Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de enero de 2020.- Si su intención fue potenciar la democracia mexicana en medio de la severa crisis de sistema/régimen/Estado en 1994 que amenazaba con un choque de trenes en las elecciones del 21 de agosto, el Grupo San Angel de intelectuales en 1994 al final terminó dándole continuidad al régimen priísta autoritario.
El Grupo San Angel fue una de las comunidades políticas más interesantes después de la crisis autoritaria de 1968. Nació al calor del colapso de 1994: alzamiento zapatista, secuestro de empresarios, asesinato del candidato presidencial priísta Luis Donaldo Colosio, renuncia estridente y caprichosa del secretario de Gobernación y jefe electoral Jorge Carpizo MacGregor y escenario de ruptura imaginado por intelectuales de resultados electorales de tres tercios con rebeliones sociales y políticas.
La historia interna del Grupo San Angel está contada con minuciosidad por Alfonso Zárate, uno de los politólogos más sólidos y propositivos que se movía fuera de las comunidades académicas. El libro se titula La generación de 1994 que marcó historia: Grupo San Angel, que comienza a circular Grijalbo en librerías. El objetivo de Zárate fue sacar a ese Grupo de los rincones de los chismes y del deteriorado prestigio de algunos de sus participantes y exhibir uno de los esfuerzos más coherentes y desordenados para catapultar la crisis política de 1994 hacia una democracia procedimental más abierta.
El 9 de junio de 1994 se realizó una reunión entre políticos sin partido, intelectuales y funcionarios profesionales. Ahí se delinearon las principales, propuestas, los objetivos del grupo (el apellido San Angel se daría después) y las acciones a realizar. La dirección colectiva estuvo formada por Enrique González Pedrero –priísta echeverrista, delamadridista-salinista- lopezobradorista en ciernes–, Elba Esther Gordillo –dirigente del SNTE impuesta por Salinas en 1989–, Carlos Fuentes –escritor– Adolfo Aguilar Zínser –académico internacionalista–, Jorge G. Castañeda –analista, académico internacionalista, excomunista– y Demetrio Sodi –ex priísta–, todos ellos, en mayor o menor medida, vinculados al PRI, con espacio propio y sistémicos.
La meta era superar sin rupturas políticas ni sociales la crisis de 1994, sobre todo por el significado del alzamiento rebelde zapatista en Chiapas y el asesinato de Colosio. En todos sus documentos oficiales, el Grupo San Angel buscaba salvar la democracia mexicana priísta vía acuerdos plurales sin cambiar el sistema ni el régimen ni el Estado. La hipótesis del Grupo era que las elecciones se enfilaban hacia un choque de trenes porque ninguno de los tres principales candidatos podría tener una ventaja de más de 5 puntos porcentuales.
El Grupo no proponía, ni con mucho y a pesar de la experiencia de González Pedrero como embajador en España 1989-1991, un modelo español de Pactos de la Moncloa de la transición de régimen franquista. El Grupo tampoco proponía un cambio de sistema o de régimen, sino sólo usar la crisis para ampliar la democracia procedimental existente. Y, como se revela en el libro de Zárate, muchos de sus miembros estaban buscando espacios en el gobierno y con los candidatos. Además, muchos de los miembros carecían de calidad política
Sin reconocerlo, el Grupo recogía las experiencias de la Corriente Democrática del PRI que encabezaron Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en 1987 y que llevaron la candidatura independiente de Cárdenas a una votación oficial de 31% en 1988. En 1994 no se trataba de impulsar alguna candidatura independiente –Cárdenas era candidato por el recién fundado PRD–, sino de usar las campañas apretadas por un ambiente político hostil para modernizar la democracia mexicana.
En medio de las tensiones, el Grupo analizó la opción de anulación de elecciones y la necesidad de un presiente interino que podría recaer en alguno de los miembros del mismo grupo, pero sin ser su objetivo.
El papel del Grupo San Angel en la crisis de 1994 fue irregular: no pudo ocupar un espacio real de comunidad de poder, se desgastó en el juego perverso del presidente Salinas de Gortari para disminuirlo, redujo sus pretensiones a propuestas procedimentales de democracia que ningún candidato rechazó y careció de base social más allá de las secciones militantes de los grupos intelectuales dominantes.
El resultado relectoral del 21 de agosto desmovilizó al Grupo: Zedillo-PRI 48.7%, Diego Fernández de Ceballos-PAN 25.9% y Cárdenas-PRD 16.6%. Con habilidad, Salinas y el PRI sacaron las elecciones del escenario de choque de trenes y lo llevaron a la dialéctica guerra-paz, el EZLN reventó las alianzas sociales y sobre todo Cárdenas y el PRD no pudieron-supieron construir una propuesta de transición a la democracia más allá del naciente perredismo.
Al final, el Grupo fue el guardagujas que salvó al PRI del choque de trenes.
Política para dummies: La política se mide por sus resultados, no por sus intenciones, por más bondadosas que sean.
@carlosramirezh