La Constitución de 1854 y la crisis de México
CIUDAD DE MÉXICO, 24 de febrero de 2020.- Las primeras, las “mujeres divinas” –así definidas en la letra ya clásica de Martín Urieta–, son millones de mujeres ofendidas, burladas, defraudadas y traicionadas por López Obrador y por su gobierno.
Las segundas, las “juanitas” de AMLO –bautizadas así en memoria de Juanito, la botarga de Obrador para ganar una elección en Iztapalapa–, son un puñado de mujeres sometidas por el “macho en el poder”; el mismo que les dicta qué decir, qué hacer y cómo expresarlo.
Las primeras, las “mujeres divinas” se han convertido –en los primeros 15 meses de gobierno–, en el peor dolor de cabeza del “macho de Palacio”, el mismo que supone, imagina y cree que no tienen capacidad para pensar con cabeza propia y que, por eso, son “tripuladas” y manipuladas por quién sabe qué fines perversos de la fea “derechona”.
Las segundas, las “juanitas”, defienden a ultranza al “macho en el poder” porque es el “rey sol”, la fuente de riqueza, de poder y sabiduría y, por eso, son la versión femenina de “Juanito”; la botarga de moda que utiliza el “macho de Palacio” para imponer, someter, amenazar y para confundir los objetivos del más grande movimiento femenino de la historia mexicana y que ya amenaza con al caos en todo el gobierno de López.
Las “mujeres divinas” están entre los 15 millones de mujeres que creyeron y votaron por López Obrador y que, una vez en el poder, han sido víctimas del “macho de Palacio”, el mismo que les quitó las guarderías y las estancias infantiles para sus hijos, lo que obligó a millones de ellas –y muchas otras que habían votado contra Obrador–, a dejar su empleo, porque no tienen dónde dejar a los hijos.
Y es que el “macho jefe del Ejecutivo” acabó con las guarderías y las estancias, precisamente por eso y para eso, para que las mujeres estén en la casa, cuidando al “machirrín” y sirviendo a los hijos, como lo dicta la conservadora conducta del “macho de Palacio”.
Las “juanitas” de Obrador, en cambio, justifican todo aquello que les dicta “el macho presidente” y hasta hacen el ridículo al cambiar de pensamiento, en pocas horas, por orden del “macho marido”.
Es el caso de la “no primera dama” y de la “feminista no feminista”, Beatriz Gutiérrez, quien fervorosa apoyó la protesta feminista del 9 de marzo pero que, horas después, rechazó la protesta, una vez que el “macho de Palacio” le jaló la rienda.
Las “mujeres divinas” están en todas partes, en la fábrica, la oficina, la academia, la casa, la tienda, en la enfermería, la medicina, el periodismo; en la empresa, la creatividad… y no sólo han sido desempleadas por el gobierno de López Obrador, sino que en éste gobierno –más que en cualquier otro–, han sido asesinadas, violadas, sometidas y hasta les han quitado los refugios en los que podían escapar del macho que las golpeaba, las amenazaba y las mataba.
Y, curiosamente, quien acabó con los refugios fue el “macho de Palacio”, el mismo que cree que las mujeres deben soportar todo, aguantar todo, resignarse a todo, “para ganar su lugar en el cielo”.
Las “juanitas” de AMLO, en cambio, viven una fea confusión, no de género sino de lealtad al macho.
Y es que algunas, como las señoras Aristegui y Uresti, se suman entusiastas a “Un Día sin Mujeres”, pero se apresuran a aclararle a su “amado macho de Palacio” que la protesta “no es contra usted presidente”. Olvidan esas y muchas otras juanitas que la más grande protesta femenil de la historia mexicana se debe a la ineficacia, la insensibilidad y la estulticia del presidente López Obrador, hoy motejado como “el macho de Palacio”.
Las “mujeres divinas” recibieron uno de los peores golpes del “macho tabasqueño” cuando la Asociación Civil FUCAM, dejó de dar atención de bajo costo a las mujeres víctimas de cáncer de mama. Ya antes las niñas y los niños con cáncer también habían sido abandonados a su suerte, en medio del mayor escándalo por la insensibilidad del “macho de Palacio.
Las “juanitas” olvidan que no pocas de ellas también han sido atendidas por el FUCAM y que ninguna mujer está exenta de ser víctima de tal amenaza cancerígena. Peor aún, las “juanitas” de AMLO olvidan que dejar sin atención a niñas y niños con cáncer y que dejar sin recursos al FUCAM, es un feminicidio y un infanticidio de Estado.
Y olvidan que el responsable de tal feminicidio y tal infanticidio es el presidente López Obrador.
Sí, las “mujeres divinas” encabezan una eficaz revuelta contra el mal gobierno de López Obrador, al que desnudan, exhiben y muestran –ante los mexicanos todos–, como el gobierno que no sólo es un peligro para las mujeres sino para todos los mexicanos.
Al tiempo.