido el voto a favor del tabasqueño. Bueno, hasta Gael García estalló contra el presidente luego de la masacre que mató a nueve integrantes de la familia LeBarón.
Pero tampoco ahí termina el desencanto. En un reciente juego de la Selección Mexicana de fútbol, de la gradería del estadio salió otra expresión de repudio popular a Obrador al que a través de cánticos le mentaron la madre.
Todo eso sin contar con el nulo respeto a la figura presidencial que prolifera en redes y digitales, en donde no bajan al presidente de mentiroso sin pudor, por decirlo de manera suave.
Pero tampoco es todo. Ya se han producido espectáculos vergonzosos en algunos de los espacios informativos en los que se abren los micrófonos para que los defensores a sueldo de la gestión de AMLO cumplan el objetivo de justificar lo injustificable.
El mayor lopista mediático, Federico Arreola, debió escapar corriendo de una emisión de radio donde era apaleado, luego de hacer el ridículo. Luego, Arreola inventó una encuesta que le recomendaba no regresar al programa de debate.
Apenas lleva once meses de gobierno y el presidente Obrador ha perdido casi 30 puntos porcentuales de popularidad, en tanto que en medio de la irritación creciente, la figura presidencial vive uno de sus peores momentos de la historia.
Por la pregunta, sobre todo ante el desenlace de Bolivia: ¿No hay nadie capaz de explicarle al presidente que ya es visto como el peor mandatario de la historia?
Al tiempo.