Una semana intensa y…
CIUDAD DE MÉXICO, 5 de julio de 2020.- Trump y López Obrador habrán de cruzar saludos esta semana en una reunión cuyo contexto permite muchas lecturas.
A López Obrador se le critica que se preste a intereses y voluntades de su vecino en un momento en el que Donald trabaja en «modo candidato», lo que imprime a la reunión muchos riesgos y pocas ventajas.
Los partidarios demócratas por lo pronto, condenan la visita.
En teoría, el asunto tenía más que ver con el inicio del T-MEC, pero la posición de Justin Pierre James Trudeau, Primer Ministro del Canadá, más serena, rechazó la alternativa del cuadro trilateral, quizá para mantenerse al margen de hacerle el caldo gordo al incómodo presidente norteamericano con quien tiene una relación distante.
Para Trump tratar cordialmente al presidente López Obrador le conviene para tender puentes empáticos con el electorado que cada día es más influyente en la Unión Americana.
No es previsible creer que, de manera pública, Trump quiera recriminarle algo al mandatario mexicano, al contrario, procurará destacar su amistad e incluso admiración con el amigo.
Pero López Obrador no es ningún ingenuo en el tema político.
La agenda de Morena tiene en el encuentro la posibilidad de reiterar el compromiso y mantener en el electorado mexicano, la voluntad de mantener a los legisladores de Morena en las posiciones legislativas que sigan ahondando la transformación en la que está involucrado como estratega.
Dos Presidentes, dos candidatos van con la misión de vincularse empáticamente a sus respectivos mercados y sacar ventajas.
En lo oscurito, Trump puede pedirle a su amigo Andrés que no saque de la jugada a los inversionistas norteamericanos, en decisiones polémicas que señalan la propensión del Gobierno de México, de hacer lo que se le pega la gana, sin respetar compromisos anteriores o el marco del Derecho.
Otro tema, tiene que ver con la pandemia.
Un presidente muy cuestionado por su falta de visión y estrategia, Donald Trump, se enfrenta nuevamente con recontagios y la posibilidad de tener en su territorio un escenario apocalíptico tal y como lo tiene también su homólogo mexicano.
A ninguno de los dos presidentes se le puede aplaudir su trabajo en la emergencia sanitaria.
Los dos tendrán que pagar la respectiva factura durante las elecciones a las que se acercan, primero Trump y el año entrante el presidente López Obrador.
Muchos muertos pueden tener un costo político para ambos mandatarios.