A 5 años, no dejemos solo a nadie
CIUDAD DE MÉXICO, 22 de junio de 2020.- Le insiste. La obliga. Le pide amorosamente. Es un hombre que viene de vuelta de todas las batallas, que vive en Palacio Nacional, es el personaje que recibe todas las pasiones ciudadanas cada mañana. Es el marido, el compañero, el hombre que exuda admiración por la mujer que está a su lado. Quiere que cuente su pasión…
Y Beatriz, sin maquillista, sin peinadora, sentada en ese antecomedor que dicen que es comedor, con el mantel de plástico y las salsas, las servilletas de papel, acepta. ¿Es mujer de pasiones? Lo es. Y la más reciente una novela.
Ahí, en ese justo instante, son dos pares de ojos que brillan, que comparten la vida a intensidades envidiables. Y Beatriz habla de su novela.
¿La historia de Quintana Roo en el Porfiriato? A ella le interesó. Y cualquiera que tenga interés en nuestra historia puede palidecer de envidia. Porque Beatriz investigó y escribió, a través de un personaje, un soldado, los días de castigo, los días en que los que se atrevían a oponerse al Régimen eran enviados a la selva.
Y perdían hasta el derecho de tener su nombre.
¡Qué locura! En el sentido de mayor admiración.
En medio de la parafernalia, de ese equilibrio que ejerce y padece para ayudar a su marido a ser buen Presidente, la señora Gutiérrez de López Obrador se encerró a escribir un libro sobre un tiempo de nuestra historia que está totalmente olvidado, hasta en Quintana Roo.
¿Tiene sentido? Tiene todos los sentidos a imaginar.
Epigmenio Ibarra entró al pequeñísimo, modesto, lleno de luz y cuadros, departamento donde Andrés Manuel vive con su esposa Beatriz y su hijo menor. Y
Ahí, supongo que después de desayunar, platicó con ambos.
Por sexenios, todavía en algunos Estados de la República, hemos padecido los excesos, la corrupción, el falso empoderamiento, de las “primeras damas”. Y lo que muestra Epigmenio, sin editorializar, es la realidad de una pareja que se entiende, que se admira, que comprende su tiempo y su responsabilidad.
Beatriz es una mujer inteligente, que ha utilizado esa inteligencia para no equivocarse, para no salirse de su propio guion. Lo que no debe haber sido fácil muchas veces. Es también una mujer que pondera el valor de la pareja y no ha sacrificado su relación con el hombre que eligió para compartir la vida.
¿Sirve de algo que sea así? Nos sirve enormidades por todas las razones, la primera porque no hay objeciones a su desempeño, a esa determinación para ayudar a que su marido sea un buen mandatario.
Cada semana, los dos con su hijo, regresan a su casa de Tlalpan. A tocar piso. A mirar sus paredes y dormir en su cama…
La novela de Beatriz, la investigación detrás de ésta, será un ejercicio de memoria importante para reconocer las consecuencias de los excesos de poder, para reconocernos en las víctimas del poder, para reconocer, una vez más, hasta dónde hemos llegado en la lucha por la democracia, por la libertad, por el respeto a los ciudadanos, por un país de leyes.
No olvidemos, no olvidemos en verdad, esto.
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