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CIUDAD DE MÉXICO, 25 de agosto de 2020.- El pasado lunes amanecimos con la declaración del Presidente Andrés Manuel López Obrador, donde aseguraba que ya se tenía prácticamente terminada la investigación de la masacre de mi familia, y que estaban detenida la mayoría de los responsables.
Atrapar a estos asesinos de mujeres y niños inocentes había sido resultado de un trabajo coordinado entre la Guardia Nacional, la Marina, la Defensa, todo bajo un marco de respeto a los derechos humanos.
Esta sería una extraordinaria noticia, solamente que la información que exhibió a nivel nacional López Obrador, distaba mucho de la información con la que nosotros contamos.
De acuerdo a la información que había trascendido y en voz de algunas autoridades, aproximadamente fueron 100 sicarios los que participaron en la masacre, de ellos, una veintena ha sido detenida, pero sólo uno ha sido procesado por el homicidio doloso.
No quiero que se malinterprete, posiblemente tengan más información actualizada, la cual hubiera sido bastante positivo se diera a conocer a los interesados directos, y no usar los datos, para despresurizar la carga que debe tener el gobierno en estos momentos.
Pero hay historias que corren en paralelo y no deben dejar de mencionarse. La masacre de mi familia dejó al descubierto una podredumbre institucional local, donde los caminos están secuestrados por sujetos armados que deciden quienes transitan, de acuerdo a sus propios intereses.
A casi 10 meses de la tragedia, la zona sigue siendo controlada por grupos del crimen organizado, no es preciso decir que exista una coordinación entre autoridades para que, de Galeana, Chihuahua, a La Mora, Sonora, existan caminos y comunidades seguras, para sus habitantes.
Pero tampoco ha servido para arreglar el caos que existe entre las policías locales. El trágico día, la policía estatal tardó 12 horas en llegar, tiempo en el que prácticamente existió una indefensión de la comunidad, ya herida.
Así, que lo peor que puede suceder es que todo siga igual, que la amenaza siga latente, que no se haya aprendido la lección para tapar el hoyo de un pozo que ya ahogó el clima de seguridad al que siempre estuvimos acostumbrados.
Sería una noticia esperanzadora que ya hubieran más detenidos, sí por la justicia que pedimos para nuestra familia, pero porque las calles estarían hoy, más seguras.
Aprovechamos para reconocer a las autoridades de la SEIDO, de la Guardia Nacional, que nos han prestado un apoyo solidario, y nos han mantenido informados sobre los avances del caso, y fue precisamente por eso que nos sorprendió el aviso del Presidente por la mañana, a quien también hemos de reconocer, ha sostenido reuniones con nosotros, como se comprometió.
En este marco, y buscando siempre la verdad, los mexicanos siempre vamos a preferir conocer la verdad por más dura que sea. Seguiremos externándole nuestra voluntad y disposición para apoyar en lo que considere necesario.
Pedimos no se detengan las investigaciones, ya que hasta hoy, no está cerca de resolverse el caso. Fue un crimen que nos cimbró como país al tratarse de niños y mujeres indefensas, y es una herida que cicatrizada, nos traerá alivio como hermanos mexicanos.